Capítulo 10.5: Recuerdos

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No hay nada mejor que despertar un 31 de Diciembre con un regaño matutino de media hora.

Se supone que a las 7:00 horas deberían estar listos para comenzar la vigilancia pero eran las 6:55 horas y ni rastro del Escuadrón de Shinoa en el estacionamiento o entrada del edificio por lo que Narumi exhalo fuerte el aire acumulado en sus pulmones, él en serio pensaba que esos chicos eran adultos pero al parecer todavía les quedaba la inmadurez adolescente de hace años cuando los conoció. Cruzado de brazos con el ceño fruncido divisó a Jiang Li a las 6:58 horas.

-¿Dónde están los otros?- Preguntó Narumi con evidente molestia saltándose los buenos modales de saludar primero.

Jiang Li no se inmutó en lo más mínimo, parecía acostumbrada a ese tipo de trato, no, más bien comprendía la molestia de Narumi o tal vez ya había pasado por varias situaciones similares, como sea, la tranquilidad de la Taiwanesa abrumaba demasiado al del tridente, ¿Cómo era capaz de mantener la calma con todo?.

-Siguen durmiendo, intente levantarlos pero se negaron--

Sí, la voz pausada y pacífica de la Doctora abrumaba mucho a Narumi, él quiso gritarle, regañarla o tal vez resoplar a modo de disgusto, insultarla nada más por ser extranjera y no tomarse las cosas en serio, decirle con un tono enfadado que ella era una forastera la cual no sabía trabajar como soldado, le importaba un bledo que el Teniente Coronel Guren la haya puesto como suplente de Mitsuba pero él no hizo nada y no dijo nada, Jiang Li le transmitía serenidad o por lo menos lo suficiente como para no gritarle, los ojos zafiro lo hacían sentir como si estuviera flotando en medio del océano, Dios, en serio quería reprenderla pero su aura lo mantenía a raya, inmóvil, incapaz de reaccionar.

-¿Narumi-san?- Pronunció Jiang Li pestañeando una vez, confundida y al mismo tiempo sintiéndose pequeña bajo la firme mirada de Narumi.

Él sólo desvío su mirada a otra parte y sin decir nada se encaminó a las tiendas donde dormían los chiquillos "Adultos" dispuesto a darle un largo sermón para ver si aprendían la lección, porque así era Narumi, estricto, puntual y sobre todo estructural, desde la muerte de su escuadrón, parecido a Mitsuba.

Él no solía dejar pasar algo así sin dar un regaño pero la extranjera fue la única que no obtuvo una reprimenda.

...

-¿Entendieron mocosos?- Preguntó Narumi delante del escuadrón de Shinoa.

Todos a cada lado del otro con las cabezas bajas, excepto el pelinegro quien se mantenía cruzado de brazos con una expresión de fastidio, casi refunfuñando entre dientes.

Casi todos asintieron ante la reprimenda más larga que tuvieron en toda su vida. Narumi ignoró a Yuu al mismo tiempo que este hacía su mejor esfuerzo para mantener su boca cerrada. Finalmente todos fueron a sus puestos de vigilancia.

-Te diré algo interesante para ti- Dijo Narumi antes de que Yuu se posicionara en su lugar un poco más allá de Yoichi como siempre.

El pelinegro suspiró y el arquero los miraba preocupado, quizás pensaba que Narumi volvería a regañar a su amigo por el simple hecho de que se comportó como si lo de hace minutos le hubiera entrado por un oído y salido por el otro. Yuu pensaba lo mismo.

-Mira, ya me quedó claro ¿si? No necesito un sermón especial pa...-

-No es eso idiota- Interrumpió Narumi y antes de que cualquiera pudiera hablar se adelanto -En esta parte del edificio- Señalo el diagonal de la estructura -En el piso 13 se encuentra Mikaela-

Ambos jóvenes, se sorprendieron, Yuu un poco más que Yoichi abriendo un poco más sus ojos y el color verde se hizo más vivo, como si brillaran realmente, dirigió su vista al piso 13, rayos, era jodidamente alto, aunque eso no era un impedimento, Yuu podría escalar cualquier cosa siendo Serafín, es más podía flotar en el aire lo suficiente si así lo quisiera, ya lo había hecho antes, cuando perdió el control en Nagoya y derrotó a Abbadon.

El rey de la salDonde viven las historias. Descúbrelo ahora