🍁 Trilogía de Highlanders 🍁
Para terminar la guerra entre Escocia e Inglaterra los clanes más fuertes de las tierras altas deciden unir fuerzas, para esto el Laird del clan McAllen envía a sus dos hijas para que Duncan, hijo del Laird Blair esco...
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—¡Maisie! ¡Maisie! —Kala llegó corriendo hacia ella, y Maisie no pudo evitar reírse al verla.
—¿Por qué siempre corres? —preguntó divertida.
—¡Es Duncan!
—¿Duncan? ¿Qué pasa con él? —preguntó Maisie, sintiendo cómo la preocupación la invadía. Pero Kala negó con la cabeza, respirando hondo para calmarse.
—¡Está aquí!
Y eso fue suficiente para que la preocupación de Maisie se desvaneciera, reemplazada por una inmensa felicidad. Una sonrisa se le formó en los labios y, sin esperar más, salió corriendo hacia la entrada del castillo.
—¡Espera! ¡¿No ves que acabo de correr?! —gritó Kala detrás de ella, pero Maisie no podía detenerse.
Lo único en lo que pensaba era en ver a Duncan, asegurarse de que estaba bien, de que había vuelto entero. Cuando llegó a la entrada, lo vio junto a Donell, Drostan y Douglas. Y en cuanto Duncan la vio, ambos corrieron hacia el otro. En el momento en que estuvo lo suficientemente cerca, Duncan la levantó en brazos y la besó con intensidad, como si hubiera pasado una eternidad desde la última vez que se vieron.
—No sabes cómo conté los días para volver a verte, mi amor —expresó ella, aún con los brazos alrededor de su cuello.
—Mi diosa, te extrañé tanto —respondió él, volviendo a besarla—. No podía dejar de pensar en ti, en volver a casa.
Maisie sonrió abrazándolo con más fuerza, como si con eso pudiera impedir que se alejara otra vez. Y antes de darse cuenta, ambos estaban en su habitación, despojándose de la ropa con una urgencia frenética. El deseo que los consumía no les permitía esperar ni un segundo más.
—Mi diosa... — susurró Duncan entre gemidos, mientras ella lo recibía con la misma pasión desenfrenada.
—¡Duncan! —gimió Maisie, dejándose llevar por el placer que él le provocaba.
Ambos llegaron al éxtasis, sus cuerpos exhaustos y entrelazados, aún jadeando mientras recuperaban el aliento. El silencio entre ellos era cómodo, lleno de intimidad, pero Maisie sabía que debía decirle algo.
—Duncan... —lo llamó en un susurro, y él la miró con atención—... No pude quedar embarazada, sé que esperabas buenas noticias al regresar, pero...
Duncan la calló con un suave beso en los labios, luego sonrió mientras la apretaba más contra su pecho.
—No te preocupes, mi diosa. Podemos intentarlo cuantas veces sea necesario —habló con picardía—. Y no voy a mentir, el proceso es muy satisfactorio.
Maisie se sintió más relajada. La preocupación que había llevado en los hombros durante días, se disipó.
—Ahora cuéntame como fue todo —pidió ella, mirándolo con curiosidad—. Sabes que me tuviste preocupada día y noche, eso no es bueno para la salud de tu esposa.