Niklaus no confiaba en ella, y ella tampoco confiaba en él. Se podía palpar la desconfianza a millas de distancia, ambos con los escudos bien en alto.Josette se había castigado a sí misma cuando se encontró no pudiendo abandonar su posición defensiva, su espada lista para asestar una buena estocada. Metafóricamente puesto que lo único que daba estocadas era su ávida lengua, esta siempre lista para comentarios agresivos.
Suspiró, derrotada, mientras yacía sentada en la cama de aquella pequeña habitación a la que el monarca inglés había ordenado que la llevaran. Se sentía al borde del colapso, sus músculos estaban agarrotados a causa de la tensión mientras que por otro lado su mente se encontraba exhausta a causa de los pocos pensamientos positivos.
Le faltaba Hope, y aquello era como si le faltara todo.
No se lo habían dicho de forma directa pero la advertencia parecía estar ahí, intacta en el aire. No podía caminar libremente por el palacio, estaba restringida a aquella habitación ubicada en la última torre donde apenas entraba la luz del sol ya que las ventanas no eran apropiadas. Era, pese a que no fue vociferado en voz alta, una prisionera.
Quiso llorar de rencor, llorar por todo lo que había estado guardando desde hacía ya tres días luego de dejar a Hope en una taberna de mala espina. Dejó caer su rostro entre sus rodillas, conteniendo las lágrimas que fácilmente atentaba con deslizarse fuera.
La puerta de madera rechinó, aquello la alertó de un nuevo visitante. Un guardia solía traerle la comida, otra clara señal de que era una prisionera, así que eso fue lo primero que su mente pensó poco antes de ignorar la nueva presencia por completo.
Una mano se recostó sobre su omoplato, con la única intención de llamarle la atención, y ella saltó hacia atrás. Parpadeó varias veces para poder distinguir la figura a través de sus lágrimas, por un segundo asustándose antes de reconocer a la mujer.
- Disculpe, no creí que fuera usted -Se aclaró la voz, que no usaba desde hacía casi un día, antes de sentarse de forma correcta.
Arrastró sus manos por el vestido, como si con aquello pudiera lucir presentable. Su apariencia, según lo que su padre comentaría respecto a esta, jamás había sido tan deprimente.
- Está bien, debí haberme presentado antes de entrar -La mujer, restándole importancia a la situación, sonrió con algo de pena como si pudiera leerle la mente. La Delfina frunció el ceño ante el amable trato, este siendo nada parecido al de su esposo- Soy Hayley, me disculpo por no haberme presentado en su arribo a la corte -Hizo una mueca que le arrebató una sonrisa, casi haciéndola olvidar de la situación en la que se encontraba.
La mujer no parecía estar a los pies de una guerra, por lo menos no con ella, por ende Josette se permitió relajar poco antes de inclinar su cabeza. No era una reverencia, ya que no iba a arrodillarse ante un Mikaelson, pero el gesto se podía interpretar como una muy buena muestra de respeto.
No pudo evitar repasar la silueta de la reina con algo de fascinación, admirándola. Era una mujer muy hermosa, de las más lindas que alguna vez había visto, por ende ya no le resultó extraña la belleza monumental de Hope; quien claramente la había sacado de su madre.
- La madre de Hope -Comentó con una leve sonrisa, recordando a la misma. La mujer asintió al tiempo en el que se sentaba en el borde de la cama tratando de ver por la ventana; acción que no logró ya que la misma estaba demasiado alta para ello. Frunció el ceño y emitió un pequeño sonido parecido a la desaprobación, la Delfina lo dejó pasar- Disculpe que pregunte pero, ¿sabe algo de Hope? han pasado días -
No pudo terminar, no había palabras y nunca las habría para algo como ello. Porsiguió a juguetear nerviosamente con sus dedos, lastimándose la piel junto al borde de sus uñas.
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Si solo fuera Josie -Hosie 2
RomanceDos reinos. Dos herederas. Una historia. Una vida. Una mentira.