Especial.

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Este especial no tiene nada que ver con la historia principal, además no tiene seriedad y está escrito como las weas, en fin, disfruten.

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Debía de hacer muchas cosas, sin embargo, estaba sentada en una de las sillas del negocio. No tenía ganas de trabajar y atender a la gente, debía de hacer la comida aunque era demasiado temprano como para empezar a cocinar.

Suspiró y cerró lo ojos.

—Estoy cansada. –murmuró para si misma–

—¿De qué? –escucho a su lado, rápidamente distinguió la voz–

—De no hacer nada.

Abrió los ojos para no encontrarse con nada a su lado. El agua ya había hervido, vio la hora. Eran las 12:40. Como desayuno temprano también debía de hacer algo para comer temprano, se puso a hacer sus típicos fideos ya qué le daba flojera cocinar otra cosa.

"Se me cayó la sal y casi se me caen los fideos también, hoy no es mi día". El frío recorría su cuerpo, esto hacia que quisiera acostar en su cama y no levantarse nunca más, sin embargo, se quedó mirando la cocina mientras el vapor salía de la olla, cerro sus ojos y de pronto sintió unos brazos rodeandola.

—¿Estás mejor de esta manera? –preguntó el pelinaranja–

—Sip, estas cálido –tiró su cabeza hacia atras mirando el rostro del contrario–

—Lo que me haces hacer. –se quejó– Yo debería de estar trabajando.

—¿Me vas a cambiar por tu trabajo? –preguntó recibiendo un asentimiento por parte del mayor– Que cruel eres, Chuuya.

—Además, ¿Por qué motivo me quieres aquí? Tu cumpleaños es mañana.

—El día de mañana me la pasaré en la peluquería.

—¿¡Ah!? ¿Y que se supone que haga yo? –definitivamente estaba molesto–

—¿A que te refieres?

—Pedí el día libre para pasarlo contigo –se apartó del abrazo dándole la espalda–

Al escuchar eso se sintió algo culpable, pero aun así no le dirigió la mirada, se empezó a morder sus uñas mientras la sarten calentaba.

—El día dura veinticuatro horas Chuuya, puedes quedarte conmigo en la noche, además no estaré todo el rato en la peluquería ¿Okey?

—Ya entendí, ya entendí.

—Así me gusta, que obendiente —tomó un vaso de agua mientras seguía haciendo quien sabe que cosas–

—¡Se te está quemando el sarten! –le grito él–

—No soy tan weona como para que se me queme –soltó mientras le dirigía la mirada al sarten– Chucha, si se está quemando.

Rápidamente bajo el fuego de la cocina mientras la daba vuelta, el lugar se empezó a llenar de humo y sentía la mirada del contrario puesta sobre mí. Suspire y volteé a verlo.

—¡Es tu culpa! –hablo ella cruzándose de brazos–

—¡Es tu culpa! –le grito él levantando la cabeza con superioridad– ¿¡Por que seria mi culpa!?

—¡Tu me abrazaste y eso hizo que me pusiera nerviosa! Como iba a cocinar tranquila mientras sentía tus brazos en mi cintura.

—¿Entonces te pongo nerviosa? –preguntó provocandola–

—¡Sí! –respondió mientras su rostro de volvía rojo– Mentira, no.

Dio la vuelta rápidamente evitando verlo, tenía las mejillas rojas, de seguro parecía un tomate, sentí como se aguantaba la risa y me dieron ganas de tirarle la sarten por la cabeza, obviamente no lo haría, bueno, si seguía molestándola sí.

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