¿TÚ TE INCLUYES?

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Dejo los apuntes a un lado y me acurruco en su pecho. Pedri lleva dos horas durmiendo, es tan dulce que tenía que mirarlo cada dos por tres. Cierro los ojos e intento dormirme. Son las siete de la tarde, mi hermano se ha traído a la churri aprovechando que mi madre no está. Soy la única que sabe que ha conocido a alguien pero todavía no he podido saber quién es. Un día en el hospital, se quedó él a pasar la noche conmigo y me comentó que conoció a esta chica en el metro. Solo sé que se llama Irina y que es rusa. La tal Irina es un año mayor que nosotros y está de erasmus. No sé nada más. Veo a mi hermano demasiado pillado aunque eso no es nada nuevo, siempre que conoce a alguien especial se entrega al máximo y la mayoría de veces le salen rana.

A las nueve mi madre aporrea la puerta indicándonos que la cena ya está lista. Abro los ojos y veo que Pedri no está. Me levanto tan rápido que me mareo. Veo sus cosas en la habitación y me tranquilizo un poco. Por un momento he pensado que se había ido. Escucho ruidos en la habitación de al lado. Está jugando a la play con Michele. Los gritos los delatan. Me peino un poco y salgo de mi habitación. Mi madre ha preparado la cena y ha puesto la mesa.

-Hola-digo entrando en la cocina.

Mi madre sonríe y cierra la puerta. Me mira como si me estuviese analizando e intentando sacarme información.

-¿Qué pasa?-digo sacando el agua de la nevera.

-Tu hermano, lo noto raro-me giro para evitar el contacto directo con ella.

Cuando se propone algo lo consigue, saca sus dotes de persuasión y al final acabas confesando. La vez que acabamos Damiano, Marco, Michele y yo en el calabozo, nos acabó sonsacando todo lo que había pasado. Al final no fue nada, Damiano se metió en una pelea y los demás como buenos hermanos, nos metimos en la pelea y justo pasó la policía. Se lió la de dios allí. A mi madre casi le da algo.

-No sé, yo lo veo como siempre-digo lo más tranquila del mundo.

-Puede ser, tú lo conoces bien-dice mi madre al ver que no pienso soltar nada por esta boquita.

Salgo de la cocina y coloco la botella de agua en la mesa del comedor. Mi madre me hace un gesto para que vuelva a entrar. Camino con desgana y cierro la puerta tras de mí.

-Michele y Pedri se llevan muy bien-me aparta el pelo de la cara y sonríe-ese chico es un amor. Cuidalo-me advierte-. Ese chico no es como los otros chicos con los que has estado-yo asiento. Sé de sobra que él es especial-me alegra verte feliz-me abraza y me da un beso en la frente.

Mi hermano y Pedri salen de la habitación de mi hermano y nos sentamos en la mesa. Mi madre ha preparado pollo al curry con un poco de arroz para cenar. Mientras cenamos es mi madre la que habla, comienza un monólogo en el que le explica a Pedri como fue la historia de amor con mi padre. Me sé esa historia de memoria. La habrá contado más de mil veces. Mi padre fue de vacaciones a las islas y coincidió que mi madre estaba en Maspalomas con unas amigas. Cuando mi padre vio a mi madre quedó encandilado de ella, tanto que hizo todo lo posible para coincidir con ella. Mi madre que siempre fue de leer novelas, tenía el amor súper idealizado. Estaba tan tranquila en la playa tomando el sol cuando le viene un italiano de más de 1,90 y pues a la pobre mujer solo le temblaban las piernas. Pasaron las vacaciones juntos y como locura mi madre se fue a Nápoles con él. Dos años más tarde ya estaban casados y con un hijo.

-Entonces, debes de ser súper joven-comenta Pedri.

Ay no, lo que le faltaba a mi madre. Ella sonríe y le da las gracias. Evidentemente mi madre es joven, tiene 45 años y ocho hijos a las espaldas. Tuvo a Damiano con 20 años. Se casó con 19 y conoció a mi padre con 18. Yo solo de verme en su situación, me agobio.

Mi madre le habla de nuestra vida en Nápoles y como nos costó adaptarnos a nuestra vida en las islas. A pesar de que dominábamos súper bien ambos idiomas, el español y el italiano, en el cole nos costó adaptarnos. Yo enseguida le pillé el tranquillo y no me costó tanto como a mis hermanos. Hice amigos enseguida que a día de hoy los llevo en el corazón. Nos seguimos llevando y cada vez que voy a Lanzarote voy a verlos.

-Giorgia siempre ha sido una persona muy abierta, nunca ha tenido vergüenza-suelta mi madre-es una cabra loca.

-Mamá-digo incrédula.

Lo último que quiero es que comience a hablarle de mí. Pero mis esfuerzos son en vano ya que comienza a describirme desde que prácticamente salí del cascarón hasta ahora.

-De pequeña era un terremoto, no paraba quieta-Pedri se ríe y mi madre sigue-estos dos cuando se juntaban la liaban parda. Los tuve que separar porque lo único que hacían era destrozarme la casa. Giorgia conforme fue creciendo se fue haciendo más bicho, por esa boca-me señala y yo abro los ojos-ha soltado cada perlita. No piensa, habla sin pensar y más de una vez nos ha metido en algún que otro lío. Se encaró con un guardia civil cuando tenía 10 años.

-Mamá-la corto, no quiero que Pedri conozca todas mis locuras en una misma noche. Lo va a espantar.

-Cuenta más-dice Pedri mirándome y riéndose. Está disfrutando de mi sufrimiento.

Mi madre se controla y me alaba, le dice lo buena niña que soy. Hemos pasado de un extremo a otro.

Tras un rato hablando, recogemos la mesa y yo me encargo de fregar los platos.

-Muy divertida la cena-dice Pedri abrazándome por detrás.

Tuerzo el morro haciéndome la enfadada y él me da un beso en la mejilla.

-Me ha gustado conocer esa faceta tuya-dice pegado a mi cuello.

Me doy prisa en fregar los platos y cuando acabo me lo llevo a mi habitación.

-Me hacía una idea de como eras, pero lo que ha dicho tu madre es muy fuerte-se sienta en el borde de la cama y me agarra de la cadera y me coloca entre sus piernas.

-Me cuesta conocer gente nueva-lo imito.

-Confianza-dice él apoyando su cabeza en mi abdomen.

Le acaricio el pelo mientras él pasa sus manos por mis piernas.

-He cambiado-digo meándome de la risa.

-Ya veo ya-levanta la cabeza y le doy un beso en los labios.

-Me cuesta conocer a gente, pero tú me lo has puesto muy fácil-me mira a los ojos y sonríe-contigo puedo ser yo mismo.

Sonrío mientras me siento encima suya, le doy un beso en la mejilla.

-¿Por qué eres tan mono?

Él se encoge de hombros. Apoyo mi cabeza en la suya.

-Eres tú que me ves con buenos ojos-dice sonriendo.

-Yo y toda España.

Pedri se ríe.

-No sé si lo voy a poder soportar-bromeo-en la Eurocopa vas a ser un caramelito.

-Que va-dice él y yo asiento.

-No eres consciente pero tienes a todo un país enamorado de ti-digo dándole un beso en la mejilla.

-¿Tú te incluyes en todo un país?-pregunta sorprendiéndome.

-Hay veces que no hace falta decir nada, las miradas hablan por si solas.

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Esta noche subiré otro capítulo. Muchísimas gracias por el apoyo!!♡♡

Todo aquello que nunca fuimos ▪︎ PEDRI GONZÁLEZ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora