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NAT

En mi sueño, vi a Alec como anteriormente solo había visto a Max. Mi conexión con Alec se estaba incrementando. Creía que eso sería imposible. Esto no tendría que estar pasando hasta que completáramos la transfusión de energía. Pero estaba sucediendo. Me sentía más segura en los brazos de Alec que junto a Max. Alec podía usar mi energía si le daba oportunidad. Y ahora, podía sentir cuando él corría peligro.

El mundo somniabunt solo me llamaba cuando había algo que necesitaba saber o cuando Max estaba en peligro. Me había llamado el día del terremoto que destruyó el internado de Max y el día de la muerte de los papás de Isa. Pero en ninguna de las situaciones había yo estado presente, las personas involucradas no me podían ver y menos aún atacar. Hoy lo habían hecho.

Cuando la sombra de mi sueño me dio el pañuelo, sabía de quien se trataba. Sabía que algo estaba por sucederle, pero no estaba dispuesta a aceptarlo. Me vendé los ojos como me había pedido y entonces la oscuridad me cubrió y sentí una presencia oscura, negativa rondando cerca. Cada vez la sentía a menor distancia hasta que esta me atrapó. Me provocó un dolor al que solo pude responder a través de gritos. Gritos que me acompañaron a través del mundo somniabunt hasta el real.

La voz que me liberó del dolor, y del sufrimiento, fue la de Alec, no lo podía ver, pero sentía su presencia. Él estaba en peligro y él ni siquiera lo sabía. Él estaba preocupado por mí.

Yo le tenía que avisar, pedirle que se fuera. Que corriera, pero ya era demasiado tarde. Anuncie la presencia del riesgo.

—Hay alguien cerca. Tienes que irte de aquí. Corre —me puse cada vez más nerviosa. Sentía el dolor regresar a mí. Esta vez no lo soporté mucho más y grité. Recuperé la conciencia en el cuarto con la sombra, pero no me podía quitar el pañuelo. Había quedado atrapada en el mundo de mi sueño, en el mundo somniabunt. Parte de mi esencia la había perdido y no tenía la fuerza para regresar.

Una ola de energía me liberó de mi encierro y por fin me pude quitar el pañuelo. Desperté. Max estaba sentado a mi espalda abrazándome, pero mi cuerpo no salía del estado catatónico. Hasta que no lo sintiera a salvo, hasta que no sintiera a Alec a salvo, no me recuperaría.

Alec y Will aparecieron. Recuperé mi fuerza y después de revelar lo que había visto, no pude más que esconderme. Max sabía lo que eso significaba, Will también; lo había visto en sus miradas. No podía ni mirar a Alec a los ojos, lo que creímos no pasaría hasta después de la ceremonia, se había adelantado. Así que preferí refugiarme. Me duché con agua helada por más de media hora. Quería quitarme la sensación de nervios de encima; y la mejor opción, me pareció un baño.

Cuando salí de la regadera, me di cuenta de que tenía moretones en todo el cuerpo. Justo donde había sentido la energía negativa entrar y salir. Donde más me había dolido en el sueño. Me cubrían toda la espalda y parte de los hombros. En las piernas solo tenía dos, pero me dolían como demonios. No podía dejar que nadie me los viera, en especial Max y menos aún Alec. Si ellos se enteraban, harían un lio mucho más grande acerca del asunto. Y eso era lo último que quería.

Regresé al cuarto y me puse una camiseta de manga larga y unos pants. Isa me los había dado cuando regresó a la habitación para ver cómo me encontraba. Una vez vestida, regresé a la cama.

Necesitaba pensar mi siguiente paso. Si la transferencia de energía era la mejor opción o si era mejor esperar. Tomé mi diarium y no pude evitar releer la primera página.

«Nombre: Natalia

Familia: Salavert

Generación: Tercera

Coral de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora