Capítulo Siete

3.7K 289 1.1K
                                    

Las semanas estaban transcurriendo con rapidez, demasiada para su gusto. Nick sólo mordía sus lápices con ansiedad, jugaba con los vendajes limpios y recién cambiados de sus brazos y balbuceaba un par de incoherencias cuando divagaba en su mente sobre sus preocupaciones.

Sólo faltaban pocos meses para que sus dos mejores amigos se graduaran finalmente. Claramente estos habían estado mucho más enfocados en todo eso, encargándose de cubrir gastos, ayudar con la planificación de la decoración del salón para la graduación y demás temas de su carrera; aunque no se encuentren estudiando lo mismo, habían corrido con la suerte de salir graduados en el mismo grupo, por tanto lo celebrarían al mismo tiempo.

El pelinegro de ojos azules estaba orgulloso de ellos, pero por otro lado eso significaba que acabaría solitario en la universidad en algún punto, pues para el año siguiente sería el turno de Bad y con ello no tendría de nadie más con quien desayunar o hablar en los tiempos libres. Por otro lado también estaba el tema de su relación con cierto mexicano pelinegro de ojos oscuros; es decir, no es como si hubieran vuelto a pelear, sorprendentemente no habían tenido un choque en la institución desde hace meses y eso lo reconfortaba.

Pero tiene la ligera impresión de que Quackity se siente atraído a Karl, y aunque anteriormente le había preguntado al castaño de ojos grises si gustaba del más bajo y este le respondió que no, su decisión podría cambiar.

Conocía a Karl desde hacía años, eran muy buenos amigos y un par de veces se juntaban para dormir juntos ya sea mirando series o teniendo una noche donde cuidaban su imagen entre conversaciones interesantes sobre la vida de los demás. Sabía todo de él y viceversa, por ello no le había resultado complicado notar como actuaba más cariñoso de lo normal cuando el mexicano estaba cerca y siempre giraba alrededor de él cuando estaba presente.

Sabía cuándo Karl estaba enamorado y si aún no lo estaba de Quackity, significaba que estaba comenzando a sentirse atraído por él y no se ha dado cuenta de ello. Y debería de estar feliz de que su amigo encuentre de alguien que ame y le haga feliz, pero una parte de sí duele, porque eso significa que para ello tendría que apartarse para dejarle el camino libre a Karl.

No sabía qué hacer.

Se dirigió a los baños de la universidad musitando un par de maldiciones ante su irritación. Había sido expulsado de su clase por no poder prestar atención a esta misma, así que sus planes serian ir al baño para humedecer su rostro e intentar despertarse de su mundo de ensoñación, dejar de pensar en su vida por unos segundos e intentar concentrarse en su vida estudiantil.

Sin embargo, cuando se encuentra frente a la puerta de uno de los baños para hombres, se ve obligado a detenerse abruptamente, reteniendo la respiración mientras algunas voces en tonalidades sospechosas se escuchan del otro lado. Al principio sólo puede escuchar suspiros y balbuceos bajos, pero al cabo de unos segundos resuena un chasqueo que provoca que su cuerpo retroceda, frunciendo su rostro en una mueca asqueada y dispuesto a dar media vuelta para dirigirse mejor a los baños del primer piso.

¿De verdad crees que no nos escucharan aquí, Quackity? — vociferó una voz femenina dentro de los baños, y ese fue el alto del menor, con el nombre del mexicano resonando en su cabeza una y otra vez.

Todos están en clases, nosotros tenemos hora libre, nadie se va a enterar, bonita...

Nadie... Nick no está muy seguro de ello, y quizás entraría para arruinar el momento, pero prefirió no ver con sus propios ojos como cierto mexicano de ojos oscuros tenía sexo con una chica cualquiera que de seguro le idolatra. Era demasiado joven como para presenciar una escena tan desagradable como esa.

Porque eso era Quackity, alguien desagradable; ¿Cómo había podido olvidarlo? Sinceramente quiso reír por lo estúpido que fue al olvidarlo, reír con tanta fuerza que resonara por toda la institución sin importar qué, pero prefirió callar. Se retiró en completo silencio hacía los baños del primer piso, apretando sus puños con una rabia que crecía dentro de sí, como si una pequeña chispa hubiera comenzado un fuego capaz de quemar todo lo que le rodeara.

Feral | QuacknapDonde viven las historias. Descúbrelo ahora