Importante información al final del capítulo——————————————————
Inglaterra, 1579
Josette Saltzman, la bella y codiciada Delfina de Francia, se removió nerviosa y en aquel entonces, desde donde aguardaba cerca de una enorme columna griega que siempre había encontrado interesante, juró que jamás lo había estado de aquella forma. Muy pocas veces se había sentido así de vulnerable, así de pequeña y aterrada. Deslizó sus manos por la extravagante tela delantera de su vestido, alisándolo a pesar de que una doncella se había encargado de ello minutos antes, y volvió a repasar todo lo que quería decir. Todo lo que había, desde hacía días, estado practicando de forma patética en la soledad de los aposentos que compartía con Hope o incluso en algunos olvidados pasillos de la gran corte.
Desde donde estaba podía ver a Elijah Mikaelson, orgullo de la difunta reina consorte Esther Mikaelson, entrenando con su hermano mayor Niklaus, el antiguo monarca inglés, y pese a que estos lucían intimidantes en la mencionada práctica las risas que seguían a las tramposas estocadas evidenciaban que aquello era un mero juego para ambos.
La castaña inhaló y exhaló con el fin de disipar aquella molesta sensación, la de inseguridad calando por su cuerpo, y esbozó una torpe sonrisa a un sirviente que pasaba por el sitio cargando una bandeja de plata con bebidas espumosas. Las nubes oscuras que hace algunos días habían abrazado a la ciudad ahora eran un mero recuerdo frente a la presencia del sol y el más celeste de los cielos a pesar de la fecha en la que estaban. El intenso color, por una mínima fracción de segundos, le recordó a los orbes de Hope. Fue eso, en gran medida, lo que la ayudó a relajarse para centrar sus ojos en la figura del padre de la ahora reina de Inglaterra.
El hombre, que vestía pantalones oscuros y una camisa blanca bastante gastada, era atlético y cuando se lo proponía podía lucir aterrador. Tal vez, y solo tal vez, aquella imagen se veía fomentada por los rumores que le seguían desde hacía casi tres décadas. Klaus el loco, Klaus el despiadado, Klaus el gran mal. Si bien Mikael Mikaelson no había sido un rey muy amado o benevolente, los primeros años de su primogénito a cargo de las tropas lograron superarle; razón por la cual los soldados siempre lo querían a su lado en el campo de batalla, pues este era implacable. Las botas le llegaban hasta algo más abajo de las rodillas y su mano derecha se cernía en una espada que resplandecía con el brillo del sol, una espada que a diferencia de las estipuladas para entrenar no era de madera. Entre tantos pensamientos, la princesa se permitió otro más. Si el arma no era de madera, el entrenamiento debía de ser suave considerando que una estocada podía traer consecuencias mortales para cualquiera con muy mala suerte. A pesar del acertado razonamiento, Niklaus y Elijah Mikaelson practicaban como si no existiera mañana lo que le llevó a creer que estos tenían el pensamiento de ser inmortales; algo que en su mente no podía ser, pues en ese caso serían inhumanos.
- He ganado, querido hermano -El hombre de cabello color bronce, que parecía jamás envejecer buscando así afirmar su anterior pensamiento, vociferó en un tono triunfante mientras abría sus manos a cada lado de su torso para acompañar la arrogante actitud característica de su ancestral linaje.
Josette se preguntó si el poder lo habría cambiado, si el peso de la corona había influenciado en las acciones y actitudes que había tenido en la vida. Quiso preguntarle pero creyó que sería un tema demasiado personal, un tema con el cual tal vez el hombre no se sentía cómodo.
- Tenemos significados muy distintos de ganar, Niklaus -Elijah comentando con una tranquilidad muy propia del mismo, como si hubiera estado esperando aquello, se secó el sudor de la frente con el puño de su camisa. El príncipe Elijah, favorito de su madre y tía, conocía a su hermano y podía prevenir las acciones de este mucho antes de que las mismas salieran a la bella luz del día- Para ganar guerras, muchas veces debemos perder batallas -
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Si solo fuera Josie -Hosie 2
عاطفيةDos reinos. Dos herederas. Una historia. Una vida. Una mentira.