《《Capítulo 17》》

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Duncan evitó que el cuerpo de Maisie tocara el suelo, reaccionando con rapidez para sostenerla antes de que se desplomara por completo

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Duncan evitó que el cuerpo de Maisie tocara el suelo, reaccionando con rapidez para sostenerla antes de que se desplomara por completo. La tomó en sus brazos, observando su rostro pálido y sus ojos cerrados.

—Maisie... —susurró suavemente, acariciando su mejilla con ternura.

Sin perder más tiempo, comenzó a caminar hacia el castillo. Algunos de los aldeanos lo miraban confundidos, pero al ver a Maisie inconsciente en sus brazos, solo mostraron preocupación y ofrecieron su ayuda.

—No se preocupen —expresó Duncan con tono firme pero tranquilo—. Ella estará bien, solo necesita descansar. Sigan apagando el fuego y luego ayuden a quienes lo necesiten.

Las palabras de Duncan fueron suficientes para que todos retomaran sus labores, acatando sus órdenes sin cuestionarlas. Apenas cruzó las puertas del castillo, fue interceptado por Valoree y sus primas, quienes parecían haber estado esperando algún tipo de explicación.

—Duncan, ¿qué le pasó a Maisie? —preguntó Valoree, con un tono de preocupación por su hermana. Aunque también parecía interesada en cómo Duncan la llevaba en brazos.

—Está inconsciente —respondió él, su mirada seria—. Entró a una casa en llamas para salvar a un niño.

—¡¿Qué?! Pero si ella...

—Debe descansar, Valoree. Ahora la llevaré a su habitación.

—Yo... yo cuidaré de ella —se ofreció Valoree, pero la mirada severa de Duncan la hizo detenerse de inmediato.

—Mejor ve afuera y ayuda a las mujeres que lo necesiten. Yo cuidaré de Maisie.

—Pero...

—¡Ahora! —rugió Duncan, su tono autoritario resonando en el pasillo.

Valoree y las demás primas se sobresaltaron ante el repentino grito de Duncan, asintiendo en silencio antes de salir rápidamente, sin atreverse a protestar.

Duncan continuó su camino hacia la habitación de Maisie. Una vez allí, la colocó con cuidado en la cama, asegurándose de que estuviera cómoda. Durante unos minutos, simplemente se quedó de pie, observándola, su respiración lenta y tranquila. Verla así, tan en paz, le transmitía una calma que él mismo no había sentido en mucho tiempo.

Se acercó aún más y, sin poder resistirse, deslizó sus dedos con suavidad por su rostro, dibujando con la yema cada contorno de sus facciones.

—Eres tan hermosa —susurró, su voz apenas un murmullo. Luego, con una sonrisa, envolvió algunos mechones de su cabello entre sus dedos—. Me encanta tu cabello, lo sabes, ¿verdad?

—Eso deberías decírselo cuando esté despierta —expresó de repente una voz detrás de él—. Así no cuenta.

Duncan se apartó bruscamente, tropezando con la silla que estaba a su lado. Al darse la vuelta, se encontró con su hermana Kala, quien lo observaba con una expresión divertida.

El roce de tu piel (Highland I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora