Capítulo Ocho

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Avanzó con cansancio por los pasillos de la universidad, siguiendo a su grupo de amigos y con un par de ellos imitando sus pasos desde atrás, como si se aseguraran de que no se iría como solía irse últimamente cuando hacían de las suyas. Quackity se había distanciado inconscientemente de su grupo de amigos desde hace bastante, al principio, todo era con un objetivo en mente que para cumplir necesitaría alejarse de los idiotas con los que siempre estaba, pero ahora era tan difícil volver a integrarse a ellos sin sentirse inconforme.

Ahora resultaban ser tan irritantes, pero debía de colocar una sonrisa lo más creíble posible, ellos no podían darse cuenta de su actitud hacia ellos, aunque probablemente ya tenían una ligera sospecha de que algo estaba ocurriendo con él.

Ese día había estado lleno de exámenes y la verdad quería aprovechar el receso para comer de algún aperitivo, pero sus amigos habían estado muy insistentes pidiendo que los acompañara, por lo que no tuvo de otra más que aceptar, siguiéndolos a regañadientes hacia ningún lugar en específico, saludando a algunos conocidos y a otros no tan conocidos que se encontraban por el camino.

Estaba buscando una manera de escapar sin que se notara sospechosa, pero hasta los momentos aquello no había sido posible. Ni siquiera cuando las fanáticas del Dream Team lo acosaron fue tan difícil escapar de ellas.

Hablando de ello, era una suerte que ese tema ya hubiera sido dejado de lado, el director se había encargado de mantenerlos alejados de él y con el pasar del tiempo, ya ninguno se mostró interesado en confirmar si realmente había sido el chico del vídeo o no.

Avanzó escondiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón, yendo a un paso relajado y con la expresión de su rostro mostrando desinterés. Un chico se había cruzado en el camino de aquellos que iban adelante y ahora se estaban quedando atrás por decidir en perder el tiempo en darle una lección al pobre, patético, pero le era beneficioso pues le había ayudado a deshacerse de ellos. Sólo tenía que tomar distancia de los de atrás, quienes le seguían justo como perros, en espera de cualquier orden o alguna razón para atacar.

Quackity sólo pudo rodar sus ojos con fastidio, decidiendo distraerse de mientras al fijarse en donde se encontraban en ese momento. Aquellos eran los salones de computación, la mayoría de carreras que trabajaban en esa área se encontraban allí, ya sea estudiando o teniendo alguna clase, se podía notar la diferencia gracias a las ventanas que daban para cada salón; todo era para vigilar a los estudiantes y asegurarse de que no hicieran trampas en las pruebas, aunque de una u otra forma siempre se las ingenian para hacerlo.

El mexicano se detuvo completamente en una de estas ventanas que mostraban el interior de un aula donde se estaba llevando a cabo una clase. Cualquiera de sus amigos lo encontraría todo tan aburrido, pero se había detenido por algo en específico, más bien por alguien.

Nick se encontraba sentado prácticamente en el fondo del aula, enfocando su atención en probablemente sus apuntes, mordiendo la punta de su bolígrafo mientras era ajeno a lo que su clase hacía, estando todos aglomerados en una computadora, probablemente mirando algo que no tenía nada que ver con la clase al no encontrarse el profesor cerca. Estaba seguro de que su clase jamás notaba su presencia, pero el menor no luce muy afectado por eso.

Ya han pasado un par de días desde aquella noche donde sus labios se juntaron. Desde entonces ellos no volvieron a encontrarse o siquiera hablar del tema, aquellos mensajes que solían intercambiar en la noche se habían detenido completamente y evitaron cruzarse en la institución. Luego de aquel beso, ambos parecieron actuar con normalidad mientras bebían con los demás, pero al día siguiente ninguno volvió a hablarse.

Quackity mordió su labio inferior mientras sacudía un poco su cabeza, intentando alejar aquellos recuerdos de ese momento en su cabeza, pues por más que ambos fingieran haberlo olvidado, no quitaba el hecho de que ese momento se reprodujera en su cabeza una y otra vez, rememorando el sentimiento de sus labios junto a los del menor, encajando tan perfectamente que llegó a parecer irreal.

Feral | QuacknapDonde viven las historias. Descúbrelo ahora