Capítulo 9: Miedo

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Un quejido se dejó escuchar dentro de una tienda, estaba sólo, podía sentirlo porque su anormalidad no percibía otra respiración ahí y tampoco el latido de un corazón, se llevó una mano a la cabeza haciendo una mueca de dolor.

—Ugh...— Yuu inspiró aire con fuerza para soltarlo en un suspiro alborotando su cabello —¿Qué pasó?— Susurró para si mismo con pereza.

—No estabas en tus cabales— Era la voz de Asuramaru —Y te follaste a Shinoa en la oscuridad de un edificio apartado de aquí—

Enseguida Yuu abrió los ojos como platos y se incorporó en el cómodo futon de golpe, tan rápido que sintió algo parecido a una bala perforando su cabeza y la sábana llegó a caer del otro lado.

—N-no es cierto, yo... No...—

Él intentaba hacer memoria pero era imposible con el dolor de cabeza recordar algo, todo parecía borroso en su mente y no recordaba algo como aquello, entonces recordó que se trataba de Asuramaru.

—¿Me estás jodiendo verdad?— Yuu puso su cara de cabreado con sus labios formando una línea recta.

La estruendosa risa de Asuramaru invadió hasta la última fibra de su cerebro, suspiro un poco aliviado pero a la vez preocupado, recordaba la voz de Shinoa anoche pero no lo que habían hablado, si sucedió algo importante o no, pero algo hizo querer que se lo tragara la tierra y eso es que sus intentos porque Shinoa no se enterara de sus efectos experimentales habían sido ridículos.

—Ya, ¿no me dirás que paso?— Habló Yuu ya listo para salir.

—Pues, ya todo el equipo sabe de tus efectos, la Doctora se encargó de explicarles—

El pelinegro suspiró viendo su propio aliento desvanecerse, vio a un montón de soldados caminar de un lado a otro, el frío entumeció su nariz pero lo ignoró hasta encontrarse con su escuadrón en la entrada del edificio.

—Buenos días— Saludo Yuu.

Todos saludaron igualmente pero mirándolo expectantes, guardaron un silencio muy incómodo que a Yuu le pareció innecesario, no sabía que decir y sobretodo no sabía como sostenerle la mirada a Shinoa, ¿Por qué simplemente no actúan como si nada paso?.

—Les juro que me lave bien la cara— Bromeó intentando que el ambiente no se sintiera intenso.

Shinoa suspiró con los brazos cruzados decidió mirar un punto ciego, Kimizuki no había comenzado a provocarlo y eso era bastante extraño para Yuu, la taiwanesa no dejo de sonreír dirigiéndose a un grupo de soldados cerca de la puerta de cristal, sin embargo Yoichi se acercó por detrás de su espalda.

—¿Qué sucedió?— Le preguntó en un susurro a Yoichi.

—Nada, se enteraron de tus efectos secundarios— Respondió con simpleza.

Un silbido agudo calo sus oídos, llamando su atención y la del escuadrón.

—Vengan holgazanes, este edificio no se vigilará solo— Narumi hizo un gesto de mano para indicar que se acercaran.

La misión era fácil, como la de ayer, probablemente aburrida para Yuu porque no había señales de alguna amenaza, pero estaba bien, eso era bueno, porque significaba que el mundo estaba yendo por un buen camino hacia lo estable, a lo normal, como hace años, así debía ser y al mismo tiempo le aterraba.

Esta vez lo pusieron del lado oeste del edificio, la vista no era tan desolada como la de ayer, podía ver claramente la calle con un montón de tiendas y más allá casi diminuto Yuu podía percibir una gasolinería.

Se relamió el labio inferior para mantenerlo húmedo porque ya podía sentir que el frío lo estaba partiendo, por una parte su corazón estaba aliviado y por otra tenía miedo, un miedo que no quería demostrar y que le estrujaba el corazón de una manera dolorosa, algo bueno de aquella misión era que no habían llamados para sofocantes entrevistas, en la última obtuvo un cariñoso golpe de Tenri y eso hizo que al pelinegro se le escapara una risita baja que duró segundos, quizás la verdadera razón por la que Yuu no quería que supieran de sus efectos era porque no quería que cancelaran la misión, él no quería volver, incluso estaba bien pasar un 31 de Diciembre ahí, cumpliendo su deber como soldado, sabiendo que Shinoa esta cerca de él.

El rey de la salDonde viven las historias. Descúbrelo ahora