Capítulo Doce

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Escuchó golpes en la puerta que le hicieron despertar inevitablemente. Se quejó con molestia conforme se retorcía un poco aún enredado en las sábanas de su propia cama, estirándose en busca de despertarse un poco más. Una vez hecho, con una de sus manos alejó los molestos vendajes que cubrían sus ojos azules y observó el techo de la habitación mientras fruncía ligeramente el ceño, dejando que los recuerdos del día anterior llegaran a él.

Nick sólo bostezo antes de intentar sentarse en la cama, arrepintiéndose de inmediato para mejor permanecer recostado en esta, maldiciendo las punzadas dolorosas en su cintura. Cuando estuvo más despierto y fue del todo consciente de sus acciones, el golpeteo en la puerta principal de la casa volvió a escucharse, bufando antes de girarse y tomar las sábanas para acurrucarse en ellas; Dream o George abrirían la puerta por él.

O eso pensó hasta recordar que ellos no estaban en casa, y que su visita probablemente sería su madre.

Se había olvidado por completo del hecho de que Dream le había advertido el día anterior que tendría visitas. No le tomó importancia en su momento, principalmente porque deseaba olvidarlo para evitar sentirse ansioso durante la presentación. Ellos se preocuparon y consideraron quedarse con él, pero les insistió en que se marcharan, pues si no mal recordaba, irían a visitar a la madre del rubio. Les dijo que podía manejarlo y luego lo olvidó completamente

Luego de hacer un pequeño berrinche —bastante infantil, cabe destacar— decidió tomar fuerzas para colocarse de pie en la cama, siendo interrumpido por un quejido que provino de su lado. Cuando se giró a mirar de que se trataba aquel sonido, sus ojos azules se abrieron con pánico mientras los golpes a la puerta se volvían más intensos e insistentes, reconociendo de inmediato al chico pelinegro que dormía plácidamente a su lado en la cama, carente de ropajes por lo que se podía ver puesto que no poseía sábanas encima, se las había arrebatado segundos antes al adueñarse de ellas.

¡¿Qué mierda...?! ¡¿Por qué carajos sigues aquí?! — Nick de inmediato reaccionó en pedir explicaciones, puesto que creyó que para cuando despertara, el mayor ya se habría marchado justo como lo hacía con todas sus aventuras; sin embargo, él continuaba allí, sin responder puesto continuaba dormido — ¡Quackity! — lo empujó con intenciones de despertarlo, pero no reaccionó ni aunque le hubiera pellizcado un brazo — ¡¿Te moriste?! — continuó hablando solo, porque el mayor no le respondió.

Podía ver su pecho subir y bajar, pero aunque estuviera vivo no significaba que estaba del todo aliviado, puesto si realmente se trataba de su madre la que estaba tocando la puerta, las cosas no estarían muy bien y el mexicano no estaba ayudando para nada al tener un sueño realmente pesado.

Maldijo mientras esta vez se levantaba de golpe de la cama, arrepintiéndose cuando tuvo que tomar unos segundos para recuperarse de las punzadas de dolor que le azotaron tras esa acción tan brusca. Pateó la ropa regada en el suelo debajo de la cama y pensó en meter al mexicano allí, pero aunque fuera pequeño, no entraría debajo.

Se dirigió a su armario y sacó una pijama para que sus futuras excusas por no abrir la puerta de inmediato tuvieran bases, colocándose encima una gran sudadera negra y unos pantalones cortos tal y como gustaba vestir; lastimosamente para cuando dio una mirada a su reflejo en el espejo, tuvo que desechar rápidamente aquellos pantalones, pues sus rodillas tenían moretones y si la prenda llegaba a alzarse de más, se podrían apreciar la serie de marcas de mordidas y chupones que estaban en el interior de sus muslos.

Cambió sus pantalones por unos más largos antes de salir apresurado de la habitación, no sin antes cubrir con las sábanas por completo al mexicano, esperando no despertara por un par de horas más. Intentó arreglar su cabello despeinado inútilmente conforme iba avanzando por la casa en dirección a la sala principal, teniendo intenciones de abrir la puerta; sin embargo, se detuvo inmediatamente al ver como justo una mujer de cabello oscuro cerraba la puerta de entrada como si nada, encontrándose sus ojos azules con los de la fémina, siendo los de ella más oscuros.

Feral | QuacknapDonde viven las historias. Descúbrelo ahora