—¿Ale?
Ugh.
Solté un bufido cansado y despegué el celular de mi oreja. En la pantalla salía grande el nombre de Ryan y seguido vi la hora.
—Cuatro y media de la tarde... Mierda— susurré, abrí los ojos procesando todo y un dolor se instaló en mi cabeza. Me agarré la cabeza con mi mano libre y fruncí el ceño al ver que no paraba el dolor—. Sí, Ryan... hola— dije aparentando estar normal y hablando con los ojos cerrados con la cabeza pegada a la almohada.
—Hola... Ale, ¿quién te llevó a casa?
—¿Qué? ¿Por qué lo preguntas?— de un salto me incorporé en la cama haciendo que mi cabeza zumbara y todo me dé vueltas.
—Porque después de que vino la policía, tú ya no estabas por ninguna parte.
¿Policía? Yo no recuerdo nada desde que...
Espera.
¿Quién me trajo a casa?
Espera un poco más.
Comencé a ver todo el cuarto y me di cuenta que las paredes color hueso cambiaron a un color azul marino casi negro. Habían varios libros al frente mío de diversos colores y tamaños.
De repente la puerta se abrió y vi a un Kyle despeinado vestido con unos pantalones holgados color negro y un polo en V blanco.
Se veía tan sexy.
¡Para! ¡No sabes dónde estás, mujer!
Cierto, cierto... Maldito Kyle por ser tan sexy y apetecible.
—Después hablamos, Ry— cuelgo y aviento el celular a la cama. Lo miro con los ojos abiertos y él solo me mira a los ojos—. ¿Se puede saber dónde estoy?— le pregunto masajeándome las sienes con mis dedos trazando círculos imaginarios.
—En mi casa— dice sentándose a mi costado. Abro los ojos lo más que puedo y lo miro con incredulidad. Se encoje de hombros y pone sus codos en sus rodillas y apoya su cabeza entre sus manos mirándome.
—«En mi casa»— imito su voz haciendo la mía grave—. ¿Por qué estoy acá?
—No quieres saberlo— bufa y se tira a la cama. Ruedo los ojos y cuando me dispongo a parar, siento unos brazos cerrarse en mi cintura y jalarme hacia atrás quedando encima de Kyle.
—Suéltame— susurro mirando al techo mientras forcejeo para que me suelte.
—¿Por qué me evitas, Ale?— pregunta pegando su boca a mi oreja. Un escalofrío me recorre todo mi cuerpo y las mariposas comienzan a revolotear por mi estómago haciendo que pare de forcejear.
—No molestes, Kyle— digo soltándome de sus brazos y parándome quedando enfrente de él.
—Solo contéstame.
—Pues no quiero— dije cruzándome de brazos y haciendo un puchero—. Pásame mi celular— extiendo mi mano para que ahí ponga mi celular pero el señorito solo se limita a negar con la cabeza mientras chasquea la lengua.
—No, no, no— dice como una diva total—. Hasta que me digas por qué me evitas— ruedo los ojos.
—Que no te hable es otra cosa.
En un instante está al frente mío, tan cerca que puedo sentir su respiración. Un vago recuerdo o sueño, no lo sé, llega a mi mente.
Kyle y yo, en un parque, felices y mirándonos bobamente mientras él me agarra de la cintura haciendo que las mariposas se despierten.
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Hasta que llegaste tú
VampireAlejandra Rodríguez tiene una vida complicada. Sus padres acaban de fallecer y algunos recuerdos de su pasado ya no están grabados en su mente. Ella es llevada desde Londres (Inglaterra) hasta Los Ángeles (Estados Unidos), a vivir con su tía, la cu...