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ALEC

Tres semanas desde el incidente de la revelación del nombre de Nat, Max, e Isa. Daría lo que fuera por decir que eso fue todo; pero lamentablemente más nombres han sido revelados. Al segundo día, los nombres empezaron a ser escritos en las puertas de los dormitorios. Al cuarto, por medio de mensajes se empezaron a revelar unos cuantos más. A la semana en las paredes de los salones. Esa tal "Orden de Angerona" tenía a todos en la punta de sus dedos. Pero parecía que en sus planes no solo estaba hacer que los niños revelaran los nombres de sus amigos.

     Hoy estábamos en la cena cuando dos chicos fueron envenenados. Afortunadamente uno de ellos se pudo recuperar, lamentablemente por el otro alguien en estos momentos estaba cobrando un cheque. En la tarde, una chica saltó del segundo piso de su dormitorio; la nota que dejó atrás simplemente decía «Era yo o mi hermana».  La seguridad estaba peligrando en el internado y aunque sabía que no era culpa de los chicos, pues muchos lo hacían porque creían que estaban protegiendo a sus seres queridos, la muerte en los pasillos de la escuela era cada vez más frecuente. La única manera de pararlo iba a ser evacuando a todos a sus respectivas casas.

     Entré a la zona de entrenamiento donde mi pelotón ya me esperaba, a excepción de los gemelos e Isa.

     —Chicos, creo que saben que las cosas están difíciles. Y más ahora que muchos de sus apellidos ya fueron revelados.

     —Sigo sin entender porque lo hacen—comenta Nate.

     —No es cuestión de quererlo entender ahorita. El punto es que por el simple hecho de sus apellidos, sus cabezas valen más que las de muchos otros.

     —¿Y? —cuestionó Val.

     —Y por eso, para finales de la semana no quiero que ninguno de ustedes siga aquí.

     —Pero—empezó Sky.

     —No quiero peros, no hay opción, su seguridad va primero. Dentro de tres semanas las instalaciones estarán completamente vacías. No podemos seguir arriesgándonos a que más alumnos mueran a manos de otros—terminé.

     —Entonces eso es todo—afirmó Samu.

     —Por el momento es la mejor decisión. Vayan a sus dormitorios, hagan sus maletas y contáctenme cuando estén listos para partir. Conseguiré que les faciliten su viaje a una de sus casas de seguridad—varios me miraron extrañados pero no preguntaron nada—. ¿Val te puedes quedar un momento? —la chica esperó mientras el resto se iban.

     —¿Qué pasó? Nat e Isa están bien ¿verdad?

     —Sí, no te preocupes por ellas. De hecho, quería preguntarte si querías ir a la misma casa a la que se están quedando. Estoy seguro de que estarán felices de verte.

     —¿Puedo? —contestó emocionada.

     —Max fue el que me dijo que te invitara.

     —¡Si! —empezó a saltar.

     —Ve a hacer tus maletas, le pediré a Will que te ayude a llegar hasta allá.

     Y sin más, Valeria se fue corriendo a su dormitorio a empacar. No sabía cuanto la envidiaba, ella podría ver a Nat en un par de horas; mientras que yo tendría que esperar hasta que el internado se vaciara para poder irme. La última vez que la vi fue el baile, y también fue la primera vez que hablamos sin gritarnos y realmente aceptar uno con el otro que nuestros destinos estaban unidos. Y justo cuando lo hicimos, resulta que nos separamos, qué curioso. 

     Camino hacia la habitación de Will y entro sin tocar; ya una costumbre.

     —Val aceptó la invitación de Max. Va a ir a la casa de los Alpes con los chicos—le informo.

Coral de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora