Capítulo 11: Traidor

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Todo estaba muy tranquilo, había mucho silencio, ni siquiera el piar de un pájaro mañanero se escuchaba, el viento no sonaba aflautado, para el pelinegro era incómodo, su corazón le decía que algo estaba a punto de pasar, claro, un sermón matutino no podría ser suficiente para un 31 de diciembre, lo que menos tiene el mundo es paz y si la tiene sólo es temporal, gradualmente se desmorona como un iceberg derritiéndose.

Miró una décima vez al piso 13, ese número le recordaba a la edad de cuando escapo de la mansión de Ferid y dejó a Mikaela atrás, bufó llevándose una mano a la cabeza.

-No pienses en eso- Se susurró a si mismo.

Su oído se percató del movimiento de Yoichi, eso significaba que tendrían que cambiar la vigilancia, inhaló aire fresco y exhalo viendo su propio aliento, la tierra no emitía vibraciones de nada, comenzaba a ponerse nervioso.

-Yuu-kun, es hora, me mantendré atento- Dijo Yoichi tan apacible como siempre.

-... Yo también-

Yuichiro caminó unos kilómetros más adelante, con una de sus manos aferrada a su espada, viendo alrededor cautelosamente, nada fuera de lo normal, solo nieve, calles y locales destruidos, se detuvo en medio de un cruce, aunque quisiera ya había ido lo suficientemente lejos, caminar más sería riesgoso, agudizó su olfato pero solo inhalaba aire helado, exhaló largamente, no se había dado cuenta de cuando dejó de respirar y miro el cielo despejado sintiéndose más tranquilo.

-Que paranoico soy- Se dijo a si mismo y giró su cuerpo para volver -Tal vez... Me estoy poniendo nervioso porque regresaré pronto-

La imagen de su pelimorada golpeó su mente y su rostro se torno preocupado ¿Qué haría? Tenía que pensar en una idea para que Tenri no se la quitara pero parecía que todas sus ideas eran descabelladas, ¿Por qué ahora? ¿Por qué Shinoa? ¿Kureto no es suficiente para él?.

-Calmate, calmate- Se repetía una y otra vez llevando su mano a donde estaba su corazón, latía muy rápido y era doloroso, si tan solo pudiera llevarse a Shinoa lejos de Tokyo.

El pelinegro bajo la guardia mientras pensaba en Shinoa y paso desapercibido el ataque.

¡BOOM! El estruendo llegó como una granada aturdiendo sus oídos, Yuu jadeo de la sorpresa ante el gran sonido, justo a unos kilómetros detrás de él.

-¿Qué demo...?- Yuu a penas reaccionó ante la siguiente bomba -Ugh- Se quejó con un hilo de sangre recorriendo parte de su rostro desde su frente.

El olor a pólvora inundo su nariz distrayéndolo pero su oído pudo escuchar un seguimiento del bombardeo, al menos unas 6 veces seguidas.

--Yoichi- Susurró y corrió de vuelta, no podía quedarse ahí por más que quisiera y dejar a su amigo.

-¡Yuu-Kun!- La voz de Yoichi hizo elevar el rostro del pelinegro.

El arquero estaba arriba justo en uno de los balcones del piso 13, las marcas de su demonio se dibujaban por su rostro izquierdo ¿Habían intentado atacar el edificio? No, más bien el piso 13 específicamente.

-Bebe mi sangre Asuramaru- Murmuró Yuu e inmediatamente sus marcas se dibujaron por su lado derecho y en un segundo estuvo con Yoichi.

-Yuu-Kun esas bombas...-

-Si, su objetivo es este edificio...-

A lo lejos el sonido de un cañón se escuchó, por supuesto solo para los oídos del pelinegro, incluso para él a penas se oía.

-¡Son 5!-

En un parpadeo el ataque se volvió más fuerte, lo sabía porque las bombas estallaban por todo el lugar, los gritos de los soldados eran una clara prueba de ello, estaba preocupado por Shinoa pero confiaba en ella, además debía mantenerse haciendo su trabajo junto a Yoichi, proteger el edificio.

-Yoichi, la pólvora y el humo no me deja ubicarlos bien- Yuu tosió un poco.

-Es a unos 60 kilómetros para ser exacto- Respondió Yoichi visualizando a lo lejos al enemigo con su arco.

-Bien- Yuu se levantó.

-¿Qué vas hac...?- Yoichi no tuvo tiempo de terminar la frase cuando el pelinegro desplegó de su espalda una de sus alas negras y su ojo derecho cambiando completamente a negro y una iris dorada.

-Perdón Yoichi, tendrás que guardar el secreto- Lo miró.

-No importa que método uses, solo acaba con ellos- Yoichi apuntó con una flecha -Te cubriré-

-Mira que atrevido te has vuelto- Bromeo Yuu.

-Ugh... No soy así- Yoichi se avergonzó.

Yuu soltó una risita, guardo su espada y creo en su mano una vara de sal, esquivando las bombas y algunas que no era necesario porque Yoichi se encargaba de ellas. Logró acercarse a unos 30 kilómetros, distancia suficiente para atacarlos, le pareció raro no sentir la presencia de humanos o vampiros, alguien debía enviar esas bombas ¿pero quien era? ¿Quizás habían puesto una barrera?.

-No importa, solo debo destruir su línea de ataque- Pensó y como si se tratara de lanzar una bola de papel a la basura arrojó su vara a los kilómetros restantes.

Una gran explosión envió ondas de aire por todo el área, quizás incluso llegó más allá del edificio, cuando agudizó su ojo notó que todo alrededor de la vara se había convertido en sal dejando un gran hoyo en la tierra de un radio de 80, en el cielo Yuu observaba todo dándose cuenta de que todo había sido purificado sin dejar ni un rastro de nada.

-No es que sea religioso ni nada pero "del polvo naciste y al polvo volverás"-

Con un chasquido de dedos hizo desaparecer la vara, aterrizó al suelo viendo como el humo se iba disolviendo y los ataques se habían detenido, Yuu sabía que la línea de bombardeo que destruyó no era la única por lo que dedujo que las demás líneas se habían detenido al escuchar la explosión, una decisión sabia si no querían morir.

-Aunque...- Miró el lugar de ataque donde solo había sal -Alguien nos esta traicionando-

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El rey de la salDonde viven las historias. Descúbrelo ahora