Capítulo 13: Mentira

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Ahí estaba de copiloto, mudo, pálido, en una camioneta negra que Kimizuki manejaba, ni siquiera la suave brisa de esa mañana evitaba una gota de sudor fría resbalarse por su frente.

¿Cómo es que estaban de regreso tan pronto?

Yoichi iba en medio de las dos chicas, preocupado desde que salieron de Shinjuku, Shinoa miraba por la ventana indiferente, había tenido una mini discusión con el pelinegro pero no estaba dispuesta a sentirse mal por su decisión, Jiang Li se mantenía a raya, un límite que no quería pasar y dejar de lado los asuntos personales de esa banda de amigos.

El silencio fue incómodo.

—Guren dijo que volviéramos, es una orden—

Había dicho Shinoa, una mentira que Yuichiro se creyó, en base a los tipo de informes que se imaginaba habían sido reportados a Guren tenía un poco de sentido llamarlos de vuelta.

Por supuesto, nunca se le pasaría por la cabeza que fue decisión personal de Shinoa y que los demás estuvieron de acuerdo.

Sin embargo, resopló y escupió su disgusto por tener que volver tan pronto.

Yuu tenía en la cabeza muchas cosas y preocupaciones, era un martirio sus pensamientos acribillando a imaginar todo tipo de escenarios, el corazón le bombeaba fuerte, nervioso y con miedo.

Era un alivio para él todavía tener emociones y sentimientos pero al mismo tiempo podían provocar una inmensurable felicidad como un salvaje dolor, tronando cerca de cada vena y arteria de su corazón.

Un letrero llamó la atención del pelinegro, faltaba poco para llegar a Shibuya, en cuanto llegara se dispondría a ir a la oficina de Guren a quejarse con todo gusto.

—Desgraciado Guren— Refunfuño bajo entre dientes.

Sin saber que haría después, en ese momento su mente formuló otra de las incontables preguntas que surgían dentro de su cabeza. ¿Tenri estará enterado de su regreso? Para el pelinegro una respuesta positiva se inyectó en su cerebro, un dolor punzante que hizo dibujar una mueca y llevarse una mano a la cabeza.

—¿Estas bien? ¿Son los efectos?— Preguntó Kimizuki que no paso desapercibido la reacción repentina de Yuu.

Inmediatamente captó la atención de la parte trasera. Shinoa se inclinó un poco adelante.

—Estoy bien— Respondió, tajante hacia Shinoa.

¿Estaba molesto? Claro que lo estaba, la pelimorada se mantuvo quieta hasta volver a su postura indiferente en la ventana, no estaba de humor para otra discusión y mucho menos delante de sus amigos.

Nadie dijo otra cosa, ni siquiera insistieron en preguntar si era en serio, el ambiente estaba denso a pesar de que esa mañana se sentía un viento ligero.

Kimizuki dobló una esquina, en la línea del horizonte pronto se vería Shibuya.

***

—¿A dónde vas?— Preguntó Yoichi cuando miró a Yuu bajarse con el ceño fruncido, yendo directo a algún objetivo.

El pelinegro no dijo nada, siguió su camino a paso rápido, casi dando zancadas, Guren no había dado la orden pero por culpa de Shinoa pagaría las consecuencias.

—¡Yuu!— Exclamó la líder de escuadrón —Yo me encargo muchachos—

Se fue corriendo detrás del pelinegro, no podía dejar que descubriera que era mentira, los chicos miraron a la Taiwanesa que se encogió de hombros y se retiró a quien sabe donde.

—De seguro El Teniente Coronel Guren y ella nos ocultan algo— Comentó Kimizuki viendo como la extranjera se alejaba.

Yoichi asintió por inercia hasta que reaccionó, palideciendo casi de ipso facto, el de lentes lo tomó de los hombros y lo acercó, sus rostros muy cercas casi rozando la nariz, al arquero se le pintaron las mejillas de un suave tono carmín, su corazón se disparó a bombear en una carrera y entre abrió los labios algo temblorosos y con las palabras anudadas en la garganta.

El rey de la salDonde viven las historias. Descúbrelo ahora