~12~

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Entró a la casa con grandes zancadas. Había conducido desde el hospital y gracias a la hora, no había tenido un accidente de tránsito, pues se saltó todos los semáforos. Se metió al pequeño gimnasio que tenía su padre y quitándose los zapatos y la camisa, comenzó a golpear el saco de boxeo y sacarse toda la furia e impotencia que traía encima.

Golpe tras golpe, se fué desgastando. Naruto llevaba más de un mes sin dormir bien, apenas comía, se cubría de trabajo y más trabajo, con el objetivo de no pensar, no recordar...

Tras el último puñetazo, cayó al suelo acolchado y se acostó de espaldas, mirando al techo de madera. Entonces lloró. No era la primera vez que lo hacía, de hecho, había llorado más en las últimas semanas que en toda su vida. Pero ésta era particularmente dolorosa. Su mayor deseo, un bebé con Sasuke, nunca llegó a cumplirse en el tiempo en que estuvieron buscándolo. El médico se lo había dicho; era muy poco probable que el Omega concibiera por el hecho de haber abusado de los inhibidores, pero Naruto escondió el secreto. Sabía que si Sasuke se enteraba iba a sentirse culpable. Y aunque su instinto y casta le hicieran añorar un hijo de manera casi obsesiva, sentía que mientras estuviera con su Omega, no le hacía falta. Entonces se enteró de que Sasuke perdió un bebé y que a pesar de que podía no ser de él, otro alto porciento aseguraba que sí podría serlo.

El estado caótico en el Sasuke cayó, totalmente colapsado...

Pegó un golpe en el piso y luego cubrió sus ojos llorosos con el antebrazo. Sabía que él estaba sufriendo, lo sentía a través de su vínculo. Pensó que quitando la marca ya no lo atormentaría, pero estaba equivocado.

El resto de la semana volvió a hundirse en trabajo y reuniones, apenas y llegaba a casa de sus padres. Kushina también lo sacaba de sus casillas, pidiéndole que se alimentara mejor o que levantara su ánimo. Odiaba escucharla hablar mal de Sasuke, y en más de una ocasión la mando a callar, ganándose la mirada reprobatoria de su padre. Pensó en buscar un departamento e irse de allí, pero por alguna razón sintió que sería pasar la página completamente y no pudo.

Era difícil mantener su posición de Alfa Puro, cuando todos a su alrededor chismeaban de como había sido engañado, cuando habían visto las fotos de Sasuke con otro hombre. Sentía vergüenza, y esa fué la causa principal por la que aceptó el consejo que su padre le había dado antes; divorciarse, alejarse de Sasuke y no tener contacto con él de ningún tipo.

—No puedo...— murmuró solo en su oficina. Apretó los documentos que leía y se levantó.

Volvió a su casa apenas al mediodía. De nuevo al gimnasio hasta quedar agotado y luego una ducha caliente. Se quedó de pie, mirando el jardín de la casa por la ventana y entonces resopló una risa. No le importaba, ya no importaba nada. La habladuría de la gente, su propio y maldito orgullo... quería a Sasuke de vuelta y lo quería ahora.

Se puso una chaqueta y salió de su habitación, su madre lo interceptó en el recibidor y al ver su expresión decidida, se paró delante de la puerta.

—¿A dónde vas?— inquirió.

—A buscar a mi Omega— contestó serio, tomando las llaves de su auto en la mesita auxiliar.

—¡¿Acaso estás loco?!— gruñó la mujer —¿Ya olvidaste lo que te hizo?

—No, pero ya no me importa. No puedo vivir sin él.

—¡¿Pero que estás diciendo?! ¡Comportate como un Alfa!— regañó la mujer —No puedes volver y arrastrarte a los pies de una basura como esa.

—¡Cierra la boca!— ordenó y la mujer palideció. Minato entró en ese momento y se percató de inmediato que algo andaba mal —Fué a mí al que engañó, si es que lo hizo, y jamás osé ofenderlo. No voy a permitirte que lo hagas, aunque seas mi madre.

—¡¿Lo pones por encima de tu familia?!— Kushina se puso una mano en el pecho, con expresión dolida.

—No madre, Sasuke es mi familia. Apártate— volvió a ordenar.

—No, no voy a dejar que mi único hijo se convierta en un juguete a manos de un Omega.

—¡Kushina!— espetó Minato y la mujer se giró a verlo —Déjalo ir.

—Pero...

—Naruto es un adulto, sabe lo que le conviene— tomó del brazo a su mujer y la arrastró a un lado.

Salió sin decir más y condujo a toda velocidad hasta el que había sido su departamento. Se detuvo en el umbral y pegó la frente a la puerta. Era la quinta vez que estaba ahí; en las anteriores no se atrevió a tocar, pero ahora era distinto. Estaba totalmente convencido a hablar con Sasuke y buscar una solución para ellos.

Insistió en llamar, pero nadie le respondió. Entonces sacó la llave que aún conservaba y entró. La casa estaba un poco desordenada y oscura, demasiado tranquila.

—Sasuke...— llamó y solo le contestó el silencio.

Con paso firme se dirigió a la habitación y entró, un escalofrío recorrió su columna cuando vió la cama destendida y una mancha marrón oscuro en las sábanas. Era sangre seca, incluso desde la entrada podía olerla gracias a su buen olfato. Nervioso, buscó en el baño y el vestidor, pero no había nadie. Notó que faltaba ropa del trigueño en las gavetas y las perchas. Sasuke no estaba ahí, y hacía bastante tiempo que se había marchado.

Maldijo una y otra vez ¿Dónde podría haber ido? Entonces decidió ir a la casa de los Uchiha. Mikoto lo recibió sorprendida y lo invitó a pasar a la sala. Se alegró internamente de que Fugaku no estuviese ahí.

—Espera, traeré un poco de té— ofreció la mujer y Naruto negó.

—No vengo a hacer visita, necesito saber si Sasuke se está quedando aquí— ella lo miró nerviosa, pero no dijo nada —Ésta situación nos supera a todos, y la verdad no sé como arreglarla... de lo único que estoy seguro es de que no puedo estar alejado de él. Por favor, Mikoto, dime donde está.

—¿Por qué ahora, Naruto? ¿Por qué no lo escuchaste cuando quería explicarte? Conozco a mi hijo y sé que te ama, nunca haría una cosa así. Sin embargo, te fuiste sin más, dejándolo lidiar solo con todo— acusó la mujer. El Alfa agachó la cabeza y tragó para que el nudo que tenía en su garganta bajara.

—Sasuke no es el único que está sufriendo, Mikoto. Dejé que se fuera de gira porque sé lo importante que es para él su carrera, a pesar de que en esa semana se presentaría mi rut. No me importaba pasarlo solo con tal de que pudiera realizarse como profesional, pero cuando regresa descubro fotos de él desnudo y con otro hombre ¡Mi Omega expuesto en internet mientras se acostaba con un Beta!— gruñó enojado. Después de un rato continuó —Pero eso no importa ahora... Ya no me interesa si es verdad o no
lo que ví en esas imágenes, solo deseo encontrarlo... Por lo que más quieras, dime donde está.

—No lo sé— contestó ella y suspiró —Itachi fué el que lo sacó del hospital. Cuando le pregunto por él, me dice que está bien, pero que no quiere ver a nadie. Ni siquiera a mí.

—Entonces hablaré con Itachi.

HEATHER 2 (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora