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Pov.Haneul

El sonido de la alarma hizo que me despertara de un sobresalto, salí de la cama después de unos largos cinco minutos, observando un punto fijo del techo mientras pensaba en la inmortalidad del cangrejo; camine en dirección al baño, siendo que lo primero que veo es mi rostro adormilado que me aclama que regrese a dormir, pero tenía que ir a la escuela, me siento preparada para ello.

Un zarpazo de tigre después ya me encontraba bajando las escaleras en dirección a la cocina por un poco de arroz y algunas otras cosas, cuando tome lugar la señora Kim se posiciono a un lado de mi, aunque no sé cómo ya que no escuché que hiciera una clase de ruido.

—¿Estás segura de querer ir? -pregunta, denotando preocupación en su voz.

—Lo estoy, hace mucho que no socializo -mientras dejaba un suave beso en mi cabeza, veo como Jungkook entra con una botella en la mano y camina lentamente al refrigerador para rellenarlo en el dispensador de agua.

—¿Vendrás? -dice, mientras señala mi uniforme.

Sentía como el corazón me daba un vuelco cuando sus ojos habían comentado con los míos, ahí te voy San Pedro.

Solo alcance a asentir con la cabeza ya que pensaba que me ahogaría con la comida, pude jurar que lo ví sonreír por un momento y después de eso se marchó de ahí.

Al terminar mi comida, me dispuse a lavar los platos que se encontraban en el fregadero, para después ir a la sala por mi mochila, salir de la residencia e ir de camino a la escuela. Jungkook se encontraba parado al lado de la puerta donde siempre me siento, al acercarme veo como la abre y hace una especie de reverencia.

—Su asiento, señorita -veo como extiende la mano con la intención de que la tomé, como en aquellas películas de princesas dónde suben a su carroza.

No te sonrojes, no te sonrojes.

—Gracias, honorable caballero -dije, tomando su mano mientras subía al auto, al estar dentro cierra la puerta y corre al otro lado para entrar, lo más razonable hubiera sido que me recorriera y el entrara por el mismo lado.

Nimodo, somos chavos.

Mientras MinSeok de reía de nosotros a través del retrovisor Jungkook sacaba unos dulces que tenía en su mochila y me los daba.

—¿No era mejor idea dármelos en el salón?.

—No porque Yoora te los quita y Hoseok me va a pedir.

—Buen punto -dije, sacando un caramelo de su envoltorio y me lo metía a la boca.

—Ese es de mantequilla con ron, no me gustó.

—¿Me estás dando las sobras?.

—No no no -habla Jungkook, cerrando la mochila para después negar frenéticamente con la cabeza-, asumí que te gustaría ya que te gustan las cosas que saben a mantequilla.

—¿Cómo es que recuerdas eso y no la fórmula general?.

—¿Para que me va a servir la fórmula general en el futuro? -pregunta a la par que se cruza los brazos.

—¿De qué te va a servir saber que me gustan las cosas que saben a mantequilla?.

—Andas muy grosera hoy, dame mis dulces.

—No, son míos -dicho esto, veo como Jungkook me saca la lengua y se mete un dulce a la boca.

Como lo dije anteriormente, somos chavos.

Dejamos la conversación y me concentre en mirar por la ventana, mi rostro estaba en caso todos lados u no sabía cómo sentirme, era genial por un lado, pero por el otro me recordaba a TaeWoon.

La hija de la sirvienta [JJK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora