Capítulo Catorce

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Los ojos azules del vocalista miraron de reojo como un pelinegro de ojos oscuros se paseaba por la casa, sin ser consciente de que su camisa estaba al revés y que la corbata que tenía estaba mal atada. Devolvió su mirada a su celular para continuar respondiendo los mensajes de sus dos mejores amigos, quienes le deseaban suerte y le enviaban emojis guiñando un ojo, bromeando diciendo algo respecto a su futuro suegro y cosas parecidas. Sólo pudo rodar sus ojos mientras les decía que se largaran de una vez a un hotel.

Hoy había sido la fiesta de graduación de sus dos mejores amigos. No tenía permitido estar en esta puesto que sólo era para quienes se graduaron; sin embargo, había podido estar en la ceremonia hace unas semanas atrás, donde se tomaron muchas fotografías con ellos exhibiendo sus títulos con orgullo.

Probablemente ese día hubiera estado en su solitaria casa jugando videojuegos o algo parecido, puesto las breves semanas de vacaciones habían iniciado y acababan en enero; sin embargo, Quackity le había llamado días antes, invitándolo a cenar. Se sintió confundido al principio por la invitación, pero cuando supo que era en casa de su padre, supo exactamente porque lo quería allí. Sinceramente creyó que al final el mexicano no aceptaría la propuesta de su padre adoptivo; sin embargo, estaba feliz de que él quisiera arreglar las cosas con este, así que no pudo negarse.

Le resulta curioso que acordaran hacer la cena en esa fecha, pero no comenta nada al respecto, porque sabe que Quackity prefiere que sea como un día común y corriente.

Bien, creo que ya estoy listo — los ojos azules de Nick pasaron de su celular al chico que se encontraba frente suya, atinando a cubrir su boca para evitar dejar salir una risa; sin embargo, obtuvo una mirada llena de confusión de parte del mayor — ¿Qué? ¿Ahora de qué mierda te ríes? — el más joven realmente tuvo que esforzarse mucho para no reír al ver la sonrisa nerviosa y el tic en uno de los ojos del mexicano.

Es que... aún tienes la camisa al revés... — y Quackity lanzó un suspiro frustrado, intentando quitarse todos los botones de su camisa negra pero siendo difícil al tener sus manos temblando — Actúas como un niño pequeño que no puede vestirse por su cuenta — dejó su celular de lado para acercarse al mayor, apartando de un manotazo sus manos y siendo él quien quitara los botones de su camisa, no sin antes apartar la corbata roja de su cuello — Tienes que concentrarte, Alex.

Y tú tienes que dejar de llamarme así — la voz de Quackity se escuchó más frustrada por todo el estrés que por la manera en la que le llamó; el menor optó por ignorarlo mientras terminaba con los botones, ya apartándose para que el mayor se acomodara por su cuenta la camisa, quitándosela para darle vuelta, dirigiéndose a su habitación y dándole la espalda al menor — Conoces mi nombre desde mucho antes, nunca te lo dije.

Nick simplemente calló, observando las rosas blancas tatuadas en la espalda del mayor.

Suspiró antes de sentarse en el sillón, mirando como a su lado estaba su mochila con un cambio de ropa y demás cosas. Se había vuelto una costumbre quedarse a dormir en aquella casa, principalmente por petición del mayor; sin embargo el pelinegro de ojos azules debe admitir que de cierto modo le conviene, puesto que últimamente sus mejores amigos ya casi no estaban en casa, y la compañía le mantiene cuerdo.

Abrió su mochila un segundo para ver la caja que tenía dentro, dudando un poco en sacarla, pero cuando escuchó los pasos del mayor acercándose tuvo que dejar eso de lado, enfocando su mirada en él y dándose cuenta de cómo batallaba para colocarse la corbata; le ayudaría con ello de no ser porque tampoco sabía muy bien como colocársela.

Igual te ves bien sin la corbata — alzó sus hombros mientras le veía de su lugar, pero el mexicano hizo una pequeña mueca, empeñado en tener que llevar la corbata; por suerte, luego de un vídeo tutorial, logró colocarse la corbata correctamente, luciendo orgulloso — ¿Todo listo? — el más bajo estuvo cerca de dar una afirmación, pero luego de pasar una mano por su cabello y toparse con su gorro, acabó por negar.

Feral | QuacknapDonde viven las historias. Descúbrelo ahora