Capítulo Cuatro

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Puede escuchar la música a todo volumen dentro de aquella casa amplia y notablemente costosa, las bebidas van de un lado a otro y la mayoría de las personas que gozaban de la fiesta se encuentran sudados ante la gran cantidad de cuerpos juntos. Los ojos oscuros de Quackity buscan rostros conocidos, adentrándose entre la multitud mientras recibía saludos de por medio, sin conocer a la mitad de las personas que probablemente si le conocían.

Mantiene su sonrisa por cordialidad, acepta algunos tragos que le ofrecen y por un momento alcanza a ver al dueño de la casa saludándolo, quizás incluso agradeciéndole por su ayuda de traer a tanta gente, porque mientras más personas se unan a la diversión, más alcohol.

Es complicado encontrar a su grupo en medio de todo ese desastre, por lo que decide distraerse de mientras con un pequeño grupo de personas que mantiene una conversación amena, contando cosas que le impresionó conocer; los chismes siempre le sacaban sorpresas. Hay un vaso plástico y rojizo en su mano, no puede decir con exactitud cuál es su contenido, pero puede sentir el alcohol bajar por su garganta y eso es suficiente; si hay alguna droga no podría saberlo, pero hasta ahora no se ha visto afectado por alguna alucinación, tampoco siente euforia y el único calor que azota a su cuerpo es por culpa de la falta de fluidez de aire en ese lugar.

La semana había transcurrido entre tareas, trabajo y un par de salidas nocturnas para escuchar un poco de buena música. Quackity se encontraba sumamente agotado y eso podía notarse por las ojeras que adornaban bajo sus preciosos ojos oscuros como la noche; sin embargo, aunque consideró faltar a la fiesta del fin de semana, concluyó que sus amigos tenían en parte razón sobre el hecho de que los había estado descuidando mucho; una fiesta junto a su grupo no lo mataría, ¿O sí?

No tenía mucho de qué preocuparse, tenía el domingo libre y ya había planificado sus actividades de ese día; dormir, comer y volver a dormir. Acostumbrarse a su nueva rutina diaria era complicado pero poco a poco lo iría logrando, de mientras necesitaba minimizar el estrés, la tensión y la frustración que se acumulaba en su cuerpo, y el alcohol con un par de amigos lograría apaciguar todas aquellas emociones almacenadas.

Colocaba en duda que cierto pelinegro de ojos azules asistiera a una fiesta de ese estilo, pero una de las principales razones por las que se encontraba allí era para descubrirlo.

Durante la primera hora en ese lugar decidió controlarse en cuánto a beber. Aún no ubicaba a sus amigos ni tampoco había visto señales de Nick, pero se mantuvo circulando entre las personas, mostrando sonrisas bonitas y coqueteando con las chicas que mostraban interés en su persona.

Relució esa noche con una camiseta de botones con estampado floreado, algo que no a muchos les quedaba bien, pero que en alguien como él se ajustaba a la perfección, teniendo un botón en la parte superior desabrochado; los pantalones blanquecinos que utilizaba se ajustaban muy bien a su cuerpo y no ha de faltar aquel gorro que esconde el largo de su cabello oscuro. Es casual, se siente cómodo con ello y sabe que la mayoría de miradas que trae encima sólo le devoran en silencio, porque todos le desean y eso no es un secreto.

A ese punto algunos de los invitados ya se encuentran haciendo de las suyas por culpa del alcohol. Hay celulares por todas partes, personas grabando historias para subir a sus redes o vídeos que pensaban guardar para más tarde reír de los buenos momentos. Las fiestas universitarias allí siempre solían ser así; aunque Quackity puede asegurar que las suyas siempre son las mejores, insuperables.

Con cuidado mueve su muñeca para mezclar el contenido alcohólico de su vaso mientras sus ojos se pasean por el lugar. Se encuentra en la amplia sala con un par de chicos que hablan de un tema que realmente perdió su interés desde hace rato; busca de alguien más interesante a quien acudir, pero sigue sin ver a sus amigos y le hace pensar que quizás hayan decidido faltar, pero eso era imposible, ellos nunca faltaban, menos si él iba a asistir.

Feral | QuacknapDonde viven las historias. Descúbrelo ahora