Capítulo 9

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Hace años en el Bosque Leinad.

Un lobo de color negro azabache corre en el bosque, atravesando los árboles que conoce desde su nacimiento, la neblina que le rodea no dificulta su visión, pues ya está acostumbrado a ella; se detiene de repente, siente algo en su interior, sus orejas se mueven al percibir movimiento de lo que su olfato había detectado antes, sus fauces de abren en un gruñido por el intruso desconocido y sus ojos color fuego flamean ansiosos por descubrir quién usurpa en su territorio.

Sus patas comienzan a pisar silentes en el barro dejando un rastro de huellas; las altas y grandes copas de los árboles impidiendo que entre mucha la luz solar. Deja salir su aliento y este se volvió blanquecino por el frío a su alrededor, se detiene al localizar su objetivo y la furia se transforma en confusión al identificar lo que causó el torbellino en su interior.

Una joven, de menos de diez años, de pelo rubio, camina tranquilamente por el bosque desconocido y los ojos del licántropo flamean una vez más, pero está vez, no con furia ni malicia, está vez brillaron con algo que no siente desde hace mucho... curiosidad.

¿Qué hace una pequeña licántropa en el Bosque Leinad, tan lejos de casa?

[...]

Presente.

Dos lobos corren por el territorio Alyak, uno de ellos es un licántropo de pelo marrón con reflejos más claros u oscuros dependiendo del lugar de su pelaje, con ojos negros, en su lomo lleva a otro chico, al único brujo, Daniel, quien se aferra a su pelaje para no caerse; a su lado corre una licántropa de pelaje blanco cenizo con ojos rojos, lleva en su lomo a Olivia, la única humana del grupo.

Junto a ellos corren dos vampiros, Aidan y Nadia, los gemelos, cada uno de ellos lleva una carga en sus brazos. Los seis se detienen al frente de un hermoso lago alimentado por una cascada cristalina, los transportados se bajan de la espalda de los lobos que ahora son más grandes, pues ya han pasado cuatro años desde que se conocieron y alcanzaron la edad adulta.

—De verdad es bellísimo —La voz de la vampiresa se hizo presente luego de acomodarse su pelo en ondas, últimamente se lo ha dejado así en vez de alisarlos.

—Y más cuando es de día —Secunda el vampiro sintiendo el sol en piel, pero sin sentir la quemadura que este provoca.

—¿Verdad que es genial sentir el sol sin miedo a morir? —Pregunta la humana al vampiro apoyando su brazo con un poco de dificultad en el hombro del vampiro debido a la nueva altura de este.

—Sí, el hechizo de Daniel es genial —respondió con una gran sonrisa en su rostro.

—Confirmo —dijo Kayla luego de transformarse caminando tranquila hacia el grupo.

—Confirmo tu confirmación —Marcos camina al lado de la licántropa.

—Oh, chicos no es para tanto —menciona humilde el brujo sacando las cosas que trajeron los vampiros con ayuda de Nadia.

—¿Estás bromeando? Lograste hacer que los licántropos se pudieran transformar sin necesidad de cambiarse la ropa o que se quede hecha pedacitos —Elogió Kayla.

—Además de que conservamos nuestra propia ropa que antes de transformarnos en lobos, ¡eres increíble! —El brazo de Marcos le rodeó los hombros amistosamente.

—¿Y lograr hacer que los vampiros caminen en el sol sin sufrir daños? Amigo... —Aidan secundo la acción de Marcos del otro lado.

—Gracias, pero saben que no lo habría podido lograr sin ustedes —Dio crédito también a sus amigos.

—Sin tus conejillos de Indias querrás decir —Todos se echaron a reír por el comentario de Olivia.

Y es que lo logrado fue un trabajo de equipo, desde los sobrenaturales presentándose para ayudar a Daniel con sus hechizos, hasta Olivia le ayudó dándole algunos consejos sobre qué podría agregar; todo fue un trabajo de equipo... de familia.

El Bosque LeinadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora