Libro 2 Capítulo 16

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La mañana siguiente a su regreso de Northumbria, Hope Mikaelson volvió a marcharse sin una sola palabra. Su padre, un ya muy cansado rey, se encontraba teniendo dificultades al Este del país, a no más de tres horas de la gran corte en Londres, que se resumían a protestas por parte de algunos ciudadanos descontentos con la poca atención que la corona les estaba brindando; razón por la cual habían decidido cortar gran parte de los caminos impidiendo así la llegada de mercancía a otras regiones. La princesa de Gales no tardó en ofrecerse a viajar para calmar las almas de sus queridos súbditos, pese a que el verdadero propósito del viaje era calmar la suya propia, partiendo del palacio cerca de las cinco de la mañana para poder platicarles a pesar de que su abuelo Mikael habría solucionado la situación de otra forma; enviando tropas para que fueran reprimidos o incluso asesinados sin piedad.

Fue escoltada por un buen grupo de soldados, solo porque su tío Elijah no lo hubiera permitido de otra forma ya que en su opinión personas enojadas con la corona eran capaces de cualquier cosa, y rechazó viajar en carruaje excusando a aquello no solo al atraso que pondría en tiempo, pues podría atascarse en el barro o romperse alguna rueda en medio de los tortuosos caminos, sino también a que si quería llegar a un acuerdo con estas personas debía entonces demostrar que era una de ellos; algo que seguramente no iba a lograr bajando de un ostentoso carruaje.

Llegó a Gravesend en dos horas y media y en el pintoresco sitio encontró que la situación era más grave de lo que esperaba. Si el gran grupo de personas a caballo no llamó la atención de los protestantes acumulados en aquella plaza, entonces lo hizo los estandartes de Inglaterra que cargaban aquellos dos primeros hombres que abrían la marcha.

- No dudaremos en asesinar a todos si la situación se escapa de nuestras manos, majestad -Thomas, que había tenido la amabilidad de acompañarla para brindarle algo de seguridad al tener cerca una cara conocida, informó mientras arribaban al lugar.

Todos los ojos estaban puestos sobre ellos, y lo cierto era que los rostros carecían de felicidad. Era como si la atención que tanto se habían esmerado en conseguir, ahora no les complaciera en absoluto. Era como si la llegada de Hope al lugar, con ello la corona, no les hiciera gracia.

- No estoy aquí para generar una masacre, ya he tenido suficiente con Northumbria -La chica, abandonando las riendas del caballo cuando uno de sus hombres se puso de pie junto a Perseo para mantenerlo estable, informó con brusquedad pese a que herir al hombre no era su deseo.

Había tenido una noche terrible, en la cual no había podido dormir, y para su mala suerte el día no se le estaba haciendo más ameno. Se había ofrecido a solucionar la situación, implorando a su amado padre, porque creyó que el aire fresco del viaje, junto con alejarse de la gran corte y de Josette, la ayudaría a olvidarse del día de ayer pero aquello era lo último que había logrado. Por otro lado el monarca había aceptado que fuera, pero solo porque este no podía ya que se encontraba recuperando de una gripe que había contraído el día anterior a la llegada de Hope desde el norte; gripe que lo había mantenido en cama previo al regreso de su bella heredera.

Había también negado que Maya de la honorable casa de los Machado la acompañara, solo por creer que el silencio del viaje le iba a brindar la tranquilidad que necesitaba; algo que no ocurrió a pesar del deseo. Principalmente otorgó a aquella inesperada decisión la excusa de que si no le permitía acompañarla entonces esta no tendría tiempo para cuestionar la razón por la cual partía de la corte cuando recién había llegado de tan arduo trabajo en el norte de Inglaterra. La primogénita del rey Niklaus, probablemente por tratarse de su querida amiga, fallaría en sostener una buena mentira y con ello expondría la reciente inestabilidad en su relación con Josette.

Si solo fuera Josie -Hosie 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora