Había pasado una semana desde que Josette dejó a Hope en Francia, una semana desde que la pelirroja aparecía en cada uno de sus sueños siendo estos nada placenteros puesto que varias veces se había despertado gritando a mitad de la noche con las lágrimas surcando sus mejillas. Sus manos proseguían a arrastrarse por el colchón, solo para encontrar que el otro lado de la cama estaba igual de vacío.
No había vuelto a entablar relación con los Mikaelson a excepción de Hayley; esta usualmente venía a verla antes de irse a dormir y no había ni una sola vez que no le dijera que seguían sin noticias de la princesa de Gales. Por otro lado seguía hospedándose en la habitación de Hope pero esta no era distinta, era una celda más pese a la extravagancia de la misma.
Ajena a lo que ocurría fuera de esas cuatro paredes, era Maya de la honorable casa de los Machado quien ahora le traía el almuerzo tomándose las molestias de hacerle compañía mientras la princesa de Francia comía. Entre tantas pláticas entabladas la Delfina había aprendido un montón de cosas, entre estas que la morena y Hope eran amigas desde pequeñas.
- Todo es un desastre ahí fuera, hasta el punto de que algunas veces pienso que me habría gustado estar confinada en una de estas habitaciones -La chica le comentó con un suspiro que apartó un mechón enrulado de su rostro, sus orbes oscuros apuntando al techo ya que yacía recostada en el sofá- Jamás creí decir esto, Josette, pero eres afortunada puesto a que si los escucharas estarías igual de decepcionada -
¿Decepcionada? ¿De qué se perdía estando aquí encerrada?
- ¿Quiénes? -Josette, levantando su rostro desde su lugar en la silla tras el escritorio, enarcó una ceja abandonando la pluma que utilizaba para escribir las cartas que jamás podría enviar.
A su lado, casi sobre la esquina, estaba el plato de comida que Maya le había traído hacía cinco minutos antes de desplomarse en el amplio sillón frente a la estufa. La chica aguardaba algo de distancia, y Josette podía decir que esta se veía enojada.
No, solo estaba frustrada.
- Olvídalo -Chasqueó la lengua, arremangándose la camisa poco antes de llevar sus brazos tras la cabeza como si estuviera dispuesta a abandonar no solo aquella conversación sino también los pensamientos que tenía con respecto a la situación.
- Maya, ¿de qué hablas? -La Delfina, mostrándole ese lado que la joven poco conocía, gruñó con una mirada severa.
- No estoy segura de que puedas saber sobre estas cosas. Por algo estás aquí encerrada, ¿no es cierto? -Hizo una mueca, ajena a la expresión desesperada de la princesa. Se veía bastante ansiosa, tenía el labio inferior preso entre sus dientes evidenciando así que ni siquiera sabía lo que consideraba correcto y lo que no; una parte de ella queriendo confiar en la castaña con el secreto- Niklaus no confía en ti, y este es mi rey al final del día -
Era su rey pero al decir aquello no sonaba segura, como si no creyera que las acciones tomadas por el monarca fueran las correctas o necesarias.
- Y Hope es tu amiga, ¿es sobre ella? -
Apartó el tintero, abandonando el papel que utilizaba para escribir. El plato a un lado yacía olvidado, su apetito se había esfumado.
- ¿Cómo no podría serlo? Es de lo único que todo mundo debería estar preocupándose -La chica, sin tener que meditarlo, respondió en un tono que Josette no pudo ni quiso molestarse en descifrar. Una sola mirada de la castaña fue suficiente para que Maya comentara lo poco que sabía, especialmente porque creía una injusticia lo que ocurría en la gran corte real- Están mordiendo sus propias colas, ni siquiera logro conocer si saben lo que están haciendo. Es claro que la situación les está quedando grande, no saben la forma de lidiar con ella -
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Si solo fuera Josie -Hosie 2
RomanceDos reinos. Dos herederas. Una historia. Una vida. Una mentira.