Libro 2 Capítulo 36

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Casi habían pasado dos lunas desde que la guerra había finalizado, por lo menos aquella guerra en la que se blandían espadas con el propósito de dejar cadáveres en el camino a la bella victoria. Cadáveres, cuerpos que habían sido quemados o enterrados con honores un par de horas atrás. Cadáveres, personas que en algún momento fueron antes de la catástrofe. Para este entonces, con lo que todo aquello significaba, Hope juraba que la noticia de España siendo fríamente derrotada había dado vueltas por el continente. La noticia había sido transportada por el viento, cruzado incluso peligrosos mares para ser susurrada sobre importantes oídos.

Los Mikaelson siempre habían sido una familia importante, pues eran la familia real de Inglaterra desde hacía casi cuatro siglos. Su abuelo, Mikael I, había luchado varías guerras y su padre, Niklaus I, había con fervor conquistado varios territorios que hoy bien cubrían con su símbolo. Parecía que el apellido venía atado al terror o incluso al mismísimo diablo, pues no podía ser mencionado sin que algún par de piernas temblara a causa de la ferocidad del ancestral linaje. Hoy la chica se aferraba a las características de su linaje, a la poderosa historia de los mismos. Hoy el continente, por no decir el mundo entero, comprobaba que la reina de Inglaterra, ahora también futura reina consorte de Francia, era en definitiva una Mikaelson con todas las letras. Había, sin duda, derrotado a Escocia y España con la habilidad de cualquier monarca veterano. Era una potencial amenaza, una que con todas las letras gritaba que estaba ahí para quedarse y marcar un inicio y un fin en la historia del hombre.

Hope Andrea Mikaelson, la magnífica.

Aquella tarde, con lentitud y esmero, buscaban restablecer la gloria de Francia a través de una reunión con el consejo privado que estaba formado por hombres que hacían la guerra más fea. Hacían estos la guerra más difícil e importante, la más peligrosa y fría para un nuevo monarca. El salón del trono estaba abarrotado de consejeros, generales, nobles y personas pertenecientes al clérigo que buscaban asegurar su lugar junto a la monarquía francesa, junto a Josie Saltzman.

Los Mikaelson formaban parte de la reunión pero se mantenían al margen, solo escuchando. Eran, sin lugar a duda, el salvoconducto de la antigua Delfina en caso de que esta necesitara uno. Eran su familia, las únicas personas en las que la castaña podía confiar a ciegas en aquel salón. Era irónico, si antes se lo hubiesen preguntado afirmaría que jamás dejaría su vida en sus manos. Un año atrás, un par de meses atrás, la familia real de Inglaterra era su pesadilla más grande. Siempre se había estado preguntando, debido al claro odio de su padre por aquella familia, cuándo estos decidirían invadir Francia para arrebatarle así el único trono que le correspondía. Cuándo, por la traicionera noche, se escabullirían en su hogar para degollarla mientras dormía. Hoy sin embargo, de forma algo desconcertante, era a quienes se aferraba para vivir o morir. Era por quienes incendiaría el mundo o apagaría un mortal incendio, simplemente lo eran todo.

Hope, conteniendo las ganas de juguetear con su daga, le daba vueltas al anillo en su anular. Hacía poco había aprendido que un Mikaelson con una daga en mano podía ser algo aterrador, especialmente si se encontraban en una reunión con personas que estaban tratando de dar o imponer su opinión como era el caso. A ella, de todas formas, nunca le había gustado todo eso. Detestaba escuchar opiniones ajenas, siempre venían de gente que creía poder hacerlo mejor. Lo quisieran o no, por mera suerte divina o no, la corona de Inglaterra había caído en su cabeza. Había, haciendo que las personas amaran su liderazgo debido a su empatía para con estas, ascendido al trono de forma inesperada y todavía había tenido el coraje de retomar Francia. Todo, sin alardear mucho, a sus meros dieciocho años y tan solo cuatro cortos meses de reinado. Una sonrisa se extendió por sus labios cuando añadió a la lista el no sólo haber derrotado a Escocia sino también a España, todo en menos de seis meses ya que había liderado la batalla contra Escocia cuando aún era la princesa de Gales, heredera al trono de Inglaterra.

Si solo fuera Josie -Hosie 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora