Capítulo Cinco

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Las personas podían cambiar, eso lo sabia perfectamente Nick, pero a pesar de ya haber transcurrido un largo tiempo desde que Quackity ahora le llevaba hasta su casa, continuaba sin creer que aquello estaba sucediendo.

Aún no sabe que tipo de relación mantienen ambos, después de todo mayormente intercambian insultos y buscan tomar el control, pero hay momentos donde simplemente se mantienen en silencio, pensando en otros asuntos pero disfrutando de la compañía del contrario aunque no lo admitieran. Ellos eran el tipo de personas que en momentos de angustia parecían apoyarse en silencio, prefiriendo callar para evitar empeorar la situación y hacer saber que estaban allí.

Eran demasiado extraños.

A pesar de ello ninguno quiso indagar a fondo que tipo de relación tenían ahora que el odio había minimizado, por lo menos no habían tenido una pelea entre ambos desde hace unas semanas, pero Nick no aseguraba que no hubiera alguna, no tomando en cuenta la clase en la que ambos fueron tachados, tan diferentes entre sí, que la sociedad vería como una abominación que se junten.

No importaba que ahora pudieran intercambiar palabras con normalidad, como si fueran amigos no tan cercanos; la visión de los demás hacia Quackity era importante para él, que tenga a todos a sus pies y comiendo de la palma de su mano era lo que deseaba, y Nick dudaba que el mexicano estuviera dispuesto a abandonarlo todo sólo por una simple amistad con un perdedor.

El de Texas no puede decir que no ha apreciado el apoyo del mayor en cuanto a llevarle a casa, estaba verdaderamente feliz de incluso poder intercambiar un par de palabras y conocerse paso a paso —aunque no lo demostrara—, realmente deseaba muy dentro de sí que nada se terminara, que no hubieran impedimentos para continuar juntos; sin embargo era cuestión de tiempo para que las primeras amenazar y advertencias llegaran a él.

Su cuerpo fue estrellado con fuerza hacia los casilleros grises ubicados en los pasillos de la entrada de la universidad. El lugar se encontraba desolado debido a la concentración de estudiantes en la cafetería para desayunar, por lo que en esos instantes no parecía haber algún alma amable capaz de detener aquel acto cruel y vil por el grupo de estudiantes de mayor edad que Nick.

Su quejido junto al estruendo gracias al golpe resonó en el lugar como un eco, acompañado de las risas de aquellos que le rodeaban, siendo un grupo de tres que realmente el pelinegro no reconoció. No era la primera vez que algo así sucedía; muchas personas adoraban a Quackity por lo que la mayoría siempre hacia lo necesario para alejar a quienes consideraban malos de él; no sabe si el mexicano es conocedor de aquello, pero a sus espaldas muchas cosas sucedían sin su permiso probablemente.

Quizás esto te recuerde en que lugar estás, idiota — los ojos azules del menor se mantienen en los pares de zapatos de aquellos tres, evitando conectar su mirada con ellos, se enojaban cuando creías tener el permiso o poder de mirarlos directo a los ojos; a pesar del golpe directo a su estómago, jamás alzó su mirada — Y que jamás podrás igualarnos a nosotros o a Quackity.

Y te recordamos que sabemos tu sucio secretito — la respiración del más joven se cortó, no solamente por el siguiente golpe que llegó nuevamente a su estómago, sino por las palabras de aquel, temiendo de lo que podría ser — Alguien como tú jamás podrá estar con alguien como él — y tras ser su cabello sujetado con fuerza y empujada su cabeza contra los casilleros, los tres chicos se marcharon como si nada, empujándose entre sí y riendo.

En silencio, agradeció por saber que el secreto no se trataba de su doble vida siendo vocalista de una banda popular.

Nick los escuchó marchar, pero sólo se deslizó por el casillero hasta acabar sentado en el suelo, normalizando su respiración dentro de lo que cabe, pues por cada bocado de aire que tomaba, algo en su estómago dolía, pero podía soportarlo, había recibido golpes mucho peores antes.

Feral | QuacknapDonde viven las historias. Descúbrelo ahora