CAPITULO 16

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MARATON
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—Solo me quemo por las personas que se lo merecen ¿No te parece?- Suelta Enzo 
 
—¿Estás insinuando que no valgo la pena?- Preguntó
 
La verdad es que tengo miedo de saber su respuesta ya que puede lastimarme mucho, y no me esperaba esa respuesta. No esperaba que una de las personas que más quiero juegue conmigo teniendo toda mi confianza en sus manos, ya había vivido eso y como lo haga, sé exactamente qué hacer. Pero no me quiero apurar primero quiero su respuesta.
 
—Al contrario Emma, Yo me quemaría mil veces con tal de que estés bien, porque sé que hubo personas en tu vida que no lo hicieron.
 
Mi cara es de asombro absoluto y solo puedo pronunciar una cosa.
 
—¿Cómo sabes eso?
 
—Porque yo pasé por lo mismo, y sé que te dolió porque vos si te hubieras quemado por esas personas que tanto te lastimaron- veo como su mandíbula se tensa al pronunciar esa última oración.
 
—No te voy a mentir, estás en lo correcto, yo me hubiera quemado por personas que no lo merecían, pero...
 
—¿Pero?- Pregunta Enzo invitándome a seguir
 
—Pero, por vos Enzo lo haría, porque sos mi lugar seguro, una de las personas que más quiero en mi vida, y no quiero que te vayas nunca, me quemaría con tal de saber que no me abandonaste, que me apreciaste por lo que soy y no por lastima o lo que pude llagar a ser, por esas razones y muchas más me quemaría sin dudarlo.
 
Y creo que eso fue una de las cosas más sinceras que haya dicho en mi vida, porque cada palabra que había en esa oración derrochaba honestidad.
Enzo parecía sorprendido por lo que le estaba confesando, lo cual me hizo un nudo de nervios por un momento, pero después hablo. 
 
—Emma, créeme que nunca te voy a abandonar, porque vos sos un rayo de luz en mi vida, que siempre va con la verdad de frente y cuando se tiene que arriesgar por alguien que quiere no lo duda ni un segundo, me encanta escucharte hablar de tus libros y sus tramas, o como hablas de tus tíos, o cuando hablas de algo con tanta emoción que tienes ese brillo en tus ojos que tanto me gusta. Yo moriría por vos Emma.
 
—Yo también moriría por voz Enzo, te lo aseguro.
 
Y ahí en el silencio de mi cuarto, a tan solo unos pocos centímetro de distancia, nuestros ojos tenían una conversación que nuestras bocas nunca llegarían a igualar. 

 
    ***

 
Después de eso Enzo y yo estuvimos todo el día juntos, compartiendo libros en la biblioteca, incontables risas en la cocina mientras buscábamos comida y conversaciones en el jardín.
 
No tengo idea de en qué momento llegamos al árbol, pero la estábamos pasando muy bien.El sol ya estaba por ponerse, formando unos colores muy lindos en el cielo.
 
—Emma
 
—¿Si? 
 
—¿Te acordas de cuando llegue a este mismo árbol lastimado hace unos días?
 
—Aja
 
—Bueno, hay una parte de la historia que no te conté
 
—Si... Me di cuenta
 
—¿Enserio?
 
—Si, no sos muy bueno para mentir que digamos
 
—O vos me conoces muy bien 
 
—Si puede ser- Digo sonriendo 
 
—Bueno, el punto es que había un chico que hablaba mal de mi hermano y de mi. 
 
—Si, eso ya lo sabia.

La curiosidad me estaba matando, quería saber que había pasado, para que llegara con la cara como la tenía, debía de ser una persona muy especia para el.
 
—Emma
 
—¿Si?
 
—También estaban hablando mal de vos- Pude ver cómo al pronunciar esa oración su puño se cerraba con fuerza.
 
—¿Qué?- Es lo único que puedo pronunciar en este momento, no tengo idea de cómo reaccionar
 
—Lo que escuchaste Em, estaba hablando mal de vos y no me pude controlar.
 
Después de escuchar esas palabras, lo abrazo, y sé que lo agarre desprevenido porque le tomo unos segundos asimilar lo que estaba sucediendo, pero apenas lo entendió sentí como una de sus manos pasaba por mi cintura y la otra por mi nuca, acercándome más a su cuerpo.
 
—Ya pasó- Digo en un intento de tranquilizarlo 
 
Cuando nos separamos del abrazo nuestros labios quedan a solo centímetros y mis ojos se dirigen automáticamente a los mismos y puedo sentir como el realizó la misma acción, me acerco nuevamente, lentamente y no sé quién fue el que se terminó de acercar logrando que nuestros labios finalmente se junten, entrando en contacto. Podía sentir cada centímetro de ellos, y los beso con amor, pasión, y sentimiento. Ya no hay dudas, definitivamente sentía algo por Enzo Gonzales, el chico que me protegía de la realidad en la que vivía.
Mientras nos seguíamos besando podía sentir como una de sus manos se movía lentamente por mi espalda hasta llegar nuevamente a mi cintura y su otra mano estaba en mi nuca mientras acariciaba con su pulgar en mi mejilla.
 
Y fue ahí, en el mismo árbol en el que nos habíamos conocido, que nos dimos nuestro primer beso.
 

La verdadera cara de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora