Epilogo

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Los aplausos no cesaban, al igual que los pétalos de distintos colores que caían sobre ellos. Se habían dado ese largo beso, tan casto y cálido que parecía como si fuese el primero. Desde lo lejos se veían a los amigos del pelinegro, y sabia que aunque su relación con su familia no fuera lo suficientemente buena, seguían siendo su familia y le tenia algo de aprecio.

En cambio Victor solo tenia a su hija y Mackachin, todos lo demás invitados eran amigos muy cercanos de el y Yuuri, Pichit ya se encontraba llorando sobre el hombro del suizo, este acariciando su cabeza con cariño y tratando de no reírse por las caras que ponía el moreno.

Los dos vestían un traje negro y que en algunas partes era blanco, pero lo que mas lo distinguían eran los cristales que decoraban la espalda de cada uno, mientras mas bajaba estos se eran aun mas pequeños. Los aplausos seguían resonando junto al sonido de la brisa del bosque, las hojas y ramas chocando la una con la otra, al igual que esos corazones que se acababan de unir en uno.

Ambos tenían una radiante sonrisa en sus rostros, que hasta sus mejillas llegaban a doler un poco aunque eso no les importaba mucho, sentían una extraña sensación de calidez y la felicidad no podía ser menor.

Una cabellera castaño claro se lograba ver desde la lejanía, observando desde las sombras a todas las personas celebrando esa boda, había estado tan lejos que no sentía nada al ver eso pero por alguna razón quería venir a ver esto, algo dentro de ella la obligaba a hacerlo, como si su cuerpo y mente actuaran por si mismos. Su vestido largo celeste claro se movió al ritmo del suave viento, acomodo su gorro sobre su cabeza y se fue por donde logro llegar.

No había porque arruinar la boda a alguien a quien no le guardaba ningún tipo de remordimiento u odio, y menos a esa pequeña niña, sabia perfectamente que era su hija, de su propia sangre aunque no se notase mucho, pero ese cabello ondulad y gruesas cejas la delataban, se veían felices y como una buena familia.

Tres meses después

Sintió como unos labios se posaban sobre su cuello, la respiración caliente chocando contra esa parte tan sensible y la humedad quedando impregnada en su piel, sus  hombros se levantaron inconscientemente y se volteo para mirar como Yuuri se burlaba de el.

- ¡Oye!, no seas malvado- le grito aun sabiendo que posiblemente Erika vendría corriendo para observar que estaba pasando, pero nunca llego.

De pronto se escucharon un montón de carcajadas al final del pasillo, ninguno de los dos quiso mudarse a otro lugar, el departamento era lo suficientemente especioso y hasta sobraba una habitación, el timbre sonaba insistentemente, el peliplateado se seco las manos en el mantel negro que colgaba en el mueble, seguramente era Chris y Pichit, habían dicho que un día de estos vendrían a charlar y jugar con Erika.

Abrió la puerta con todo el entusiasmo del mundo, pero grande fue su sorpresa al encontrarse a ese hombre que siempre usaba traje y corbata, su pelo con canas peinado hacia atrás y una mueca de seriedad que parecía nunca acabar.

-Hola Victor- saludo y una sonrisa sínica se formo en su rostro, como si tratase de ocultar todo el enojo y odio hacia su propio hijo.

La expresión en la cara del peliplateado cambio por completo, hablo con una voz sin ningún sentimiento.

-¿Que haces aquí?- le respondió, sin dejar que el mas viejo lograse entrar a su casa, donde Yuuri y Erika estaban jugando, ellos no  merecían pasar un tal mal rato por culpa de su padre gruñón y amargado.

-Bueno, me entere de tu boda y te recuerda que Erika sigue siendo mi nieta, no hay nada que me impida venir aquí- continuo hablando con sus manos detrás de la espalda- y también que e casaste con ese Yuuri, ¿acaso no quieres estar con alguien que no sea un hombre tan...horrible?-.

Warm Rain [Victuuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora