Con cuidado tome el hervidor negro, mis ojos otra vez agotados se dirigieron hacia mi pequeña hija de apenas tres años y medio, verla comer felizmente me hacía feliz a mí también, aunque no lo demostrará cuando estaba fuera de casa. Observe como el agua dentro de la taza se oscurecía apenas un poco por la bolsa de te llena de pequeñas hiervas, sople apenas un poco sobre la taza con diseño de perritos y di un largo sorbo, sintiendo el calor bajar por mi garganta y perdiéndose en mi estómago.
-Muy bien, Erika es tiempo de irme- le dirige la palabra mientras terminaba de tomar desayuno, lo bueno de hoy es que las clases para los de primer año comenzaban más tarde, para que ellos pudieran orientarse dentro de la universidad o algo parecido, en realidad no había escuchado muy bien que me había dicho el director durante el día de ayer, pues yo sabía perfectamente que tendría que explicarles a los estudiantes por más de dos horas la materia que hemos visto, al pensar en eso no pude evitar suspirar pero la voz de mi hija me trajo de vuelta al mundo real.
-¿Papá?- me pregunto- te sien...tes mal?- ella alargo la "a" al final, sonreí y le acaricie la cabeza con cariño.
-Me siento bien, solo que no quiero ir a trabajar pero tú sabes qué debo hacerlo- le hable más entusiasmado- ¡Papá traerá dinero a casa enseñándole literatura a los universitarios¡- grite fuertemente mientras subía mi pie derecho a la silla y levantaba mis brazos. Erika solo comenzó a reír y a aplaudir a la par conmigo, escuche los golpes en la puerta y fui casi corriendo hacia ella.
Esta vez Mila debía trabajar y Chris, uno de mis mejores amigos siempre viene a cuidarla, con mi mano derecha abrí el cerrojo y sentí unos brazos rodeándome rápidamente, me di media vuelta con una mueca en mi cara.
-¿Acaso ya no me quieres?- le hable de tal manera que me escuchaba como un amigo empalagoso, le mire directamente a los ojos y camino hacia mí para saludarme apropiadamente.
-Buenos días querido- escuche aquel apodo que siempre le daba a las personas más cercanas a él, y me deje abrazar por unos cuantos segundos.
-Bien, es hora de irme- hable hacia los dos en la habitación- adiós mi pequeña Erika- dije cariñosamente y bese su cabeza con suavidad, luego me acerque a Chris y deje un casto beso sobre su mejilla- gracias por cuidarla.
-Siempre es un placer- asentí ante sus palabras y salí de casa, era bastante temprano como para volver a sentirme como la mierda, yo debo trabajar para tener dinero y así poder hacer feliz a Erika, ella era lo más importante que tenía en mi vida y lo único que quedaba de lo que alguna vez llego a ser una familia. Rápidamente saque esos pensamientos y muy malos recuerdos de mi cabeza, salí del automóvil y sacudí un poco mi flequillo con la mano izquierda.
De nuevo, año tras año, explicar todo como si fuera un maldito robot, no sé en qué momento exacto deje de amar el trabajo de enseñar a los demás pero ya había sucedido, y no había de otra, no iba a tirar más de dos años estudiando a la basura. Lleve mi mano que estaba desocupada a el pecho, tratando de sentir algo, por supuesto que escuchaba el latir de mi corazón, pero no había nada de calidez, o aquel dolor en la mejillas cuando sonreía demasiado, aunque solo Erika sacaba esas raras sonrisas que yo hacía, antes yo era una bola de sonrisas andante y solo estando en casa lograba sentirme como cuando era un adolescente que no tenía demasiadas preocupaciones pero ya era un adulto, tenía cuentas que pagar y dinero que hacer por mí mismo para poder sustentarme a mí y a Erika.
Seguí caminando por los grandes y largos pasillos de la universidad, eso era lo malo de que fuera una universidad tan prestigiosa, ¡todo era gigante¡ , al principio me perdía muchas veces pero aprender a memorizar las salas fue algo que logre hacer mientras trabaja aquí, esta vez debía ir a la sala A102, no estaba tan lejos como pensaba, pero en estos momentos estaba en el primer piso y esa maldita sala estaba en el quinto piso, pensaba ahorrarme el viaje y subir por el ascensor, pero para mí mala suerte este estaba averiado.
Solté un gruñido seguido de un suspiro frustrado, primer enojo del día pensé sarcásticamente en mi cabeza, era capaz de subir más de tres escaleras que eran gigantes y casi infinitas, era el profesor, así que la clase no podía comenzar sin mí, agregándole de que aun faltaba tiempo para que sonara el timbre pero se me había hecho una costumbre llegar siempre temprano y esperar que todos los estudiante entraran a las salas.
Con maletín en mano comenzó a subir los peldaños, lentamente para no cansarme pero mis piernas parecían gelatina cuando llegue al salón, respire hondo y puse la cara seria de siempre, bueno, en realidad la única cara que tenía cuando trabajaba.
Cuando entre no mire nada más que el escritorio y la silla, casi corrí para llegar a esta y poder descansar mis piernas aunque sea por apenas unos segundos, cuando logre hacerlo, empecé a revisar las hojas llenas de resúmenes con las materias y algunos panfletos que el director me había pedido que le entregara a los nuevos estudiante de mi clase.
Busque unos plumones negros y escribí en la pizarra, para ya poder tener todo listo de antemano, el timbre sonó repentinamente y el bullicio de personas conversando llego a mis oídos, y si darme cuenta el salón estaba casi lleno.
-Muy bien, me presento- les hable sin mirarlos directamente pues aún me encontraba escribiendo- soy el profesor Victor Nikiforov, durante este años yo seré su profesor de literatura y espero que todos en la clase se mantengan en silencio, ya con el tiempo me conocerán y seguro de que ya habrán escuchado de los rumores sobre mí.
Total silencio fue lo que hubo.
Sonreí al ver que captaban lo que les había dicho y explique todo lo que había estado escribiendo durante estos diez minutos de larga espera, ya después de al menos dos horas, era tiempo de pasar la lista y saber sus nombres.
Tome el papel con los nombres y comencé a nombrarlos rápidamente, dándole una mirada de reojo que no alcanza ni a durar un segundo.
-Pichit Chulanont- aquel nombre se me hacía bastante familiar, pero ignore ese pensamiento, y solo seguí dictando nombres, hasta que mis ojos se posaron en el nombre que estaba escrito allí. Eso no podía ser cierto, ¿verdad? Trague saliva fuertemente y logre que mis cuerdas vocales volvieran a funcionar y moverse correctamente.
-Yuuri Katsuki- lentamente levante la mirada, entre todos lo estudiante que había, el levanto su mano para hacerse notar entre la multitud de personas.
-Presente- y fue ahí cuando lo vi, con un chaleco que tenía un estampado de solo líneas de diferentes tamaños y tonalidades, unos anteojos azules que eran algo grandes y cuando mire directamente a esos orbes azabaches, sentí como si mi visión se aclarara y se llenara de más luz. Mis labios estaban entre abiertos cuando hable, mi corazón comenzó a latir como hace mucho tiempo no lo hacía y perdí el completo control de cuerpo, no podía ni siquiera mover un dedo de mis manos.
Me le quede mirando por unos segundos que para mi parecieron eternos.
Pero todo ese ambiente se desvaneció cuando el desvió la mirada hacia el compañero de al lado, y uno de los alumnos se me acerco para pedirme los folletos, y como nunca antes había sido, asentí frenéticamente y algo desorientado mientras le pasaba los papeles, volví al escritorio y el dolor punzante que tan familiar se me hacía volvió, rebusque entre mi maletín unas tabletas y trague una rápidamente.
Levante la mirada pero Yuuri ya no estaba, al menos pensé que me reconocería pero no fue así, tal vez cambie mucho en tanto tiempo sin vernos, mi cara siempre estaba pálida y sin una pizca de luz, hasta unas ojeras se me veían si me miraban atentamente y de cerca, durante la jornada de la mañana intente desviar mis pensamientos y concentrarme en enseñar, por alguna razon esperaba encontrarme con Yuuri en la universidad, pero esta era tan grande que lo que mi corazón anhelaba fue imposible.
Habia estado tanto tiempo pensando en eso que el dolor de cabeza que ya se habia vuelto rutinario en mi día a día, volvio otra vez, rápidamente busque una tableta en mi maletín y tomo un poco de agua que tenia en mi oficina.
Camine hacia la puerta para poder ir a la reunión de profesores que estaba programada desde hace unos días, pero lo único que recibí fue un golpe en la cara, de la nada la puerta se abrió y sentí un gran dolor en parte de mi nariz y frente, pero el dolor aumento al caer al piso y golpearme en la cabeza fuertemente.
Desorientado mire hacia al lado donde habia caído la botella con agua y lo único que escuche después fueron gritos, hasta que finalmente mis ojos se cerraron y quede en la completa oscuridad.
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Warm Rain [Victuuri]
Fanfic¿Cómo fue que tan solo ver esos ojos avellanas, su vida logro iluminarse de nuevo? Victor Nikiforov, un padre soltero quien no tuvo nada mas que la felicidad de su hija, pues lo demás era insignificante. Yuuri Katsuki, quien tan solo era un estudian...