PROFECÍAS OCULTAS || [#1] Entre Fragmentos [COMPLETA]

24. La despedida.

"Todo aquel que lleve su sangre, pagará los pecados de su familia, y tú, no eres la excepción".

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MORGAN.

Termino la llamada con Alexandra y me arrepiento de haber expuesto a mi familia de esa manera. Salgo de la casa de William y me dirijo a mi apartamento. Mientras hago mi maleta, llena de ropa negra, la angustia se apodera de mí. Temo que el jefe me mate por llegar con las manos vacías, pero ahora temo más que borren mi memoria, justo como lo hicieron con Jace. Sin embargo, sé que volver a mi hogar me hará bien. Necesito entrenar, llenarme de malicia y habilidades.

El reencuentro con William ha ablandado ciertas partes de mi ser, y no me gusta esa sensación. He confiado mucho en William, pero prefiero seguir siendo esa roca firme, inquebrantable, y si para eso tengo que regresar a West Rosenburg, entonces que así sea. Ansío ver lo que ha cambiado en mi hogar.

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MASON BLAKE.

—Cometes un error, William —le digo, frustrado. Salgo de su casa para buscar a la maldita pelirroja que no hace más que confundirme.

Llego al apartamento de Morgan y me detengo en la puerta de su habitación, recargándome en el marco. La observo mientras hace su maleta. Esos pantalones ajustados le quedan increíblemente bien. Es hermosa, pero lo que más me atrae es su actitud.

—Nada de esto es tu culpa, Morgan —se gira hacia mí, sus ojos son de un verde esmeralda magnífico—. Debí advertirte que William es un tanto sensible. Con él nada es sencillo.

—Todo esto es culpa de William. No creí que en verdad le afectara darse cuenta de que tengo otra familia.

—Estoy contigo. Si me necesitas, aquí estaré, aunque seas una odiosa de primera. Lamento haberme comportado como un idiota las primeras semanas —admito, sintiendo un nudo en el pecho.

—Me estás derritiendo el corazón ahora, Blake, y honestamente no me importa cómo te comportes. Me da igual —me sonríe y siento un cosquilleo en mi interior.

Sé que ese coqueteo suyo no es nada más que un juego para ella, por eso no me lo tomo en serio.

—No te quiero lejos de mí.

No sé cómo es que no estoy analizando las cosas antes de hablar.

—Pensé que mi presencia solo era un estorbo, que te jodía muchísimo —se ríe y le sonrío.