Capítulo Tres

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Para Quackity, el hecho de ser alguien sociable no quería decir que mantenía amistades lo suficientemente sólidas como para acudir con ellas diariamente o confiarle sus mayores secretos. Realmente no poseía una amistad en la que llegara a sentirse a gusto o sintiera una especie de conexión, teniendo gustos o aficiones en común.

Al menos así era hasta que conoció a Karl.

Al principio no creyó que pudieran llegar a tener una amistad lo suficientemente fuerte como para que Quackity deseara continuar congeniando con el mayor, pero ahí se encontraba, en la casa del castaño mientras ambos comen un par de galletas y conversan de temas al azar, estando en una tranquilidad cómoda que vuelve el ambiente perfecto para los dos.

Hace ya una semana desde que Nick había revelado su identidad al mexicano, una semana desde que le había estado evitando a toda costa aunque en los conciertos no podía llegar a hacerlo, pues él no faltó a ninguno de ellos. El de ojos color negro realmente no le importó mucho ese tema, pues al fin y al cabo estudian en la misma institución y en algún punto volverían a encontrarse, por lo que le divierte tener de aquella manera al menor en edad.

Durante esa semana decidió contactar con el chico que conoció en el primer espectáculo, aquel que le dio su número luego de haber proporcionado toda la información al respecto de la banda y que le afirmó tener una relación cercana a ellos. Lo hizo principalmente para enterarse de donde y cuando serían las próximas actuaciones, pero el chico era realmente conversador y bastante enérgico, además de dulce, por lo que al mexicano le agradó y decidió continuar visitándole todas las tardes luego de salir de su trabajo, incluso se dirigen juntos hacia los conciertos de aquella banda que a ambos les gusta ver.

Probablemente su grupo de amigos clasificaría al castaño como un raro, pues según este contaba, era el único hombre en su grupo de diseñadores, o quizás le dirían suertudo al estar entre tantas mujeres. Sin embargo, Quackity no llega a encasillarlo como tal, pues aunque al principio se sintió incomodo con la personalidad del mayor, al ver sus habilidades con las telas y costuras simplemente sintió que estaba bien tal y como era.

Karl era realmente talentoso y su talento es mostrado al mundo gracias al Dream Team.

¿En qué trabajas esta vez? — el mexicano pregunta con curiosidad mientras le pasa una galleta con chispas de chocolate al mayor, quien se encuentra con un alfiler entre sus labios y la tela entre sus dedos.

Primeramente el castaño coloca las telas en el maniquí, fijando los doblez en su lugar con ayuda de los alfileres, estando libre para así tomar la galleta y darle un mordisco no sin antes agradecer. Los ojos oscuros examinan al maniquí envuelto en telas peluche de un color rosado intenso, aunque no lo suficiente como para llegar al fluorescente; no comprende la visión de Karl respecto a la moda, pero ya ha aprendido que al final todo siempre da buenos resultados.

¿Hablas de esto? — el de ojos grises señala su trabajo luego de tragar, analizando de todos los ángulos posibles aquel desastre de telas que en su cabeza parecía tener un orden — Esto es para Sapnap, es un pedido de uso personal y no para un concierto, pero este rosado...

Karl hizo una mueca asqueada, retirando los alfileres y tomando la tela para dejarla caer sobre la cama, acabando entonces con la galleta de chocolate mientras sus estados de ánimo caían lentamente; estaba bloqueado. Quackity analizó en silencio mientras comía más galletas y le daba otra al mayor; ya era normal entre ellos hablar de los integrantes de la banda, pues a fin de cuenta era un gusto que tenían en común, y la verdad parecía que a Karl le agradaba poder hablar de ello con normalidad, pues la mayoría de sus amigos sólo deseaban ser su amigo debido a su conexión con la banda; sin embargo, Quackity no era exigente de la misma manera que lo eran ellos.

Feral | QuacknapDonde viven las historias. Descúbrelo ahora