34. El deseo del rey.

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"Te advierto, quien quiera que seas tú, que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿Cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el Tesoro de los Tesoros. Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses".

 Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses"

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KARSTEN MOSES. 

Después de pasar algo de tiempo con mi hermana, se rehusó a acompañarnos, por lo que no nos quedó de otra más que partir a Leisha de nuevo, con las manos vacías.

Me encuentro fastidiado, ya que no han hecho más que interferir en mis planes, y eso arruina mi humor. No creo que madre sea quien haya organizado la emboscada contra mí, contra sus hijos; pero tampoco creo que sea del todo inocente.

El hecho de que Zeus esté cortejando a Kaia no me da buena espina, aunque nada que tenga que ver con él me genera confianza. Algo quiere ese idiota, y es mi responsabilidad descubrir lo que es.

Es una larga travesía hacia las tierras de Leisha y Túnes. El amortiguador nos desgastó demasiado, en especial a mí, que siento como si hubiera peleado contra millones de bárbaros.

Estudio el comportamiento de todos a mi alrededor, y el más afectado es Mason; quisiera decir que desconozco la razón, pero estaría mintiendo. Es por mi hermana, lo sé. Pero también estoy seguro que no es porque le atraiga. Hay algo más en su semblante; algo que ni siquiera él sabe lo que es.

Ángela por otro lado, no deja de observar a Mason, es evidente que le gusta, así como también tengo muy en claro que no me interesa.

Uno de mis más grandes dones, pero a la vez el que más detesto es la telepatía, ya que, así como puedo hacer que las demás personas escuchen mi voz en su mente, también puedo escuchar lo que piensan, y es agotador. Claro que solo los escucho cuando lo deseo, pero cuando las demás personas gastan demasiada energía en sus pensamientos, termino enterándome de lo que menos quiero saber, como justo ahora, que no dejo de escuchar a Theo pensando en mi hermana.

—Hemos llegado —anuncio y todos se levantan rápidamente de sus asientos en mi barco.

Todos bajan o molestos, o deprimidos y desconozco el motivo. No me interesa, solo me queda poner los ojos en blanco ante sus patéticas actitudes.

Al llegar al palacio entro directamente al salón real, que es donde mi madre pasa todas sus tardes leyendo o tocando el piano. El ujier me da paso al salón, y como es de esperarse mi madre se encuentra recostada en su diván, con una copa de vino rosado en su mano derecha y un libro en la izquierda. Clásico de ella.

PROFECÍAS OCULTAS || [#1] Entre Fragmentos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora