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ALEC

Había actuado de manera inmediata y prepotente. Después de haber escuchado el apellido y prácticamente la descripción de Nati de la boca de Mau, no había podido dejar de darle vueltas.

Si Nati era la solución, ¿por qué no la habíamos encontrado aún? ¿Qué significaba esto para todos? ¿La solución podría de algún modo costar la vida de ella? Ya lo había visto antes y no estaba dispuesto a perder a otra persona por arreglar un problema, aunque eso significara peligro para muchos otros.

No iba a perder a Nati por nada en el mundo. Llego buscándola, queriendo abrazarla y asegurarme de que está a salvo y la encuentro con un tío prácticamente cargándola y con su cara a centímetros de la de ella.

No me importó que fuese lo que pasara, ese tipo necesitaba alejarse de ella en ese instante. Lo vi todo rojo, y en cuestión de segundos estaba junto a ella, tomándola por la cintura y zampando un jodido puñetazo en la cara del tío y con él ya en el piso, lo tomo por el cuello de la camisa y le advierto.

—Ni se te ocurra ponerle una mano encima de nuevo.

Me volteo y saco a Nat de ahí.

***

En el camino de regreso Nati no me dirigió la palabra. Y llegando, se fue directo a la habitación de Isa sin siquiera decirme buenas noches.

Me subo enfadado a la habitación que comparto con Nati y cierro la puerta azotándola. Pasados unos minutos alguien la abre. Esperanzado me levanto de la cama esperando ver a Nati. Su hermano mayor es el que entra.

—¿Puedo pasar?

—Ya entraste—me echo nuevamente en la cama cubriendo mi cara con ambas manos.

—Por dios Alec.

—La jodí pero bien cabrón.

—Que no te quepa ni la menor duda. ¿Qué pasó?

—No lo sé—me incorporo en la cama—después de lo que dijo Mau no pude evitar recordar lo que le pasó a Pal—mi amigo me observa con lástima.

—No me mires así—le aviento una almohada de mala gana.

—No sé como piensas que te miro, pero era imposible que no relacionaras lo de tu hermana con Nat. No la quieres perder como a ella y es comprensible, pero ¿por qué el puñetazo?

—Estaba agitado, solo quería poder abrazarla y asegurarme que estaba bien y la encontré con un tío. No sé, no pude.

—Alec, tienes que hablar con ella. No explicarle, porque lo que hiciste no es correcto, pero disculparte.

—No me quiere ni ver.

—Tampoco hiciste mucho esfuerzo en intentar hablarle.

—Está borracha.

—Créeme que ya se le bajo de tanto gritar.

—Si voy ahorita ¿crees me escuche?

—¿Quieres la respuesta honesta u optimista?

—Honesta.

—No, te va a mandar a la mierda—observo el techo—pero, si no vas hoy, mañana no te va a escuchar. Ve y se rechazado hoy para mañana poder hablar.

—Eso no tiene sentido.

—Dice el que golpeó a un tipo sin razón alguna—le lanzo una mirada asesina—Ve y busca a tu Julieta, Romeo.

Coral de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora