Libro 2 Capítulo 34

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La marea desde Rotterdam hasta Normandía meció la embarcación en múltiples ocasiones, algo que descompuso a gran parte de la tripulación, y no fue hasta poco antes del atardecer del día siguiente, doce de Enero, que llegaron a destino logrando divisar el resto de sus barcos flameando la popular bandera inglesa capaz de salvar Francia en estos momentos tan oscuros. El león dorado, aquel que el difunto rey Alaric había jurado que Hope Mikaelson no era, brillaba sobre las velas color sangre y por alguna extraña razón aquello inquietó a la pelirroja quien una vez anclados dio la esperada orden de desembarcar para agruparse así con el resto de las tropas.

Se montó en un agradecido Perseo para poner fin a los ochocientos metros que le separaban de la tienda principal montada en tierra firme y fue el general de sus tropas, Thomas Pevensie, quien le recibió una vez esta concluyó el camino al sitio. El hombre, con un ánimo alegre del que la chica carecía, hizo una reverencia antes de comentar lo agradecido que estaba con su regreso, aquel del cual parecía venir triunfante, y las cosas que habían ocurrido en su ausencia, lo que no era mucho.

- Mi reina, ha de estar usted cansada pero me place informarle que las tropas han revivido tras ver a su barco asomarse en la bahía luego de tan larga y arriesgada misión -Thomas, como un niño que orgullosamente comenta su primera aventura, iluminó el rostro de su majestad con el comentario antes de, fallando en ocultar su alivio o cualquier muestra física de afecto, saludar a su hijo Edmund con una cálida mano sobre su hombro- Debemos platicar unos detalles relacionados al plan, tal vez podría hacer ello con vuestro padre si requiere usted un tiempo para recuperarse -

Hope asintió para que este platicara de los mismos con su padre, ella se permitiría ignorar dichos asuntos hasta tener que obligatoriamente tomarlos más tarde, y luego se quitó la armadura una vez se encontró entre la seguridad de su gente. Con una simple y holgada camisa color tiza, el invierno le obligó a colocarse una capa para cubrirse del persistente frío. Sobre su cabeza, como en la mayoría de las ocasiones desde Setiembre de 1579, yacía la corona de su imponente reino.

La heredera del gran mal presenció el emotivo reencuentro entre los Machado y luego, confirmando la antigua sospecha de que más de una persona se había infiltrado al país durante la víspera de navidad, se tomó unos minutos para ponerse al día con su mano sobre lo sucedido en Sussex y Wittenberg.

- Gracias por traerle, es una molesta flecha en el trasero pero es mi molesta flecha en el trasero -Maya, con sus ojos brillando por unas lágrimas que jamás admitiría, agradeció tras separarse del cómodo abrazo con su molesto pero querido hermano y luego le revolvió el cabello de esa forma inquieta que solía hacer desde que era una cría. El joven, por primera vez desde que Hope tiene algo de memoria, no se quejó del abrumador gesto sino que pasó un brazo por la cintura de su hermana para mantenerla cerca- Deberías tomar un baño, hueles a mierda de caballo y el Maestro de Barcos no puede oler a mierda de caballo -La chica, arrugando la nariz, vociferó ahora para su cansado gemelo.

El menor de la casa Machado, por tan solo unos seis escasos y tediosos minutos que su hermana mayor no dejaba de remarcar, aceptó la tentadora oferta de tomar un cálido y relajante baño en uno de los camarotes porque su rostro estaba cubierto de polvo y su cabello repleto de grasa. La suciedad de los calabazos se había adherido a su cuerpo hasta el punto de que nadie creería que era un Lord de Inglaterra, mucho menos uno tan cercano a la reina. Le dolía todo el cuerpo, había sido golpeado durante gran parte de su estadía en Francia, pero tenía ganas de volver a colocarse la armadura para luchar en esta batalla porque esperaba que la misma les brindara la libertad y tranquilidad que tanto habían soñado este último tiempo.

- Siempre protegeré a mi familia, no importa lo que deba enfrentar o las consecuencias de ello -Hope, como si ni siquiera considerara necesario tener que vociferar aquello una vez Eth partió, negó de forma desinteresada para poner fin a aquel asunto ya que no quería revolver el pasado, en su momento había sido doloroso y permitir que tal dolor la persiguiera hasta el presente no era su actividad favorita- Gracias por cuidar de Josie mientras estuve fuera, sé que ambas han estado bajo mucha presión últimamente. Presión del consejo privado, los grandes Lores de Inglaterra, los diplomáticos extranjeros, el pueblo, mi familia incluso. No es fácil, tampoco puedo prometer que lo será en algún momento -

Si solo fuera Josie -Hosie 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora