Los cuatro de Monarca ©️ [U EDICIÓN WATTPAD]

Capítulo 2.1 - Puntos finales y nuevos inicios

La vida es un eterno dejar ir.
Solo con las manos vacías podrás agarrar algo nuevo.

La sociedad de los poetas muertos

🌻

   Era hora. Eloís llegó al restaurante cinco minutos antes y esperó fuera hasta que apareció Mateo, tarde para variar. Eso había sido muy común desde el principio de su relación. Ella, sin embargo, le restaba importancia, ya que él siempre intentaba enmendar la falta. En esta ocasión traía una rosa en la mano.  

   —¿Mucho trabajo? —le preguntó ella, escaneándolo de pies a cabeza. Su camisa toda arrugada tenía una mancha roja en el pecho. Ketchup en el mejor de los casos.

   —Perdón, lo había olvidado por completo—mintió. En realidad temía que aquella sorpresiva cena trajera malas noticias en el menú—. Cuando recibí tus llamadas, salí corriendo.

   —Ya veo...

   —No te pongas dramática ahora, linda. Además, yo también tengo algo que decirte... —respondió Mateo, rodeándola con el brazo.

   Ingresaron y ordenaron un vino Oporto para abrir el apetito, quizás también para romper con la formalidad de su charla. 

   Después de un rato, a él se le ocurrió lanzar una de las preguntas que había estado guardando desde su llegada:

   —¿Cómo te fue ayer?

   Ella le lanzó una mirada asesina.

   —Vamos, bonita, a la larga me lo vas a agradecer...

   —¡¿Estás diciendo que te negaste a ayudarme "por mi bien"?! —espetó ella.

   —Eloís, aunque no quieras aceptarlo, sabes que tu mejor opción no es esa...

   —¿Ah sí? Entonces dime cuál es, sabelotodo—Se dejó caer en el asiento. 

   —¿Recuerdas que mi padre nos ofreció trabajar con él? Me dijo que la propuesta sigue en pie. Solo necesitas comenzar a estudiar y... 

   —Mateo, yo no quiero estudiar Comunicaciones. Eso es lo tuyo.

   —No lo es, pero tampoco tiene que gustarte más allá de tus horas de trabajo obligatorias. Solo imagínalo, tendrías  un buen futuro... Lo tendríamos juntos... —insistió, tendiéndole la mano.

   —No voy a realizar mi trabajo de manera mediocre e ir a una oficina solo para esperar a que pasen las horas —dijo ella, cruzándose de brazos—. Sabes que no puedes decidir por mí, ¿no?

   —Eloís, no seas inmadura, piensa de manera objetiva... —le pidió. Según él, le estaba intentando abrir los ojos—. El mundo es cruel y el dinero será tu mejor aliado... No puedes vivir con tus padres por siempre...

   —¿Crees que no lo sé? Por eso tengo un trabajo, Mateo, entérate. Y doy lo mejor porque sé para qué me esfuerzo. Vivo con ellos porque no soy una carga, aporto a la casa. Y acepté se ayuda con las pensiones porque era una op... 

   —Ya ya —la interrumpió—. Eres imposible, ¿lo sabías? Déjalo. Cuando veas tu error, ahí hablamos... Mejor dime eso tan importante... 

   Ella se quedó en silencio. Como un rayo, regresaron aquellos recuerdos de cuando aún había una buena relación entre ambos. De cuando aún le emocionaba pasar tiempo con él.

   Luego, cuando se volvió su "rescatador" e intentó arreglarle la vida para alejarla del mediocre camino que había elegido, todo acabó.