INTIMIDAD

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Es miércoles y ayer martes lo pasé todo el día estudiando. La vida universitaria es una mierda. Las fiestas son lo único que merece la pena. La universidad me consume poco a poco. Además me he dado cuenta de que me voy a perder el primer partido de España en la Eurocopa por culpa de los exámenes. Tenía demasiadas esperanzas en que no coincidieran, pero la suerte no es lo mío. Se lo comenté a Pedri ayer y él como el solete que es me dijo que no me preocupara y que los estudios son lo primero.

Estoy tumbada en la cama, no tengo ganas de levantarme. Los exámenes los llevo bien y me permito vaguear un rato. Mi hermano ha ido al gimnasio y hasta que no venga no me pienso levantar. El viernes tengo el primer examen, lo llevo bien, pero aun así estoy cagada. Estiro el brazo para coger los apuntes, pero no llego así que no me queda otro remedio que levantarme. Cojo los apuntes y me tumbo en la cama. Los leo cuatro veces, sí es que ya me lo sé, pero aun así los leo una y otra vez. Nunca pensé que estar en el hospital me haría bien, allí estudié muchísimo, no tenía otra cosa mejor que hacer. Es la primera vez que llevo los exámenes increíblemente bien.

Suena el timbre y me quejo, mi hermano nunca se lleva las llaves. Me levanto de la cama y voy a abrir. Abro la puerta sin mirar y camino hacia mi habitación.

-Te he dicho mil veces que te lleves las llaves-digo pero no obtengo respuesta.

Me giro y veo a Pedri apoyado en el marco de la puerta. La mandíbula me llega hasta el suelo. Me quedo paralizada. No me esperaba verlo. Parpadeo un par de veces para asegurarme de que es él y no un espejismo.

-¿Qué haces aquí?-me acerco a él y lo abrazo.

Su olor me vuelve loca, me pasaría horas abrazada a él.

-Quería darte una sorpresa-le invito a pasar.

Que horror, me miro al espejo y tengo unas pintas horribles. Estoy despeinada y tengo unas ojeras bastante importantes.

-Estás muy guapa-me observa y yo le saco el dedo.

-Mira vete a la mierda.

Voy a la cocina y me preparo un café. Mi madre se fue por la mañana y todavía no ha vuelto. Se ha ido a comprar la comida de toda la semana. Ella se va a primera hora, se agobia cuando hay mucha gente. Ya debería de haber vuelto. Conociéndola se trae el Mercadona entero.

-¿Quieres algo?-digo mientras me sirvo el café en una taza.

-No, he desayunado en el tren.

Yo asiento y nos sentamos en el sofá. Hablamos de lo feliz que está. Verlo hablar con ese brillo en los ojos me derrite. La emoción que siente y como lo cuenta hace que todo esto merezca la pena.

-Me alegro muchísimo por ti-le acaricio la cara-me contagias tu felicidad. Estoy muy orgullosa.

Él besa mi mano y sonríe. Dejo la taza encima de la mesa y me siento encima de él.

-Qué guapa estás-dice mirándome con un brillo en los ojos increíble.

-Dale, no mientas, parezco la novia cadáver.

Me tapo la cara con las manos y él me las quita. Me da un beso suave en los labios y me levanta la cara para que le mire a los ojos.

-Nunca digas que estás fea.

Sonrío, este chico es maravilloso. Me muerdo el labio, es un puto amor. Siento que no me lo merezco.

Hablamos hasta que llega mi madre y le ayudo a guardar la compra. Como ya había supuesto se ha traído el Mercadona entero. No se que vamos a hacer con tanta comida.

Me visto y decidimos ir a comer a un restaurante. Necesitamos intimidad y con mi madre en casa, la cosa está complicada. Me pongo un vestido fruncido blanco de tirantes y una chaqueta vaquera por encima. Me maquillo un poco pero el estropicio de cara hoy no me lo arregla nada. Estoy chupada, se nota que he tenido una baja importante de peso.

-Ya estoy, ¿nos vamos?

Pedri asiente y nos despedimos de mi madre, bajamos al garaje y cogemos el coche. Mis padres decidieron que era una buena idea tener nuestro propio coche así que aprovecharon que yo estaba en el hospital para traerlo.

Me monto en el asiento del conductor y Pedri en el del copiloto. Conecto el móvil y pongo música. Canturreo hasta que llegamos al restaurante.

-Cantas bien-dice él bajándose del coche.

Yo me río, no es la primera vez que me lo dicen. A pesar de eso no es mi intención dedicarme a la música.

Caminamos hacia el restaurante, tenemos que andar al menos cinco minutos. No había sitio para aparcar así que me ha tocado aparcar a tomar por culo. De frente vienen unos niños de unos diez años aproximadamente. Al ver a Pedri se emocionan y le piden una foto.

-Giorgia, ¿nos puedes hacer la foto?-me dice uno de ellos tendiéndome el móvil.

Yo asiento y les hago unas cuantas fotos. Los niños se van emocionados y nosotros entramos en el restaurante.

Pedimos una paella para compartir y charlamos mientras comemos. La gente nos mira y de vez en cuando se acercan para hacerse alguna foto con Pedri. La comida no es para nada tranquila, pero no me incomoda. Las personas que vienen son súper respetuosas y muy educadas.

Acabamos de comer y en la salida hay unos cuantos niños. Pedri se hace una foto con cada uno de ellos. Me toca hacer de fotógrafa. Los niños son súper graciosos. Hay uno que nos desea lo mejor y dice que le encantaría asistir a nuestra boda. Yo me río, las ocurrencias que tienen son fantásticas.

Caminamos hacia el coche ya más tranquilos hasta que en una esquina aparecen varios periodistas. Pedri me agarra de la cintura y me guía.

-Pedri, ¿cómo te encuentras? ¿Emocionado por la convocatoria?-nos hacen fotos y están demasiado cerca. Me incomoda la cámara, está prácticamente pegada a mi cara.

-Sí muy emocionado-dice él tajante.

-Pedri, ¿qué se siente al tener dieciocho años y estar convocado para una Eurocopa?

-Mucho orgullo-vuelve a decir tajante.

-Chicos, ¿en que punto está vuestra relación?

Llegamos al coche y nos subimos, arranco lo más rápido que puedo y con cuidado salgo de allí.

-Que agobio-digo respirando hondo.

Pedri asiente, creo que no me voy a acostumbrar nunca. Todo ha sido de locos, hemos salido a comer fuera buscando un poco de intimidad y nos hemos encontrado todo lo contrario.

-Estaba súper tensa-me quejo.

-A veces se pasan un poco.

Yo asiento. Conduzco hasta casa y al llegar nos vamos directos a mi habitación.

-Bienvenido a la habitación de una universitaria a dos días de su primer examen-digo al ver el desastre de habitación.

Pedri se ríe y se tumba en la cama. Yo recojo un poco y me tumbo con él. Uno mis labios con los suyos. Este rato no nos lo quita nadie, me he encargado de cerrar la puerta con pestillo. Ahora mismo solo estamos él y yo.

Todo aquello que nunca fuimos ▪︎ PEDRI GONZÁLEZ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora