Pedri y yo hemos decidido salir a comer. Nos hemos levantado tarde y no nos apetecía cocinar. Hemos invitado a Fernando, pero ha rechazado la invitación. Ayer la fiesta estuvo bien, me lo pasé en grande y disfruté como una niña. Solo me hice un cubata. No os podéis imaginar la satisfacción de levantarme por la mañana sin resaca. Al llegar a casa yo quería acabar la noche en el paraíso, pero el canario no estaba por la labor así que desistí, no le puedo obligar.
-Quieres hacer el favor de andar más rápido-dice Pedri desesperado.
-Hombre por querer quiero muchas cosas, pero precisamente eso no-contesto.
Antes de salir de casa me ha dicho que íbamos a ir a un restaurante que le había recomendado Álvaro Morata. Según él estaba cerca de casa, pero muy cerca no estará cuando llevamos andando media hora. Yo he insistido en coger el coche, pero Pedri se ha negado.
-Ale campeón sigue tú que yo me voy a sentar. Necesito un descanso-digo sentándome en el bordillo de un portal.
-¿Te vas a parar?-me pregunta mi canario.
-Por supuesto-me quejo-pero si está aquí al lado-lo imito-y una mierda. Llevamos andando más de media hora y yo no hago deporte, me estoy ahogando y encima llevo tacones. Pedro, por dios-me quejo.
Siempre que me enfado le llamo Pedro y él lo sabe.
-Peor que los niños pequeños-dice él poniendo los ojos en blanco.
-Pues si-digo enfadada.
Pedri echa a andar sin mí, se tropieza y se cae al suelo. Yo me empiezo a descojonar de la risa. Me salen hasta las lágrimas.
-¿Te estás riendo?-dice seriamente.
-Sí, es que tiene guasa la cosa-digo aún muerta de la risa-lo siento, pero es que me hace mucha gracia-yo sigo riéndome.
No puedo parar de reírme, estoy llorando y todo. Pedri se caga en mí y en todo. Se levanta del suelo y camina hacia mí.
-Por favor, levántate-dice desesperado.
Yo niego y acto seguido me coge como a una princesa y echa a andar. Yo pataleo para que me suelte, pero no lo hace. Todo el mundo nos mira. Yo no puedo parar de reírme. Pedri está enfadado, a mí el enfado se me ha pasado hace un buen rato.
-Suéltame por favor-le digo una vez que me he dejado de reír.
Pedri me deja en el suelo y camino a su lado. Para un día que me pongo tacones y va y me hace andar cuatro kilómetros por lo menos. No se cuanto tiempo seguimos andando, pero es llegar al restaurante y besar al santo. Me han entrado ganas de hasta abrazar a la camarera. Nos sentamos en una mesa y pedimos un menú degustación. El ambiente entre nosotros está un poco tenso. Y para colmo me he pedido para beber un tinto.
-Con dos cojones-dice él.
Me está empezando a cabrear el temita.
-Dos cojones no, pero un coño bien grande sí-digo molesta.
Entiendo a la perfección que no le gusta que beba, pero es que esto se está convirtiendo en una obsesión. Ni que fuera yo una borracha compulsiva, que sí que lo soy de vez en cuando, pero para tres veces que he salido de fiesta estando con él.
Comemos en silencio. La verdad es que no quiero hablar y él tampoco. Esto es una tontería como una casa, pero los dos los tenemos bien puestos. No había comido tan incómoda nunca en mi vida. Tras acabar el menú degustación pagamos a medias y salimos del restaurante. Pedri echa a andar y yo lo sigo a mi ritmo. Me quito los tacones y ando descalza detrás de él. El canario se gira de vez en cuando para ver que voy detrás y que no me he sentado en ningún sitio. La caminata me va a venir bien para bajar la comida, pero siento que me voy a morir. Mi condición física es lamentable, subo dos escalones y ya me canso. Tengo que dar gracias a la genética y al metabolismo rápido que tengo.
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Todo aquello que nunca fuimos ▪︎ PEDRI GONZÁLEZ
FanfictionUn juego hace que sus vidas se unan. Ella una aficionada, él un futbolista que empieza a despegar. Ella lo consideraba su amor platónico, él se enamoró desde el primer momento en el que la vio. Su relación será como una montaña rusa llena de altibaj...