Capítulo 12

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Narración: Daniel.

Cuando me despedí de mis amigos luego de la acampada, fui a la aldea de inmediato, pues tenía un mal presentimiento, y cuando llegué todo era un caos, las brujas que me acogieron cuando solo era un pequeño abandonado, están sumidas en un aura de desesperación y tristeza.

—Marta ¿Qué pasa? —Pregunto a una de las brujas tomando de su brazo cuando pasa a mi lado corriendo.

Sus ojos están llorosos por las lágrimas que aún brotan, su pelo está desprolijo seguramente se lo ha halado mucho. La luz del sol sigue iluminando a la aldea con furor, apenas son las diez de la mañana.

—Encontraron a Eva y a sus amigas —Suspiro aliviado.

Las chicas que menciona Marta desaparecieron hace dos días, sin embargo su tono de voz borra la sonrisa que se estaba formando en mis labios.

—¿Marta? —Temo por el resto de la información.

—¡Están muertas! —Grita desolada aferrándose a mí con fuerza, correspondo el abrazo sintiendo un nudo en la garganta.

Eva y sus amigas eran un grupo de tres chicas, muy animadas y simpáticas que siempre me sacaban una sonrisa con sus ocurrencias, mi corazón se estruja al darme cuenta de que pude haber hecho algo para ayudar.

El llanto desgarrador de Marta comienza a cesar, yo paso mi mano por su espalda acariciando también su pelo para calmarla.

—Las encontraron esta mañana cerca del territorio Alyak —Mi ceño se frunce al escuchar lo que su temblorosa voz me informa ¿El territorio de los licántropos? Mi casa está cerca de ese territorio.

—¿Dónde están mis hermanas? —El terror surca mis venas de manera alarmante y eso se filtra en mi voz.

—¡Oh no! —Marta también se alarma al saber a lo que me refiero— No las veo desde ayer en la mañana, dijeron que se quedarían en tu casa, la que está cerca del territorio Alyak.

—¡Carajo!

Algo se mueve en mi interior, una mezcla de furia y miedo crece rápidamente en las profundidades de mi corazón, doy media vuelta para correr en dirección a mi casa.

Tengo que llegar rápido a mi casa, tomaré el atajo por el Bosque Leinad. No lo pienso más y sin dudarlo me mezclo en aquel bosque que conecta a los cuatro territorios.

[...]

Mi respiración es acelerada cuando llego a mi casa; es de una sola planta y es de madera, algo simple, pero no necesito algo elaborado para sobrevivir. A mi mente llegan los recuerdos de cuando los demás me ayudaron a construirla, mis hermanas también colaboraron; y entre los ocho culminamos en unos meses de construirla.

Entro con rapidez, y me tranquilizó al ver a la mayor de mis hermanas, Clare, en la cocina tomando un vaso de agua.

—¿Qué pasa? —Pregunta al verme sudado y jadeante, yo suspiro aliviado por el tono despreocupado que acompaña su pregunta.

—Estaba preocupado por ti y por Ana —Confieso aquella verdad que siempre está latente en mi —. Encontraron los cuerpos de Eva y sus amigas esta mañana, temí que tu y Ana estén en peligro —explico mi miedo ante la mirada de Clare.

—Tranquilo, Ana y yo estamos bien; es lamentable lo que le pasó a Eva y sus amigas, pero no tienes que preocuparte por nosotras, pase lo que pase sé que nos protegerás, como siempre —Intenta consolarme pasando su mano por mi espalda caliente.

—Encontraron sus cuerpos en el territorio licántropo —Sus ojos se abren por la noticia, pero antes de poder decir algo en respuesta, un golpe nos pone en alerta, viene de la habitación de Ana.

—¡Ana! —Grita mi hermana Clare siguiéndome los pasos.

Al llegar a la habitación de nuestra hermanita la encontramos convulsionado en el piso; sin vacilar y sabiendo lo que le pasa, retiramos todos los objetos del área que puedan lastimarla, y nos quedamos cerca por si tenemos que intervenir, pero sin sostenerla.

—Busca un poco de agua y un paño —Le digo a mi hermana quien acata lo dicho de inmediato.

El pequeño cuerpo de mi hermanita de tan solo nueve años poco a poco cesa las convulsiones; cuando Clare vuelve con lo pedido, la sostengo en mis brazos y la noto frunciendo el ceño, le paso el paño humedecido con agua tibia que mi hermana me dio.

—¿Ana? ¿Te duele algo? ¿Sabes quién soy? —La voz de mi hermana suena cuando Ana comienza a abrir los ojos, dejando ver sus ojos grises muy parecidos a los míos.

—¿Clare? —Pregunta la pequeña removiéndose en el piso y los ojos azules de Clare se abren por la emoción.

—Ana ¿Te golpeaste en algún lado? ¿Te duele algo? —Sus ojitos me fijan cuando la interrogó y niega con la cabeza.

—Solo estoy cansada —Con somnolencia dice esas palabras así que la tomo en mis brazos para recostarla en su cama.

—Duerme, pequeña, cuando despiertes nos cuentas lo que viste —Asegura Clare luego de darle un beso a la menor en su pelo albino.

Ella solo hace un sonido inentendible antes de dormirse; le velo el sueño por unos segundos para asegurarme de que todo esté bien. Con señas le indico a Clare que debíamos salir de la habitación y nos dirigimos a la sala.

—¿De qué crees que sea su visión? —Pregunta interesada.

—Probablemente del pasado —Sus ojos se achinan en confusión y explico mi punto—, tú tienes visiones del futuro, por lo tanto tomando en cuenta de que son media hermanas de la misma madre, si tiene visiones, serán del pasado —Termino de acomodarme la polera para luego mirarla.

—Tiene sentido —Es lo único que dice.

[...]

Las palabras de Ana aún no salen de mi cabeza, el anochecer está cayendo y ya todos los territorios tienen sus fronteras cerradas; en dos días los líderes de Alyak, Aidia y Ailatan se reunirán en la Institución Vamjalican

Junto con los líderes de cada territorio también irán algunos miembros de los respectivos lugares, así que tal vez pueda volver a ver a algunos de los chicos. Las palabras de Ana confirman mi sospecha de que la visión que tuvo fue del pasado.

«Vi un lobo negro, era tan oscuro que se podía camuflar con la oscuridad con mucha facilidad, su pelaje era azabache, lo único que lo delataba eran sus ojos, flameantes como dos llamas ardientes, pero con la sed de sangre impregnada en ellos. El lobo acecha a alguien, a una niña rubia, tiene menos de diez años y en su rostro lleva una careta, pero no puedo distinguirla bien.

El gran lobo se acerca con curiosidad, pues la furia que antes sentía se ha transformado, la rubia se da cuenta de que la están observando y se gira, ahí sus ojos se encuentran por primera vez y el lobo dejándose llevar por su impulso, la ataca».

El Bosque LeinadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora