Genero: Fantasía
¿Podrías vivir sabiendo que estas maldito? Esta es la historia de un príncipe del reino del DORADO que emprende un viaje para eliminar su maldición, en busca del Oasis Mágico. Acompañemos a Chanyeol y sus fieles amigos (Jongdae, Kyu...
La primera vez que me convertí en dragón cumpliría 12 años, se suponía que era un día de felicidad. Jugaba con Jongdae en el jardín real, ambos estábamos enfrascados en una batalla de espadas, acondicionada especialmente para las prácticas.
-No sabes pelear, eras tan pequeño y regordete que cualquiera te gana- se burlaba Jongdae
-Cállate, soy tu príncipe, me debes de respetar
-Perdón su excelentísima alteza, pero a mí me quedaría mejor ese traje especial que mandaron a confeccionar, ¿Si te gano, me lo regalas?
-NOOO, usare mi traje y te ganaré- no me rendí, a pesar de que Jongdae era mayor por un año y era más alto, nunca fui una persona que se rendía sin dar batalla.
Jongdae me tiro al suelo, y me inmovilizo con su espada –Ahora dilo, me rindo gran Jongdae, te regalare mi traje de cumpleaños
Luche por no llorar de impotencia, siempre me ganaba en la lucha
- ¿Vas a llorar Yeolli? Eres un príncipe que no sabe luchar con espada, ¿Cómo vas a defenderte y enfrentar a tus oponentes en batalla? - Jongdae seguía lanzando comentarios, sentí como la sangre hervía en mi cabeza, estaba furioso, harto de sus comentarios, me puse de pie y con la respiración agitada intenté empujarlo.
-Acepta tu derrota, dame tu traje- Jongdae al ser más alto me empujó bruscamente
- ¡DEJAME EN PAZ!, tu maldito...-sentí un revoltijo en el estómago y mucha presión en mi cabeza, sentía que fuego recorría mi cuerpo, luego de un momento recobré el sentido. Observe a Jongdae, él estaba aterrado y ¿Más pequeño? Quise hablar, pero una bocanada de fuego salió de mí, me asuste y corrí tras Jongdae para que me explicara qué es lo que veía, pero él no dejaba de correr, lengüetas de fuego se interponían entre él y yo, hasta que vi me reflejo en la fuente del jardín, ¿Era yo?
- ¡DRAGÓN, DRAGÓN! - comenzó a gritar el vigía de una de las torres de palacio, guardias apuntaron flechas hacia mí, me asusté demasiado, quise gritar, pero un rugido ronco se escapó de mi garganta
- ¡HIJO, CALMATE, TRANQUILO! - mi padre gritaba desde su habitación, su rostro preocupado me tranquilizo por un momento, pero sin embargo los guardias dispararon, las flechas me causaron escozor mas no atravesaron mi gruesa piel, con ayuda de mi cola, destruí la fuente y los ataques cesaron. No sabía que más hacer me sentía avergonzado, era como estar atrapado dentro de otro cuerpo, todos me observaban aterrados, solo quise escapar de ahí, corrí y sin darme cuenta estaba volando.
Era fantástico sentir el frescor del aire golpeando mi rostro, podía observar toda la extensión del bosque, el pueblo, los ríos, acantilados e incluso el mar, cuando sentí un dolor intenso en mis brazos, descendí lentamente, no sabía en donde estaba, solo que había un arroyo.
Corrí y bebí toda el agua que pude, ahí recién me percate de mi desnudez, avergonzado intente cubrirme con unos arbustos, y me quede sentado ahí esperando, no sabía que o a donde ir.
Estuve perdido por días, hambriento y sucio, caminaba solo siguiendo el arroyo, esperando encontrar el camino a casa.
- ¡OYE TÚ, EL GORDITO! - una voz me asusto, observé por todos lados y al fin vi al hombre que me observaba. Él estaba sumergido en el arroyo, su rostro era níveo y estaba decorado con extraños brillitos de colores.
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