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Relleno de Shun jaja

El día que nació Shun y su mellizo fue un día soleado, de hecho hacía demasiado calor ese día, tanto que a su madre poco después de tenerla le dio un golpe de calor y estuvo internada un par de días en el hospital. Una enfermera con malas intenciones separó a ambos hermanos y se llevó al varón nacido, anunciandole a la madre que sólo había tenido una hija y que lo otro había sido una alucinación por el calor. La mujer le creyó y con miedo estrechó a su hija en brazos. Mientras que el varón desapareció y simplemente jamás había existido.

El padre, demasiado ocupado con su trabajo como para ir a verlas, esperó a que ambas volvieran y les organizó una fiesta de bienvenida y de disculpas, en busca del perdón de su esposa. Vino gente de todas las edades, pero todos eran de la clase social alta, grandes empresarios junto a los herederos de su fortuna.

Tsushima Jun'ichi esperaba un heredero varón, debido a sus actitudes machistas y ese ego inquebrantable que incluso luego de haber sido rechazado en su juventud por muchas mujeres por su personalidad y los malos tratos que les daban, logró desposar a una joven china quince años menor que él y heredera de riquezas, lo cual era lo más importante. Zhào Qiong era su nombre antes de casarse y era conocida por su belleza y actitud sumisa ante su marido pero sumamente fuerte y egoísta cuando estaba en soledad. La gente se preguntaba qué clase de niño llegaría a esa familia, porque estaban seguros de que sería un hombre.

No fue así, Tsushima Qiong entró con una niña en brazos y el hombre se puso pálido al verla pero uno de sus amigos más cercanos dijo que la niña parecía una muñeca de porcelana y que seguramente heredaría todo el encanto de su madre. Aquel comentario superficial logró tranquilizar al padre quien de alguna forma comenzó a reírse por su error y su mujer le entregó a la niña a una críada.

Mientras Akane crecía, varias veces llegó gente con la intención de de comprarla y los cercanos a su padre le decían que una niña tan bonita, con rasgos tan delicados se vendía por mucho. El hombre se negaba asegurando que su infinito amor por su heredera era demasiado grande como para ser comprado, aquello lo decía sólo para que las ofertas subieran.

La niña cuando tenía cinco años tenía un carácter tranquilo, no salía demasiado ya que su padre decía que su piel pálida casi transparente se volvería opaca con el sol, aquello lo comprobó la vez que luego de estar media hora bajo el sol a la niña le aparecieron pecas. No le gustaba leer, pero de alguna forma era increíblemente inteligente, tanto que sus tutores quedaban agotados de tanto tratar de saciar el ingenio de la niña, la cual anticipaba todo lo que ellos harían.

El matrimonio estuvo esos cinco años tratando de que otro hijo naciera para que fuera un varón pero fue en vano, todas las pruebas daban negativo. Así que el padre, harto de ver a la única heredera de la familia mirar por la ventana mientras movía sus manos simulando que eran animalitos e ignorando los gritos de su esposa para que fuera cuidadoso con la niña, porque sólo tenía cinco años, se la llevó al piso inferior de la gran mansión para enseñarle todo lo básico para defenderse o atacar porque llevaba toda la fortuna en sus hombros.

Así comenzó el entrenamiento infernal al que se vio sometida a tal temprana edad, recibía golpizas por parte de su padre si no lograba disparar correctamente las armas que habían en el sótano, si es que no lograba hacer cortes limpios en los sacos de boxeo simulando que estos eran cuellos ajenos y si gritaba demasiado cuando le inyectaban distintos venenos en busca de hacerla inmune, igual como lo habían hecho con él. Una vez la niña luego de un entrenamiento pesado se acercó a su padre y abrazando su pierna le dijo:

—Estoy cansada...—habló en un tono de voz infantil, tratando de persuadir a su padre para que la dejara ir a jugar con sus juguetes. Su padre accedió sonriendole y la niña no tuvo que volver a ese sótano en todo el día.