Sin darle tiempo para alertar a Eloís, la sombra tomó a Jace y acercó una daga a su cuello, amenazando con herirlo si gritaba.
De entre los árboles emergieron siete personas más, todas cubiertas con un pasamontañas.
Uno de ellos la tomó del brazo a Eloís, quien seguía profundamente dormida, y la arrojó al suelo. Al reaccionar pudo ver la escena completa.
—Ni lo pienses niña...—El hombre colocó su arma, muy cerca al rostro de ella, cuando vio que estaba por levantarse.
—No tenemos nada que les vaya a servir —habló Eloís desde el suelo, levantando ambas manos.
—No ustedes, pero sí sus familias. ¡Los llevaremos con nosotros, señores! —avisó a su grupo. Todos los demás vitorearon la idea—. Espero que disfrute el viaje, señorita —se dirigió a Eloís tomándola por el brazo.
—¡No la toques!—exclamó Jace tratando de liberar sus brazos.
—Tranquilo niño, o si no, tu novia dormirá con los peces —dijo regresándose hacia Jace. Con la oscuridad y el disfraz, el hombre no se imaginó siquiera que se trataba de la princesa. Caso contrario al de Jace, quien había considerado ridículo ocultarse tanto.
Eloís aprovechó la distracción del sujeto y se abalanzó sobre él, tratando de ahogarlo con los brazos. Lo hizo tambalear, pero a pesar de su estatura, era mucho más fuerte que ella y se liberó con facilidad, para luego ordenar a otros dos hombres que la sujetaran.
—¡¿En serio estás seguro de que alguien pagará por nosotros?! —gritó Jace, quien seguía en garras de uno de los secuaces.
—¿Crees qué me habría tomado la molestia de venir hasta aquí si no fuera así? —El líder se acercó a Jace—. Sé bien quién eres, niño rico... —agregó el hombre mientras clavaba lentamente su daga en el hombro de Jace. Este no evitó liberar un quejido de dolor—. Sé que tienes más dinero del que necesitas... —le susurró.
El primero al mando se apartó de Jace e indicó que se lo llevaran. El muchacho forcejeó hasta liberarse, pero otros dos sujetos lo atraparon de nuevo.
Eloís apretó los dientes. Tenía una daga muy cerca a la garganta y se estaban llevando a Jace.
De repente, un aullido de dolor llamó la atención de todos. Uno de los hombres que se estaba llevando a Jace había sido herido con una especie de flecha, y había caído desmayado a los pocos segundos. Tan pronto vieron esto, los demás se pusieron en guardia.
—Yo los vi primero, Bonnett—se anunció una mujer.
—Iva Turner, pensé que ya te había llevado el mar. —Se acercó a la enigmática mujer que se interponía en sus planes.
—¿Me extrañaste? —dijo ella.
—Asumo que, si aún respondes al apellido de tu infancia, esos dos aún no te dan el suyo... ¿Por qué será?
—Y yo asumo que, si sigues siendo el bravucón de barrio, aún no has encontrado algo útil que hacer con tu vida. Qué pena...
—Te crees mucho, todo por la falsa moral que te metió en la cabeza ese profesor mediocre... —insistió en molestar a Iva.
—¡Suéltalos ahora, Bonnett!
—¿Qué harás si no me da la gana?
—¿En serio quieres ver?—respondió Iva. Acto seguido, se llevó los dedos a la boca y, de un silbido, una lluvia de flechas cayó sobre el lugar.
Los maleantes soltaron a sus prisioneros para poder cubrirse. Tan pronto vieron el campo despejado, se abalanzaron sobre Iva y su gente; desatando así una feroz contienda.
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Los cuatro de Monarca ©️ [U EDICIÓN WATTPAD]
Novela Juvenil⚜"Cuando pasado y presente convergen, pueden dar pase a un nuevo futuro..."⚜ ¡Felicidades, acabas de heredar un reino perdido! Felicidades, acabas de heredar penas, errores, deudas, enemigos y cicatrices... Si Eloís pudiera "hacerse bolita" y e...