Libro 2 Capitulo 23

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Se removió sobre el extravagante colchón de sus aposentos luchando contra la incomodidad de aquello que ligeramente humedecía su frente con sumo cuidado, y parpadeó medio minuto después para comenzar a abrir sus ojos y descubrir lo que estaba ocurriendo.

Le dolía cada extremidad pero el sudor frío, aquel que tanto preocupaba al médico de la corte, abandonaba ahora su pálida piel luego de varias horas. Su cuerpo de todas formas sucumbía a aquel extraño cansancio, y ella juraba que jamás se había sentido tan miserable como aquella mañana poco templada donde se había despertado temprano en la madrugada. No, no se había despertado, la habían despertado. Josette la había sacudido sin pena cuando el sol ni siquiera había aún salido para dar comienzo a un nuevo día, y la pelirroja no podía culparle porque en su lugar habría hecho lo mismo para luego correr a la recámara del maestre en busca de respuestas o incluso una maldita solución.

Hope deslizó una perezosa sonrisa por sobre su boca cuando sus orbes celestes se adaptaron al rostro de la castaña, aquella sentada a su lado.

- ¿Cómo te sientes? -Josette cuestionó sin sonreír, mortal como la mera hoja de una afilada espada en combate.

La monarca, sintiendo a sus extremidades hormiguear con persistencia, estiró sus brazos con lentitud hasta quitarlos de entre las sabanas. No podía mentirle, se sentía terriblemente mal como si su cuerpo no tuviera las fuerzas ni para siquiera estar despierta durante largos periodos de tiempo.

- Cansada -Admitió con la boca seca y su cuerpo hirviendo a causa de la inesperada fiebre que venía azotándole desde la madrugada.

Josette deslizó una mano por sobre el pecho de Hope, adentrándola por el borde superior de la camiseta blanca que esta última utilizaba para dormir. Hizo una mueca, de esas a las que la pelirroja no dio mucha importancia puesto que estaba más interesada en la sensación de la mano de la chica sobre su piel que en la preocupada expresión de la misma.

- Ven, déjame ponerte esto -Pidió mientras acercaba una compresa húmeda a la frente de la pelirroja, acomodándola en el lugar con el debido cuidado. Hizo un poco de presión, y una pequeña gota resbaló por la sien de la menor de los Mikaelson como consecuencia- Debería ya haber bajado -La castaña se quejó para sí misma, contemplando el demacrado rostro de la reina más bella de Inglaterra.

- Estoy bien, es solo una fiebre -Vociferó para tranquilizarle, algo que no logró.

Hope bostezó poco después de que un chucho abordara a su cuerpo, sus músculos sintiéndose increíblemente fatigados a pesar de que ayer en la tarde estaba lista para cabalgar durante horas.

Josette sabía que el maestre de la corte había de momento descartado una peste, pues no había llegado del pueblo noticias recientes de muertes por la misma sintomatología que la reina ni mucho menos muertes en masa que pudiera alertarles, pero aun así desconocía las hipótesis que este ahora manejaba.

- ¿Qué te dijo el médico? -Indagó al ver que la chica estaba a nada de volverse a dormir, como si ni siquiera ella fuera capaz de evitarlo. Hope abrió sus ojos con cansancio, sintiendo la mano de Josette deslizándose sobre la suya, y murmuró un pequeño quejido indescifrable cuando la castaña comenzó a jugar con sus dedos demostrándole que estaba nerviosa. Si la reina se esforzaba podía sentir su propio anillo, ahí donde yacía en el dedo anular de la princesa de Francia, rozar la palma de su mano derecha- El maestre, ¿qué te dijo? -Insistió cuando la chica quedó en silencio, perdida.

Luego de su viaje al claro la tarde anterior, Hope Mikaelson había despertado en la mañana siguiente con un enorme malestar general que parecía intensificarse con el paso del tiempo; lo que preocupaba a la familia real.

Si solo fuera Josie -Hosie 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora