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ALEC

El día por fin había llegado. Por fin nos uniríamos a los chicos en la casa de los Alpes. Por fin vería a Nat otra vez.

Termino de cerrar mi maleta, que es pequeña pues tengo bastante ropa en la casa. Alguien toca a mi puerta y entra. Es Will.

     —¿Listo? Nuestro vuelo sale pronto.

     —Sí, sólo deja agarro un abrigo.

     Salimos de mi habitación y llegamos al estacionamiento del internado. Will abre un portal para sacar el coche de la barrera del escuela y nos dirigimos al aeropuerto.

     Habría sido más sencillo tomar el Salón Salavert como pasadizo, pero la verdad ya teníamos la costumbre de llegar por nuestra cuenta. Después de todo así es como solíamos hacerlo; antes de que llegara Nat para borrar las huellas de los portales.

Sin embargo, Nat si nos había dado algo para el viaje. Las pociones de niebla. Llegamos sin ningún inconveniente al aeropuerto de Berna. Tomamos uno de los coches del garaje de la familia de Will y tomamos camino a la casa.

     Un par de horas después estábamos estacionándonos junto a los otros cuatro coches; entre ellos mi Land Rover.  Y entramos a una casa bastante silenciosa para ser habitada por cuatro adolescentes. Dejamos nuestras maletas en nuestros cuartos y nos sorprendimos de no toparnos con ninguno de los chicos. Llegamos a la cocina y tampoco hay rastro de ellos. No es hasta que llegamos a la alberca que nos encontramos con cuatro adolescentes entre inconscientes y con un buen nivel de cruda. 

     —Qué bello es saber que son unos chicos responsables—comenta Will reteniendo la risa.

     —¿Will? —pregunta Isa con un claro dolor de cabeza.

     —El mismo.

     —¿Ya llegaron? —pregunta Max con el mismo malestar.

     —No, somos proyecciones —contesto, nótese mi sarcasmo.

     —¿Alec? —dice Nat.

     La niña estaba acostada en el colchón junto con Val. La segunda claramente inconsciente.

     —Eso parece—digo mientras analizo su estado.

     Nat hace un intento de pararse a saludarnos pero vuelve a caer en la cama con un claro mareo.

Su condición realmente era lamentable. Son adolescentes y todo, pero no se podían ni parar y era claro que llevaban prácticamente toda la tarde aquí sin consumir nada de alcohol.

Nat vuelve a intentar pararse y vuelve a fallar.

     —Nati, quédate quieta—dice Will—nos pueden explicar ¿qué rayos les pasó?

     —¿Fiesta?

     —Sí, eso está claro. ¿Pero de cuantos días y qué consumieron? —pregunto.

     —La fiesta no fue el problema—empieza Nat—fue la mezcla de cosas lo que nos golpeó.

     —¿Sé puede saber qué? —Will pregunta.

     —¿Poción de niebla, alcohol y unas pastillas para ver en la oscuridad? —dice Max un poco inseguro.

     —¿Pastillas para ver en la oscuridad? —pregunto.

     —Si... digamos que salimos a esquiar en la noche—nos dice una Valeria que apenas está despertando.

     —Pues espero hayan aprendido su lección de no mezclar esas cosas.

Coral de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora