CAPÍTULO 18 - 따뜻함

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Volvió a intentarlo a la mañana siguiente pero Jimin, quien estaba disfrutando de una sesión de hiphop retransmitida en su gran televisor, ignoró su llamada una vez más. No se dio por vencido, y a la tarde antes de cenar volvió a intentarlo.

Jimin estaba cansado de oír sonar el timbre de su puerta una tras otra vez, era un sonido realmente molesto y daba igual que lo bloquease, pues Jungkook se empeñaba en llamar con los nudillos lo suficientemente alto como para que se escuchase por toda la casa.

De un momento a otro el sonido paró y el rubio se sintió aliviado, quería que le dejase hacerse su ramen en paz. Seguía con capricho de embarazada engullendo ramen a cada hora de la cena.

Llevó su comida al salón a pesar de las indicaciones estrictas de su padre de no comer en aquel lugar. "Para algo existe el comedor Jimin", la voz de su padre resonaba en su mente, la cual apartó en seguida porque le importaba una mierda.

- Por fin, solos tú y yo, querido ramen, - Susurró sentándose en el sofá y aspirando el olor delicioso que desprendía el plato. - sin nadie que nos moleste. - Dijo refiriéndose a su vecino y echando un vistazo a la puerta creyendo que seguía detrás de esta.

Agarró sus palillos para lanzarse a su cena, pero la luz del apartamento de enfrente de su ventana se encendió inesperadamente. Al otro lado del patio interior del lujoso edificio, los cristales habían adquirido su color transparente por primera vez en mucho tiempo. La familia Jeon no era partidaria de que descubrieran el interior de su propiedad. A pesar de aquello, el salón de sus vecinos se veía despejadamente y la gran luz amarilla hizo llamar su atención.

Al otro lado de la ventana estaba Jeon, quien no podía saber si Jimin le veía o no debido a que al estar tan molesto el rubio sí que había ennegrecido aquellos ventanales.

El moreno agarraba en sus manos un folio de los grandes que sus padres usaban para revisar los grandes proyectos. En él, estaba escrito un "por favor" en letras mayúsculas y Jungkook se mordía el labio nervioso por encima de aquel papel esperando que su vecino viese aquello. Nunca se había arrastrado así por nadie. Sus mejilla estaban sonrojadas y la escena era realmente tierna. 

Jimin sonrió, era realmente pesado, pero muy adorable. No podía creer que el menor tuviera tanto interés en hablar con él. Dejó sus palillos encima de su bol, aun con esa sonrisa tonta, y se rascó la nariz echando un vistazo a la puerta de su departamento.

El timbre, tal y como esperaba, volvió a sonar. Sonrió otra vez. Jimin se levantó tratando de esconder su sonrisa y poniéndose serio de nuevo. No se lo pondría tan fácil.

La puerta se abrió haciendo que el moreno tropezase consigo mismo debido a que, al no esperar que el rubio le hiciera caso, yacía con ambos brazos apoyados sobre la puerta.

Casi cayó de bruces contra el suelo, pero consiguió equilibrarse a tiempo. Su cara, que hasta ese momento se mostraba apagada, se iluminó en cuanto vio a su vecino al otro lado e la puerta. Aunque con cara de pocos amigos.

- ¿Qué quieres Jeon? - Preguntó serio el rubio cruzándose de brazos.

- Eh... Eh... - El más alto trato de arrancar, no esperaba para nada que le abriese. - Eh... Te dejaste esto en mi casa el otro día, hyung.

Uno de sus brazos le tendió la sudadera que el rubio había olvidado en su departamento el día que se besaron acaloradamente. Jimin se sonrojó, pero trató de mantener el semblante.

-  Gracias. - Dijo quitándoselo de las manos sin suavidad alguna.

Le pareció suficientemente larga la conversación, aunque internamente seguía conmovido por su moreno vecino, quien hasta el momento no había parado de balbucear como un niño pequeño.

LIE TO ME ☆ JIKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora