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—¡Señor!

Wenbao sintió un nudo en el estómago cuando vio la espalda ancha de Yongnn alejándose sin volverse a mirar. Su pequeño corazón se rompía de dolor, casi al borde de la desesperación. Wenbao comenzaba a entender qué eran esos sentimientos que lo invadían. Odiaba la manera en que sus emociones no eran tan puras como deberían ser.

Era un deseo por algo que no le pertenecía, más allá de su respeto y admiración hacia Yongnan, a quien veía como un héroe. Y también era una traición hacia Fang Xin, la buena mujer que era la verdadera esposa de Yongnan. Wenbao no tenía derecho ni siquiera a pensar en ello, pero no podía detener sus sentimientos.

Lentamente levantó su delicado dedo y rozó sus propios labios, aún marcados por la sensación suave de un momento que había quedado grabado en su corazón. Yongnan lo había dejado rápidamente después de ese breve instante, pero Wenbao no estaba sorprendido. La moral y el sentido de lo correcto lo frenaban, y no quería causar dolor a nadie.

—Tu señor ha ido a trabajar. Debemos entenderlo, Wenbao —dijo Fang Xin, trayéndolo de vuelta a la realidad. El joven contuvo sus emociones y se giró para mirar a la esposa de Yongnan.

—Sí, señora —respondió.

—Si vas a compartir tu vida con un líder, debes sacrificar tu felicidad personal porque hay muchas personas sufriendo, esperando que su líder vaya a ayudarlos —explicó Fang Xin.

—Debe ser difícil para usted, señora —dijo Wenbao, observándola con admiración mientras ella se sentaba en la silla de Yongnan.

Fang Xin sonrió con sabiduría y comprensión.

—Cuanto más alto es el líder, más grandes son sus responsabilidades. Aquellos que hemos sido elegidos para compartir su vida debemos aceptar esa realidad. Al decidir estar con él, debemos apoyarlo para que cumpla con su deber.

Fang Xin suspiró suavemente y se levantó.

—Ven aquí, Wenbao, ayúdame a preparar las cosas para tu señor. Pronto tendré que pedirte que te encargues de estas tareas si algún día no puedo hacerlo.

Mientras escuchaba el sonido del coche militar alejándose de la casa hasta desaparecer, Wenbao tragó el nudo en su garganta y trató de apartar sus emociones una vez más. Ocho años atrás se habían separado, y ahora, después de haber estado juntos solo unos pocos días, volvían a distanciarse. Esta separación era aún más dolorosa. Se preguntaba si él y Yongnan jamás tendrían la oportunidad de verse como ambos deseaban.

El destino parecía haberlos juntado, pero olvidó asegurar que se reencontrarían al final.



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6 de agosto de 1945

Aunque Alemania e Italia se habían rendido en la Segunda Guerra Mundial, dejando al Imperio Japonés luchando solo, el gobierno del emperador japonés aún no se daba por vencido, a pesar de las grandes pérdidas tanto en soldados como en civiles. La lucha en Asia continuaba más de tres meses después de la rendición de Alemania. En Japón, los aviones estadounidenses bombardeaban Tokio, Osaka y Nagoya hasta casi convertirlas en ciudades fantasmas. Los barcos petroleros eran atacados y hundidos en el mar, lo que impedía que llegaran suministros a las bases militares.

En estos tiempos, Yongnan dedicaba toda su energía al trabajo. Estaba ayudando a Chen Yangsun a planificar estrategias de batalla. El trabajo pesado lo mantenía distraído de los asuntos personales, salvo cuando descansaba para recuperar fuerzas. En esos momentos, el rostro del joven Lin Wenbao seguía apareciendo en su mente. Yongnan odiaba su propio corazón, ya que, a pesar de no haber visto a Wenbao durante tres meses, no podía sacarlo de sus pensamientos.

El Telón De Seda Con El Patrón del Tigre [ม่านไหมลายพยัคฆ์]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora