Capítulo 20 - El hogar de las promesas rotas

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Agotados y recuperando el aliento, descansaban boca arriba, mientras la brisa y los sonidos forestales los envolvían.

   —Creo que ya es hora de que hablen... —opinó León, quien se estaba acostumbrando a ver a la muerte a los ojos y a escapar de sus espectrales garras.

   —Sí, creo que sí... —lo siguió Jace, levantándose con pesadez.

   Eloís, por su lado, ya se hallaba de pie y, aún tambaleándose, caminó hasta la base de un árbol cercano donde se quedó descansando en silencio. 

   Jace, quien sentía que parte de la culpa había sido suya, se acercó y se sentó junto a ella. 

   —Eloís, yo... No quise decir eso. —Se ahogó en un suspiro—. Fui un idiota y lo siento. 

   —No te disculpes, tenías razón —respondió ella, sin levantar la cabeza—. Fue un error no traer a los guardias. C-creo que exageré con "hacerlo nosotros". Y gracias por decirme. Un amigo no solo está para dar palmadas en la espalda. 

   —Es cierto... —comentó Dálaras—. En ese caso, yo también tuve la culpa, debí haber hablado contigo en lugar de huir como una persona... inmadura —exhaló—. Tenía miedo de que me vieras como todos. El día del evento fui grosero y respondí sin pensarlo... Solo... No quería que tu opinión sobre mi fuera la que tienen todos.

   —Jace, te prometo que jamás pondría la opinión de otros antes. 

   —Pero hay cosas que son evidentes, ¿no?  

   —Un poco... —Rio recordando su talento para coquetear con cada dama que se le acercaba—. Pero lo que yo opine es irrelevante, ¿qué crees tú?

—Ya no quiero tener esta sensación cada que conozco a  alguien. Es... agotador. Me siento como un idiota y... Tal vez no sea malo. Ahora creo ver algunas cosas que... —Un suspiro reemplazó a aquellas palabras no halladas—. Ojalá fuera fácil arreglar todo, pero esta situación tiene la palabra "paciencia" por todo lado...  —Rio pues sabía que ir lento no era lo suyo. 

   —No sé qué haría en tu situación —se sinceró Eloís—. Pero... Creo que tú lo sabrás. Así te veo, como una persona decidida y capaz.

   —Será un reto personal —aseguró, guiñando un ojo. No podría borrar sus antecedentes, y las personas muy buena memoria para los errores. Pero quería dar mejores pasos desde ese momento—. Por cierto, lamento haberme puesto... a la defensiva. Eres la futura reina, debes velar por la imagen de la corona y los que la rodean. 

   —Me preocupé por ti. Pero no te juzgaré porque sería hipócrita. Tal vez porque no nací bajo la presión de cuidar "el retrato perfecto"... Por eso te lo digo desde mí, no desde el cargo: mientras no seamos los "rostros oficiales", tenemos tiempo para equivocarnos. Y para corregir, claro. Lo que hagas, hazlo por la persona que quieres ser... Y por quien fuiste.

   —Me gusta ese plan —comentó él, pasándole un brazo sobre los hombros. 

—Se hace tarde, deberíamos comenzar  a caminar —sugirió Estéfano al ver que habían vuelto a estar en paz. Ambos se pararon y, ahora sí, se reunieron los cuatro.

—Bien, ¿y ahora a dónde? —preguntó León. 

—Creo que lo primordial por ahora es salir del bosque, será mejor que demos la vuelta —sugirió Eloís.  

Los cuatro de Monarca ©️ [U EDICIÓN WATTPAD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora