Capítulo 16

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Hace años.

Un pequeño niño azabache jugaba tranquilamente en su casa, esperaba pacientemente a su madre. Con solo cinco añitos es un niño muy inteligente y su madre siempre le trae cosas lindas cuando sale a trabajar con su amiga Marcy, la verdad es que al pequeño no le agrada mucho la vampiresa que es amiga de su mami, pero no puede decir nada al respecto.

Escucha la puerta de la casa abrirse con violencia y dio un pequeño salto por el susto; por la puerta entró su madre, se le notaba furiosa y tenía sangre en el rostro, detrás de su madre entró Marcy gritando.

—¡¿Cómo pudiste ser tan imprudente?! —El pequeño niño se escondió debajo de una mesa al escuchar el grito— ¡¿En qué estabas pensando al ir a buscar a Layla?! ¡Aún no estás lista para matarla!

—¡Ya lo sé! —Respondía su madre quitándose el velo que tenía en el rostro y el pequeño noto las heridas que tenía en toda la cara— Pero ya quiero acabar con ella; ya tiene quince años.

—Sé que la odias —Comenzó a decir la vampiresa acercándose a ella lentamente—, pero tienes que pensar con la cabeza y no dejarte llevar por las emociones —Aconsejo.

—Está bien —Gruñó lavándose la cara y comenzando a curarse las heridas.

—Además —Volvió a decir Marcy—, recuerda que luego de que pariste a tu hijo quedaste muy débil —La vampiresa mira con odio al pequeño que se encuentra escondido en la mesa.

—No tienes que recordármelo todos los días —dice poniéndose en frente de la mesa protegiendo a su pequeño de la vista vampírica.

Ante esta acción la vampiresa solo asintió con la cabeza.

—Yo solo quiero lo mejor para ti, Natalia —Fue lo único que dijo antes de irse.

—Mami —Llama el pequeño por lo bajo tomando la pierna de su madre.

—Hola, mi cachorro —Le saludo con una sonrisa agachándose para cargarlo.

—¿Estás bien? —Pregunta el pequeño poniendo una mano en el rostro de su mami viendo cómo las heridas terminan de cerrarse.

—Claro que lo estoy —respondió con voz dulce—, si tengo a mi lindo hijo conmigo, nada puede salir mal —dijo intentando animar al pequeño.

—¿Vas a matar a Layla? —La voz de su hijo toma a Natalia por sorpresa.

—¿Sabes lo que es matar, Khytar? —Deja al niño en uno de los muebles y se sienta al lado de él prestando atención a sus palabras.

—No —Niega con la cabeza—, pero tu amiga Marcy siempre dice que vas a matar a Layla —explica jugando con sus manitas en un acto de nervios— ¿Qué significa «matar»?

Natalia no sabe cómo responderle esa pregunta a su hijo; en lo más profundo de su corazón aún queda un pequeño rastro de Karina, la mujer que era antes, la mujer que amaba a los niños y que protegía su inocencia. Antes de renunciar a su loba, antes de convertirse en lo que es ahora, antes de convertirse en este ser de odio y venganza, antes de todo eso, era un rayo de luz que pasaba las tardes con los niños de la manada, pero esos días nunca volverán.

—Eres muy pequeño para entender lo que eso significa —respondió a la pregunta de su hijo dándole una palmadita en la cabeza.

—¡Ya estoy grande! —Se quejó el menor— Quiero saber, ya tengo cinco años.

—Con suerte pequeño, nunca lo sabrás —Su madre sonríe un poco nerviosa.

—¿Es algo malo? —La curiosidad del pequeño era demasiada.

—Ven, Khytar vamos a jugar y luego te cuento ¿Vale? —Intento convencer al niño y le funcionó.

Pasaron el resto del día jugando y al pequeño licántropo se le olvidó la pregunta que le había hecho a su madre, por otra parte, Natalia esperaba que su hijo nunca aprendiera el significado de esa palabra. Ahora mismo ella solo se está dejando llevar por las ganas de vengarse, pero cuando juega con su hijo, el fruto de una noche desenfrenada con un licántropo, cuando ve la sonrisa de su pequeño cachorro, cuando lo ve feliz jugando, cuando lo ve disfrutando de su infancia, se pregunta si lo que está haciendo es correcto.

Se pregunta si existe la manera en que ella pueda ser igual de feliz como lo es su hijo, se pregunta si tal vez ella pudiera revertir el daño que ya ha causado, se pregunta si puede evitar los desastres que cometerá en el futuro, se pregunta si tal vez no hubiera rechazado a su Mate Alexis años atrás, si no lo hubiera hecho, tal vez ahora ella estaría en una pequeña casa con él, con varios retoños, tal vez tendría un hogar.

Pero sabe que ya no hay vuelta atrás, sabe que no puede revertir el daño que hizo en el pasado, sabe que no puede evitar el daño que hará en el futuro y también sabe que sufrirá las consecuencias.

Presente

Los líderes de cada territorio discutían incansablemente, echándose la culpa mutuamente por las muertes causadas en los terrenos vecinos. Los licántropos y las brujas avanzan un poco y se proponen comenzar una investigación rigurosa para llegar al fondo de la situación.

Mientras tanto Aidan se deja ensimismar, girando los ojos y mirando a la pared, que hasta ahora parece más interesante que la disputa. Si tan solo lo escucharán, si escucharán su teoría de lo que está pasando, si tan solo...

Suspira una vez más de forma silenciosa.

Si tan solo Olivia estuviera ahí, ella siempre lo escuchaba. A pesar de todo, dejaba que él se expresará, seguramente estará en su casa, con su familia, ajena a lo que está pasando, es lo que piensa el vampiro. Extraños olores entran a sus fosas nasales y mira de inmediato a Daniel, agradece tenerlo aquí, al menos no se sentía tan solo; el brujo estaba ajeno a lo que estaba pasando, dentro de sus propios pensamientos. Aidan intentó llamar su atención, pero cuando lo logró ya era demasiado tarde.

Hay intrusos en la reunión.

—Le sugiero Alfa, que mantenga a sus licántropos fuera de esta reunión —Sugiere con rudeza y frialdad el Rey de los Vampiros.

—No son mis licántropos —dice confundida al notar algo extraño en el aire.

—¿No sienten el aire más denso? —Pregunta Yindy, sintiéndose mareada.

—¡No respiren! —Grita Ángel al notar lo que pasa.

Rápidamente Layla se tapa la nariz y la boca, al igual que los demás.

—¡Hay que salir de aquí! —Le comunica mentalmente Alexis a su pareja, quien asiente.

Los tres licántropos piensan en forzar la única salida, pero apenas llegan a la puerta cuando sus piernas fallan, haciéndolos caer al suelo; Layla amortigua su caída con las palmas, pero eso solo hace que el aire entre más rápido a sus pulmones y el efecto sea más rápido.

Alexis se llega apoyar de una pared cercana para evitar caer contra el piso de madera, al ver a su esposa caer al piso, temblando ligeramente, se alarma aún más e intenta acercarse a ella, pero sus fuerzas se desvanecen y simplemente cae al suelo.

Ángel mira hacia atrás cuando cae al suelo, nota a Daniel ya en piso, probablemente desmayado, las brujas son las siguientes en caer, por últimos los tres vampiros, algo los retiene, evita que se muevan y luego caen al suelo.

—¿Maiquel, no es tierno ver cómo intentan combatir el efecto de lo que inhalan? —La voz más juvenil y relajada hace la pregunta.

—No, es patético —dice de forma severa caminando entre los cuerpos tumbados en el suelo.

Antes de perder el conocimiento, Ángel nota como dos licántropos caminan entre los cuerpos, llevan mascarillas de rostro completo, haciendo que sea imposible saber con certeza quienes son, pero algo le dice que ya los conocía; sus párpados no vuelven a abrirse luego de ver como las dos siluetas difusas se acercan a la pared.

El primero se acerca a donde está Daniel y lo carga al hombro como un costal de papas, el segundo licántropo hace lo mismo y carga a Aidan llevándoselo del lugar. Marcos, Nadia, Aidan, Daniel y Kayla fueron capturados por unos extraños que se fueron sin dejar rastros.

El Bosque LeinadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora