Capítulo 8.2 - La trova de los que no olvidan

198 65 376
                                    

Regresando al museo, encontramos a Eloís, quien se encontraba parada en la fila para el puesto de postres.

—¿En serio nunca oíste hablar de eso?

—Un fruto lunar, ¿acaso es tan usual aquí? —decía Eloís, refiriéndose a la fruta con la que se elaboraban los postres del puesto.

—Bienvenida a Monarca, señorita —dijo León con una sonrisa orgullosa.

—¿Y por qué el nombre tan pretencioso, eh?

—No dice más que la verdad —contó León, acercándose a ella como si se tratara de información clasificada—. Se llama así porque se deben de cosechar solo en las noches de luna nueva.

—¿Qué pasaría si...?

—Dicen que, si pasa un día más colgada del árbol, se vuelve venenosa —respondió León, anticipándose a la pregunta.

Pronto llego su turno en la fila y Eloís pidió uno de esos famosos postres de Fruto lunar.

—Ya te dije que yo invito, ¿en serio no piensas pedir nada? —le preguntó a León, quien aún no había ordenado.

—Y te lo agradezco, pero no soy fanático de los dulces —explicó, encogiéndose de hombros.

—No hablas en serio —dijo Eloís; él solo asintió con la cabeza—. Pero si estudias gastronomía y pastelería...

—Me gusta preparar postres, comerlos es otro tema... —le explicó. Eloís no evitó reírse de lo irónico del asunto.

Siguieron recorriendo la feria, León sentía que el día había sido productivom pues había obtenido basrante información sobre ella. En el fondo se preguntaba si ella también lo analizaba: al principio no lo creyó posible, pero luego descubrió que Eloís recordaba hasta los detalles más insignificantes de lo que le había contado. Sería complicado cuidar sus mentiras, así que su nuevo plan era limitar lo que contaba.

—Okey, ¿y qué tal los súper héroes? —preguntó Eloís, enarcando una ceja.

—¿Tipos como Superman o el Capitán Estados Unidos?

—Capitán América.

—Bien, entiendo. —Rio—. La verdad me parece más realista alguien tumbando medio planeta por poder que una persona sacrificandose por otra.

—¿Nunca tuviste el impulso de proteger a alguien?

—Tu deber es salvar tu pellejo primero. Todos lo hacen; si tú te pones a sacar del pozo a otros, al final nadie lo hará contigo.

—Bueno, no fue un "no". Puedes salir y luego ayudarlos, ¿no? Solo digo, si nadie lo hace y no lo hacemos porque nadie lo hace, se volvería un círculo vicioso.

—¿Dices que todos deberíamos ponernos una toalla como capa e ir por ahí bajando gatos de los árboles?

—Que no —respondió ella, dándole un leve empujón—. Me refiero a que... podríamos agregarle reglas al juego. El mundo no es de color rosa, lo sé, pero prefiero tender la mano en lugar de poner zancadillas. Y... L-lo siento. Sé que puede sonar "infantil", pero... Mejor olvídalo.

La sangre subió a sus mejillas al recordar lo ridícula que se sintió cuando le contó aquello a Mateo. 

—No no, no te disculpes. Es un tu punto de vista. Un interesante punto de vista —le dijo León.

—¿En serio?

—Pues sí, de...

De repente, su conversación la irrumpió un vendedor que venía cargando unos tableros llenos de brazaletes.

Los cuatro de Monarca ©️ [U EDICIÓN WATTPAD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora