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NAT

Cuando terminó la clase de talentos, Val, Isa y yo nos dirigimos a los kioscos de comida; nos acercamos al puesto de bebidas frías y ordenamos tres batidos de fresa. Platicamos por un rato y después nos fuimos a arreglar para la cena.

Val e Isa se habían convertido en mis mejores amigas. Sentía que les podía decir lo que quisiera, y eso podía ser tanto un alivio, como un nuevo problema.

—Nat ¿que opinas? —empezó Isa mientras me extendía una falda al cuerpo y un suéter de punto—es tu atuendo para hoy.

—Me gusta, gracias —entre el internado y mis hermanos, ya había repuesto la mayoría de las cosas que había perdido en el fuego, pero la ropa seguía haciéndome falta. El internado se había hecho cargo de los uniformes, pero tanto pijamas como ropas para la cena, seguían prestándomelas mis amigas.

—Unos últimos retoques y ya estoy lista — concluyó Val.

—Val si no acabas en dos segundos, Nat y yo nos vamos a ir sin ti —Isa sentenció.

—¡Val! Todavía te falta el cabello, de verdad necesitas aprender a medir tu tiempo —yo ya estaba desesperada.

—No, de eso ya te haz hecho cargo tú —tomó el spray que había encantado, y se roció un poco en el cabello. Ya estaba lista.

—¿Nos vamos?

—Por favor.

Salimos del cuatro y entramos al comedor. Me sorprendí al caer en cuenta que Alec todavía no había llegado. Eso no era normal de él. Traté de ignorar ese hecho y pasé la cena platicando con mis amigos.

Cuando la cena terminó, Isa desapareció con Xav y Val se fue al jardín con otros chicos; así que regresé sola a mi dormitorio. Cuando llegué, Alec estaba parado en nuestra puerta y me observaba como si desaprobara mi actitud.

—Alec, ¿qué haces aquí?

—Esperaba poder hablar contigo.

—¿Se puede saber sobre qué?

—Tus entrenamientos. Necesitamos practicar más, necesitas ser capaz de tomar control completo y creo que soy tu mejor opción para no perder el control.

—¿Y eso por qué?

—Porque está claro que apenas puedes controlar tu talento si prefieres usar los de otros.

—Tu no conoces mis talentos, así que si quieres ayudar empieza por no opinar.

—Princesa, mi trabajo es opinar para que tú mejores.

—Yo no quiero tu ayuda, Will ya me está ayudando.

—Pues que mala suerte que no tengas opción. Mañana después de la militar te vas a quedar conmigo.

Alec se retiró de mi puerta y por fin pude entrar. ¿¡Quién se creía?! Vino a mi dormitorio para echarme en cara el que no tengo control para después ofrecer su ayuda.

Entré al vestidor, me puse la pijama y me metí a la cama. Mis compañeras de cuatro quien sabe cuando se decidían en presentarse.

A media noche, Val regresó. Isa todavía no aparecía.

A la mañana siguiente, Val y yo nos levantamos nos arreglamos y salimos para nuestra clase de las nueve de la mañana. Isa no había regresado a dormir, pero tampoco me sorprendía teniendo en cuenta que a Val parecía hacérsele normal.

Coral de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora