《《Capítulo 17》》

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La fiesta había acabado para Duncan y Maisie, aunque para los miembros del clan la celebración continuaría hasta mucho más tarde

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La fiesta había acabado para Duncan y Maisie, aunque para los miembros del clan la celebración continuaría hasta mucho más tarde. Pero Duncan ya no podía esperar más para tener a Maisie. Así que la tomó y se la llevó hasta su habitación, donde ya sus cosas estaban perfectamente acomodadas.  Cuando Maisie entró en su nueva alcoba, la miró detenidamente, mirando cada detalle, nunca había entrado a la habitación de él, y era mucho más grande que la que le habían asignado antes.

—¿Te gusta? — preguntó Duncan mirándola desde donde estaba, recostado en la puerta de entrada.

—Sí — respondió llegando a una mesa donde se encontraba un espejo, y varias cosas de mujeres, supuso que Duncan ordenó que lo compraran en el pueblo —. ¿Hiciste esto para mí?

—Sí — dijo él acercándose a ella y envolviendo sus brazos alrededor de su cintura, en esa posición podían verse en el espejo, Maisie le sonrió y él apartó su cabello dejando su cuello libre, luego lo besó delicadamente haciéndola estremecer —. Quiero que te sientas cómoda aquí, conmigo, ahora esta es tu habitación. 

—Lo sé, y aún sin esto, me hubiera sentido cómoda mientras esté contigo — respondió Maisie girándose quedando frente a él.

Duncan la besó en los labios, luego fue bajando por su quijada hasta llegar nuevamente a su cuello.

—¿Sería demasiado pronto si empiezo a desnudarte ya? — preguntó Duncan pegándola a su cuerpo y jugando con las cintas que mantenían sus pechos dentro del vestido. Maisie emitió un gemido y sus mejillas se calentaron.

—Tengo algo de miedo — admitió ella avergonzada. Duncan levantó su mentón y los dos quedaron cara a cara.

—No tienes por qué tener miedo, no te haré daño, me aseguraré de que esta noche sea inolvidable, para los dos.

Acto seguido la besó, empezó suave y delicado, pero a medida que el aire iba faltando la intensidad del beso subía, haciendo que Maisie se olvidara de sus temores.  Pero cuando Duncan desató las cintas del vestido, aflojando la ajustada cintura y luego deslizó las mangas fuera de sus hombros, ella se tensó pensando en sus cicatrices.

—Recuerda que ya las he visto y he tocado, y estoy aquí — dijo Duncan y Maisie recordó la vez que casi se entregaba a él en el granero.

Duncan siguió con el objetivo de desnudarla, acariciando cada parte que revelaba en el proceso, haciéndola sentir en el mismo paraíso, cuando la tuvo completamente desnuda la miró y adoró la imagen que encontró. Su cabello largo, rizado y del color del fuego, aún con algunas flores incrustadas entre las hebras, cubría uno de sus pechos, los ojos de ella estaban dilatados y parecían una tormenta marina, su cuerpo curvado y caderas anchas lo estaban haciendo perder el poco autocontrol que le quedaba, en ese momento para él, ella era una diosa, la misma diosa Aine, diosa del amor.

—¿Eres una diosa? — susurró Duncan hipnotizado — ¿O una sirena que con su canto me ha hechizado idiotamente? Porque me tienes completamente loco por ti.

El roce de tu piel (Highland I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora