02. Una llamada

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Pasó un día, dos, tres, y Caleb no volvió a aparecer en la biblioteca, la señora Robinson no sabía nada y por alguna extraña razón me había ¿Preocupado? No me puedo preocupar por alguien que no conozco.

Antes de siquiera pensarlo marqué su número en mi teléfono y apreté el botón de llamada. Al tercer tono contestó.

– ¿Hola?

–Hola, soy Madelaine

–Pequeña acosadora, te tardaste en llamar

–No me digas así

–No lo sé, me gusta ese apodo ¿Para qué me llamaste?

–No sé, se me hizo raro que no fueras más a la biblioteca

–Qué casualidad, ahora estoy ahí ¿Vienes?

Y me colgó, el muy maldito me colgó ¿Cómo se atreve? Me coloqué la chaqueta, la bufanda y mis guantes, era de noche y estaba helando pero me irrita que me cuelguen el teléfono, el acaba de hacer lo que más odio.

Fui hasta la habitación de Ross y golpee la puerta —Ross, iré a la biblioteca ¿Me llevas? Esta oscuro

El se levantó de la cama, se colocó unos tenis y agarró sus llaves —Vamos.

Al llegar Caleb estaba sentado en mi lugar, una sonrisa socarrona se formó en su rostro, me despedí de Ross quien me dijo que no podía estar mucho pues ya estaban preparando la cena y entré a la biblioteca, saludé a la señora Robinson, me dio una taza de café, agarré mi libro y me quedé de pie frente a él — ¿Se te ofrece algo?

—Estas en mi lugar—moví la mano para que se pusiera en el lugar de al lado.

Con excesiva lentitud, Caleb se movió y pude sentarme en mi lugar —Así que, asusto pero acá estás

—Odio que me corten el teléfono

—Entonces no volveré a hacerlo

—Gracias, ahora, si no te importa, me pondré a leer

Caleb asintió y volvió la vista a su libro y yo hice lo mismo. Los minutos pasaron y no volvimos a dirigirnos la palabra, de vez en cuando Caleb me observaba y volvía a mirar su libro cuando yo levantaba la vista.

Mi teléfono vibró y vi un mensaje de Ross "En cinco minutos paso por ti" le respondí con un "ok" y comencé a guardar mis cosas y Caleb se me quedó mirando.

— ¿Ya te vas?—inquirió

—Sí, la cena ya está lista

— ¿Vives muy lejos?

—A unos cinco minutos en carro, diez a pie

—Te acompaño

—No hace falta, vienen por mí

—No voy a aceptar un no

Entonces se levantó y le llevó ambas tazas a la señora Robinson —Abrígate, hace frio afuera—añadió

—De verdad no hace falta—debatí

—No voy a aceptar un no, puedo ser muy testarudo a veces

Como vi que no pensaba cambiar de opinión tomé nuevamente mi celular y abrí el chat de Ross

–No vengas, alguien me acompaña

– ¿Quién?

–Una especie de amigo, no te preocupes

Volví a guardar el teléfono y me abrigué, dejé mi libro en reservados y salimos de la biblioteca con Caleb. Él me tomó la mano, lo cual se me hizo raro pues no lo conozco.

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