Capítulo Diez

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La atracción sexual es común entre los seres humanos. Normalmente puede llegar a producirse durante el primer encuentro; sin embargo, también puede llegar a desarrollarse lentamente, como un deseo creciendo desde el interior y del cual no serás consciente hasta que las llamas estén fuera de control, incapaces de extinguirse a menos que sus deseos sean complacidos.

Para ese momento sus acciones serían controladas por sus instintos, sus cuerpos se guiarían por el deseo y buscarían apagar ese calor que les azotaba con desesperación, yendo con prisas y sin paciencia.

El fuerte golpe de la puerta cerrándose resonó en aquella silenciosa casa, llenándose ese silencio por el sonido de sus labios chocando, ambos estando en la oscuridad del lugar y sin tomarle mucha importancia más que a mantener sus cuerpos unidos, quejándose ante la ropa estorbosa. Ambos tropezaron con un par de muebles mientras intentaban avanzar por la casa, por poco el mayor de los dos cae al chocar con una mesa; sin embargo, el menor tomó fuertemente su cintura, moviéndose ambos a ciegas por el lugar.

Una risa divertida se escapó de los labios de ambos por la situación, sonriéndose en medio del beso mientras sus manos se afirmaban al cuerpo del otro. En algún momento dado una chaqueta de cuero cayó al suelo, pero no fue de importancia cuando la espalda del vocalista chocó con la puerta cerrada de lo que era la habitación del mexicano, siendo abierta a duras penas por el dueño de esta para así poder adentrarse al espacio ligeramente iluminado por el brillo de la luna que entraba por la ventana.

Continuaron avanzando mientras batallaban por el control de la situación, justo como dos depredadores en busca de reafirmar su poder sobre el otro; sin embargo, no era una lucha tan sencilla y al contrario de frustrarlos, los motivó. El mayor de los dos fue quien chocó con su cama de dos plazos, cayendo de espaldas a ella y por consecuencia, llevándose consigo al texano al tirar con fuerza del cuello de su camisa vino tinto, teniendo el menor buenos reflejos como para colocar dos manos a cada lado de su cabeza, evitando caerle encima.

En ese momento sus miradas se conectaron, ambos jadeantes y con un ligero sonrojo adornando sus mejillas. Los extremos de la bandana de Sapnap cayeron por un lado, colgando cerca de Quackity mientras el gorro de este último se había caído por completo, revelando su cabello oscuro por completo y mostrándose incluso un poco más largo que el del vocalista de vendajes en su rostro.

El de mirada azul ni siquiera había tenido el tiempo suficiente como para arrancar sus vendas de su rostro, pero agradecía que al menos sus ojos hubieran podido admirar el estado del mayor en ese momento, con su pecho subiendo y bajando por la agitación, sus mejillas algo rojizas y sus ojos oscuros brillando maravillosamente ante el reflejo de la luz de la luna cayendo por su cuerpo. Un par de mechones desordenados de su cabello oscuro caían por su rostro y sus labios entreabiertos estaban hinchados y rojizos, incluso algo rotos por la fuerza de las mordidas que había recibido.

Era un completo desastre, pero no era suficiente para el vocalista.

Es por ello que quiso sacar los vendajes molestos que ocultaban parte de su identidad, pero antes de poder hacerlo, las manos traviesas de Quackity pasaron por detrás de sus muslos, notando lo gruesos que eran antes de sujetarlo desde allí para poder aprovechar la sorpresa y hacer sus cuerpos girar, cambiando abruptamente las posiciones para su beneficio, siendo el mayor quien se encontraba arriba ahora.

No hubo retardos ni espera, con su cuello siendo atacado rápidamente por los dientes del mexicano, no teniendo ternura ni dulzura, ese tipo de sentimientos no los habían de por medio en cada una de sus acciones, predominando el deseo y el placer, guiándose por sus deseos carnales.

Podía sentir cada mordida o chupón que era dejado sobre su cuello blanquecino, justo como si no quisiera dejar alguna zona libre de sus marcas, sin preocuparse de que alguien más pudiera llegar a verlas, sin preocuparse del futuro y sólo centrándose en el presente. Se quejó de un par de marcas, con otras sólo pudo limitarse a suspirar placentero, cerrando sus preciosos ojos azules mientras se dejaba llevar por las sensaciones, teniendo en cuenta que gran parte de las cosas que hacía el mexicano lo había hecho miles de veces antes, teniendo experiencia con ello.

Feral | QuacknapDonde viven las historias. Descúbrelo ahora